Lectura y escritura
El trabajo sobre uno mismo
Los libros, los talleres literarios, las confesiones, la poesía. Los temas de una charla con Estela Figueroa, poeta santafesina.

Estela Figueroa publicó recientemente su tercer libro de poemas, "La Forastera", y este hecho fue la excusa oportuna para hablar también de otras actividades que realiza, como parte de una vida que se puede considerar dedicada al cultivo de la palabra.

Actualmente, junto al caricaturista Christian Lehmann y Verónica Cazorla, está poniendo en marcha un trabajo en el barrio donde vive, el Centenario, con chicos de 8 a 13 años. En el marco del programa de Extensión a los Barrios, dependiente de las direcciones de Extensión Universitaria y de Cultura, de la Universidad Nacional del Litoral, la intención es crear las bases para un futuro centro cultural, que funcione en la vecinal y en el que personas de distintas edades pueden encontrar un lugar donde desarrollar diversas maneras de expresión.>

Este emprendimiento incipiente, por ahora con los chicos, contempla literatura, plástica y apoyo escolar. "Es un trabajo que se da con muchas dificultades", dice Estela. "Los chicos tienen muy poca capacidad para concentrarse, los cuentos tienen que ser breves o resumidos, porque se dispersan enseguida, no tienen el hábito de la lectura y mucho menos de concentrarse en algo. Ellos de lo que quieren hablar es de sus problemas, de sus familias, de cómo vivieron la última inundación. Al principio, me resultaba muy impactante, porque hablaban de cosas que nosotros los adultos las sentimos como muy terribles, por ejemplo, que una nena de diez años me diga `no sé quién es mi papá'. Ellos cuentan todo con muchísima naturalidad y escriben bastante sobre eso".>

Cuando se le pregunta qué es lo que quiere lograr con este trabajo, no vacila: "Me gustaría que los chicos confiaran en mí, generalmente son chicos que no confían en nadie, porque todos los miembros de la familia son resbaladizos. Con nosotros se va dando una relación de afecto. Y me gustaría que supieran expresarse".>

La experiencia carcelaria

A Estela las dificultades no parecen amedrentarla. Años atrás coordinó talleres literarios en el Pabellón de Menores de la cárcel de Las Flores, donde editó la revista Sin Alas. Fueron unos diez años de una experiencia muy intensa con adolescentes homicidas.

"Al principio éramos un grupo grande de gente, todos trabajaban ad honorem, menos yo que ganaba una miseria, y después la gente fue consiguiendo trabajo y no tuvo más tiempo para ir. Estuve bastante trabajando sola con los chicos y después yo también dejé de ir. Al Pabellón de Menores van los villeros. Los chicos cuyos padres los pueden sacar del país o recurrir a un psiquiatra y decir que tuvo un brote psicótico y que por eso mató, tienen otras alternativas. Nunca me sentí tan querida como ahí en el pabellón, tengo un muy buen recuerdo de ellos, supongo que todos deben haber muerto, porque eran de distintas bandas, salían y podían estar muy poco tiempo libres".>

Aquella experiencia carcelaria dependía de Promoción Comunitaria del Ministerio de Educación y "como funcionaba bien, Reutemann la disolvió", comenta Estela con ironía. Y después pasó a depender de la Secretaría de Cultura.>

"Los chicos en general, me dictaban, porque eran semianalfabetos, y escribían acerca del porqué habían matado. Yo los percibía a ellos como víctimas, no como victimarios. Casi todos contaban que habían matado bajo los efectos de alguna droga. Estar drogado actualmente es una condición para hacer cualquier cosa, para declarar amor, para ir a bailar, para estudiar. Yo tengo una idea bastante paranoica: debe haber una cosa muy organizada de querer aniquilar a mucha gente. Hay drogas que conducen a una muerte bastante rápida, como el paco. No soy muy optimista con respecto al futuro", reflexiona.>

Grupos de adultos

Estela también coordina talleres para adultos, en el ámbito del Foro Cultural Universitario. Allí concurre "gente que acaba de jubilarse y no sabe qué hacer, o gente que ha sufrido una pérdida y el psicólogo le dice que vaya al taller. Yo trato de que no sea una catarsis y que sea sí un lugar de trabajo. Va gente que hace mucho que no lee y quiere volver a leer, o que antes escribía y ahora ya no puede hacerlo. Se forman muy lindos grupos. Yo no permito la crítica destructiva, permito sugerencias entre ellos, ni me gusta la gente competitiva".

Son talleres en dos niveles. Este año, el segundo nivel, para el aniversario de la inundación de 2003, montó una muestra de textos realizados a partir de fotos del diario El Litoral, en las vallas de la Casa de Gobierno, la cual tuvo gran repercusión.>

Actualmente, el segundo nivel está trabajando para la revista La Ventana, publicación anual de temas culturales que dirige Figueroa y que edita la Dirección de Cultura de la UNL.>

La escritura y la poesía

"Yo pertenezco a una generación que vivía leyendo, que es algo que se ha perdido, leíamos en los bares, compartíamos libros. Eso fue muy bueno", expresa Estela. En cuanto a lo que escribe, señala que trabaja "en distintas direcciones: escribo poesía, anoto cosas que me pasan con los chicos con los que trabajo, reflexiones sobre lo que leo, ya no escribo cartas muy largas... a veces me gustaría escribir cosas de mi vida, mis confesiones, vistas con cierto humor, dar una vuelta de tuerca a aquello que en determinado momento me jodió y me pareció muy trágico y poder reírme, pero todavía no me sale".

Sobre la poesía, dice que "está muy relacionada con lo mágico y con la música. El poema es como un fruto maduro que cae del árbol, como dijo la poeta judío-alemana Else Lasker-Schüller. A mí no me resulta fácil publicar poesía, me resulta muy, muy perturbador. Mientras tenía mis poemas conmigo, yo estaba plena, estaba como embarazada. Después sentí que no tenía nada. Hasta que pasado un tiempo escribí un poema y me sentí un poco mejor. Después de recibir los primeros ejemplares de "La Forastera", sentí arrepentimiento. Me acordaba de una frase de Ezra Pound, `¿las entenderá la gente? quiero decir, a estas canciones'. Después se me pasó. Me he sentido muy entendida por Analía Gerbaudo, que está trabajando sobre mi poesía y la de Aldo Oliva y la de Juan Manuel Inchauspe, y que presentó este libro en Rosario".>

Acerca del poema, Estela dice que "es el resultado del trabajo sobre uno mismo, la expresión de un trabajo que uno ha hecho con uno mismo. Soy rilkeana, pienso que los poemas no son sentimientos sino que son experiencias, que son cosas muy distintas. No se escriben en un estado de emocionalidad muy grande sino en momentos de lucidez".>

Laura Osti