Juan Daniel Rodríguez - (Especial para El Litoral desde Italia)
No se siente parte de la historia del fútbol argentino: "Si lo sintiera así, estaría muerto", dice riendo a carcajadas. Con sus 84 años y un pedazo de gloria sobre sus espaldas, piensa que la historia no es un papel en blanco, son hechos y desechos que se entrelazan, se recuerdan, se entumecen y no permiten vivir de recuerdos.
"Ese nombre lo propuse yo, en 1955, en el Congreso Nacional de Medicina del Deporte y del Trabajo que se hizo en Buenos Aires. Recuerdo que propuse el nombre de médico deportólogo porque el médico deportivo parece un doctor con camiseta de fútbol. Ahora, cuando voy a Buenos Aires y me presentan en algún congreso a un colega joven que me dice que hace medicina del deporte -deportología médica-, me río con afecto y le digo que ese término lo inventé yo hace como 50 años".
-¿Por qué lo llamó Menotti para sumarse a la selección?
-Hacía seis años que estaba radicado en Milán y Menotti había sido jugador de Central cuando era médico del club. Después, él fue a otras instituciones pero yo atendía a muchos jugadores, estaba muy vinculado al ambiente del fútbol. Cuando llegó el momento, Menotti propuso mi nombre, no porque era simpático, sino porque en Buenos Aires había curado a muchísimos jugadores. César pensó que una persona de experiencia en la materia podía ser yo, y propuso mi nombre a la AFA. Tuve que presentar mi curriculum, que fue aprobado por la comisión que presidía Cantilo.
Por entonces, la historia oficial no era precisamente aquel film de Luis Puenzo. Nos decían que los argentinos éramos "derechos y humanos", el "Gordo" José María Muñoz sostenía que la copa del mundo era un hecho político para que todos los pueblos del mundo conozcan cómo éramos los argentinos y las Madres de Plaza de Mayo aprovechaban la presencia de periodistas del exterior para denunciar la desaparición de sus hijos. En todo este ambiente, ignorado por muchos de nosotros, se debía jugar al fútbol.
-Se habló tanto de ese partido, doctor, que...
-Cuando empezó, ellos pegaron una pelota en el palo que, si entraba, nos obligaba a hacer cinco goles. Pero antes, contra Polonia, Kempes evitó un gol haciendo un penal, que luego Fillol le atajó a Deyna. Y ahí se jugaba la clasificación. En la final, contra Holanda, hubo un tiro en el palo que nos dejaba segundo... Y, si Luque intenta 30 veces más el zapatazo contra Francia, no la mete más. Entonces, ¿de qué arreglo me están hablando?
Pero hay toda una historia en torno a ese partido de la que se habló, se habla y se hablará mucho. Juan Carlos Oblitas afirmó haber sentido vergüenza como jugador porque, para él, ese partido no fue normal. José Velázquez afirmó lo mismo, habló de presiones muy fuertes. Junto a Chumpitaz, Oblitas, Cubillas y Sotil, le pidieron al DT Marcos Calderón que no pusiera al arquero Quiroga, que había nacido en la Argentina, y él aceptó. Pero en el vestuario, después de que ingresaran Videla y Henry Kissinger a "saludar", vieron que el técnico lo ponía y se sorprendieron. Historias, apenas algunas, de ese partido inolvidable en Rosario, que ganó la Argentina por 6 a 0 y le dio el pase a la final contra Holanda.
"Hubo un episodio que fue criticado por mucha gente que no entiende nada. Se cayó Bertoni en medio de la final ante Holanda, y entré rápidamente al campo, lo primero que tenía que hacer era dar un diagnóstico rápido. ¿Cuántas veces han pasado papelones otros colegas que dicen "No va más" y después el jugador se para, sale corriendo y lo deja pagando al médico? Eso es falta de experiencia. A mí nunca me pasó, porque vengo de abajo, conozco bien la historia de los dolores aparentes y de los golpes de rodilla en invierno, que duelen como loco. Por eso, si uno está seguro de que no es nada grave, al jugador hay que tratarlo mal para que reaccione".