Toco y me voy
Todo por los pibes
Es cierto que uno, por la sonrisa de sus hijos es capaz de cualquier cosa. Pero que te pongas un traje de dinosaurio o hagas de payaso, puede finalmente no ser una buena idea. Esta nota, a mí no me causa ninguna gracia.

La televisión, mucho más que antes, influye omnipresente y todopoderosa sobre nuestras criaturas. Y si antes podías engalanar una torta o poner unos colgantes con el ratón Mickey o el Pato Donald, hoy "noesistí" si no le das a los pibes un cumple en pelotero y con espectáculo incluido, obviamente con sus personajes preferidos de la tele. Muchos de los peloteros te ofrecen con el alquiler del sitio, la posibilidad de tenerlo a Barney en vivo, a los Backyardigans, a la princesa y a la plebeya (y te regalo el mensaje y la ni siquiera subliminal división social), a la bella y la bestia (ese es un papel que me sale naturalmente), o a los personajes de Lazy Town. Ustedes saben que ese canal, el Discovery Kids, tiene en general contenidos aceptables para los niños, no hay violencia y hay hasta buenos mensajes...pero todo es canadiense o yanki, sorry. Así que tendremos animales del Ártico, nombres de difícil pronunciación que luego consumimos sin remordimientos. Hay tal multiculturalismo a las vueltas, que hacer mención siquiera a esta cuestión puede resultar un anacronismo. Pero para eso estamos, canejo.

Ante el cumpleaños de tu hijo, y la asistencia de los compañeritos, hijos de otros padres parecidos a vos, podés finalmente ceder y optar por la facilidad de los peloteros que te lo dan todo solucionado. Es una cretinada al consistente esfuerzo por ser un buen padre, porque, se sabe, y eso pienso, debería ser uno mismo el que se encargue de todo, como era antes, cuando los chicos venían a tu casa y te la bancabas como un duquesito y se jugaba a las escondidas o a algo y punto.>

Hay que aceptar que los tiempos cambiaron, los dos padres trabajan y no tienen por qué encarar semejante organización. Además, las casas son más pequeñas, no hay patios ni piezas en las que los pibes puedan expresarse con su prístina y pura capacidad de arrasarlo todo...>

Así que ahí estamos, entonces, contratando por unos pesos más a un dinosaurio violeta o a unos títeres y que sean nomás los muñequitos esos, aunque se traten de renos o pingüinos.>

Pero después tenés todavía la combinación de ambas vertientes (y los híbridos suelen ser peligrosos): la organización en la casa, pero con cierto parecido a los peloteros y con personajes de la tele. Son esos papis con capacidad histriónica (o pocos mangos en ese momento) que se encargan ellos mismos de entretener a la pibada. El señor hace los dos únicos trucos de magia que él conoce, disfrazado de una mezcla patética de mago Dingo y Harry Potter. Y los pibes, que ya recibieron varios juegos de magia en los diferentes cumpleaños, te dejan en vergonzosa evidencia con sus deditos admonitorios y sus miradas inquisidoras y su inquieta aparición por detrás, donde se cuecen -sin éxito a esta altura, convengamos- los trucos del improvisado y fracasado mago.>

Peor es el intento de disfrazarte de Barney. Alquilás el disfraz que huele espantoso, vencés la claustrofobia, entrás con barriga porronera y todo dentro de esa cosa violeta (desteñida además por sucesivas lavadas) y gigante y te aparecés ante los pibes que te reciben...con un alarido espantoso y un llanto generalizado e incontrolable, además comprensible: ellos estaban acostumbrados a ver a Barney en el pequeño y ordenado corralito de la tele, a un tamaño que dista muchísimo de esa cosa torpe y gesticulante que se sacude peligrosamente delante de ellos.>

Hay estampida generalizada y el voluntarioso Barney quiere perseguir a los niños y tranquilizarlos, explicarles que él es un dinosaurio amigable. El efecto es devastador: un tiranosaurio rex con hambre, detrás de una manada de corderitos gritones. No hay arreglo posible y todo se termina, recién, cuando Barney es retirado prestamente del lugar, y puesto el disfraz en su bolsa. Duración del espectáculo: un minuto cuarenta y seis segundos.>

Imaginen: si eso sucede con un dinosaurio con cara de tonto, lo que puede pasar con la bella y la bestia que exagera su aspecto de bestia y que encima tiene dos metros de alto. Hay que rogar que no se infarte ningún pibe.>

Y acá estamos ahora. El traje del atlético Sportacus me queda un poquito apretado y pornográfico y temo que a la primera pirueta todo derive en un apresurado viaje al hospital o en un escándalo. Pero ya estamos en el baile, la tengo a Stephanie a mi lado, y todo sea por los pibes.>

Néstor Fenoglio