Aburrido thriller psicológico

Linda (Sandra Bullock) está felizmente casada con Jim (Julian McMahon), tienen dos pequeñas hijas encantadoras y una hermosa casa en los suburbios de una importante ciudad. Ella es ama de casa y él, un exitoso ejecutivo. Hasta ahí, todo bien.

Pero... un día, algo extrañamente trágico va a suceder. Suena el timbre de la casa, Linda abre la puerta y se encuentra con un policía que le trae la infausta noticia: su marido ha muerto en un accidente automovilístico.

Hasta ese momento, todo parecía conducirse de manera lineal, pero a partir de ese acontecimiento, los hechos se empiezan a suceder de manera caótica, ilógica y sin una correlación temporal.

Hoy Jim está muerto, mañana estará otra vez vivo. Después será antes o viceversa... y así.

¿Qué fue lo que ocurrió? El guión de Bill Kelly, plagado de lugares comunes, parece hecho a los apurones y para cumplir con quién sabe qué requisito formal de ocasión para sacar rápidamente un producto cinematográfico más del montón, con una figura taquillera como la Bullock.

Se trata de la ya archifrecuentada fórmula del quiebre temporal jugada como thriller psicológico, con alguna moraleja, como para que el sinsentido no quede tan en el aire.

A partir de la visita del policía con la trágica noticia, Linda caerá en un caos mental y arrastra al espectador en su caída, en la que irá descubriendo, de manera traumática y gradual, cómo fue que sucedieron las cosas en realidad (o cómo sucederán o sucederían...).

Jim efectivamente va a morir en un accidente y Linda, a pesar de haber tenido el aviso previo y de hacer desesperados intentos por salvarlo, no lo podrá evitar.

Pero todo sucede en medio de una incipiente crisis matrimonial, la que pareciera ser el disparador de todo el desajuste, que incluye la intervención de un psiquiatra, más parecido a un matón mafioso que a un profesional de la medicina, y de un sacerdote, quien finalmente será el que dará una explicación más aceptable a Linda acerca de lo que le está ocurriendo.

En resumidas cuentas, la mujer pareciera sufrir un quiebre en su psiquis, a causa de la pérdida de la fe, por el cual se filtran fuerzas oscuras que toman posesión de ella y la exponen a fenómenos extraños, sobre los que ella no tendrá ningún poder. No podrá modificar el curso de los acontecimientos, aunque tenga premoniciones y se adelante de algún modo a los hechos. Aunque sí tendrá una oportunidad para la esperanza...

El film de Menna Yapo parece una mercancía de las que se producen en serie, sin ningún rasgo de originalidad y además, sin ningún rigor, salvo la fotografía, que está impecable. La cámara de Torsten Lippstock abusa, sin embargo, de la figura de Sandra Bullock, que no hace más que dormir, despertarse, correr de aquí para allá, volver a dormir, volver a despertarse, llorar, reír, en escenas más propias de comerciales de TV que de un largometraje.

El resultado es intrascendente, previsible y aburrido.

Premonición

"Premonition", EE.UU./2007, color; hablada en inglés. Dirección: Menna Yapo. Con Sandra Bullock, Julian McMahon, Kate Nelligan, Nia Long, Peter Stormare. Guión: Bill Kelly. Fotografía: Torsten Lippstock. Música: Klaus Badelt. Edición: Neil Travis. Presentada por Distribution Company. 97 minutos. Apta para mayores de 13 años.

Laura Osti