Sin respuestas de fondo ante la crisis energética

En materia energética, la política del gobierno nacional ha privilegiado en la práctica las necesidades de los sectores medios y altos -satisfechas a tarifas bajas- frente a la demanda estructural de inversiones para sostener de manera efectiva la provisión de energía.

Según los observadores, la estrategia oficial se mantendrá hasta las elecciones, pero atendiendo a las declaraciones de algunos funcionarios hay razones para suponer que en el futuro no habrá cambios significativos. Esta es una actitud que a primera vista parecería beneficiar a los consumidores pero en realidad puede ser la antesala de problemas serios.>

A ningún observador atento se le escapa que cuando el barril de petróleo cotiza a ochenta dólares se hace muy difícil sostener precios que se corresponden con la época en que valía poco más de veinte. No es que los empresarios petroleros sean inescrupulosos o que el llamado "oro negro" esté en manos de personajes como Chávez o los jeques del Golfo, el problema de fondo es que las actuales sociedades industriales requieren de una gran provisión de energía y que las materias combustibles se extraen básicamente de lugares con alta inestabilidad política.>

Cálculos sensatos estiman que dentro de diez años la provisión de energía se reducirá en diez puntos. Los optimistas sostienen que para esa fecha se habrán encontrado recursos alternativos o nuevas reservas petroleras. Pero aunque esto efectivamente ocurriese, la acelerada incorporación al mercado mundial de países como China y la India actualiza el problema y obliga a pensar con más seriedad los desafíos que se avecinan.>

Ya en los años '70, el mundo, y en particular Occidente, vivieron las consecuencias del explosivo aumento del precio del barril de petróleo. Los economistas coinciden que para esos años el paradigma del desarrollo industrial con energía barata llegaba a su fin. Desde entonces han transcurrido treinta años y hay buenos motivos para creer que los problemas se han hecho más intensos.>

Es probable que para el mediano plazo la humanidad logre dar respuestas eficaces a estos desafíos, pero más allá de los pronósticos está claro que, cualquiera sea la solución, se deberá asumir con realismo la transformación de un paradigma civilizatorio por lo que la labor de los gobiernos deberá incluir un esfuerzo educativo destinado a preparar a las sociedades para los cambios que se avecinan.>

Los problemas que se nos presentan a los argentinos no son diferentes a los que deberán asumir otros países con economías más complejas que las nuestras. La diferencia, sin embargo, no está en el dato verificable del encarecimiento de la energía como consecuencia de su progresiva escasez, sino en la capacidad de los gobiernos para afrontar con realismo la nueva situación y preparar a las sociedades para un cambio de vida inevitable.>

Desde esta perspectiva, la actitud del gobierno nacional genera preocupación, ya que el desconocimiento de esta cruda realidad lo obliga a erogar crecientes sumas de dinero para subsidiar a toda la cadena de actividades fundadas en los combustibles. Es el precio -cada día mayor- de una ilusión insostenible en el mediano plazo.>