En los últimos meses fueron varios los robos sufridos por los alumnos
La Católica reclama una política sostenida para evitar asaltos
Después del alarmazo realizado por cientos de vecinos de Guadalupe en reclamo por mayor seguridad, se incrementó el número de policías que patrullan en la zona de la Universidad. La institución espera que estas acciones sean sostenidas para que no vuelvan a repetirse los hechos delictivos.

Van a estudiar o a trabajar y son víctimas de arrebatos y asaltos. La situación se produjo en los últimos meses en la zona aledaña a dos casas de altos estudios de nuestra ciudad e intranquiliza a la comunidad educativa.

La semana pasada, el hecho tomó estado público cuando los alumnos, el personal y una autoridad de la Facultad Regional Santa Fe de la Universidad Tecnológica Nacional manifestaron a El Litoral su preocupación por los robos que se producen en las inmediaciones de la institución.

Un panorama similar se dio en los últimos meses en los alrededores de la Universidad Católica de Santa Fe. Y a pesar de que los hechos delictivos se aplacaron luego del alarmazo que los vecinos de Guadalupe realizaron hace casi dos semanas para reclamar mayor seguridad, los estudiantes y autoridades de la institución temen que la situación vuelva a recrudecer cuando la zona deje de estar "saturada" de policías.

"Previo al alarmazo hubo todo tipo de atracos, manoteos y asaltos, con más o menos violencia, cometidos en general por chicos de 12 y 13 años y no más de 18. Estos hechos fueron siempre en las inmediaciones, nunca tuvimos en este contexto un incidente interno de robo", comentó el Mg. Eduardo Kinen, secretario general de la Universidad Católica de Santa Fe.

Preocupados por la multiplicación de robos, el Área de Comunicación Institucional difundió la primera semana de setiembre una encuesta con el objetivo de conocer la modalidad de los asaltos y los horarios y lugares en que se produjeron a fin de aportar dichos datos a las autoridades competentes.

Modalidad delictiva

La institución plasmó los datos recabados en un plano y tabuló la información de las encuestas para obtener un panorama aproximado de la situación.

Un gran número de asaltos se produjo en la zona comprendida entre las calles Echagüe, al oeste, Riobamba, al este; Cardenal Fasolino, al norte, y Obispo Príncipe al sur. El 49% de los que sufrieron hechos delictivos transitaba solo y el resto con una o dos personas más. "Los asaltos fueron casi todos contra mujeres, a docentes prácticamente no les pasó sino mayormente a los estudiantes. Y siempre con el objetivo de robarles el celular y algunos pesos", comentó Kinen.

El 58% fue interceptado cuando caminaba hacia la universidad o en el recorrido hasta su domicilio y el 34% en el trayecto hasta o desde la parada de colectivo. La mitad de los robos se produjo entre las 18 y las 22 horas y el 38%, entre las 12 y las 6 de la tarde.

Los ladrones, luego de increpar a los estudiantes con armas blancas o de fuego, escapaban a la carrera o en bicicleta. Sólo en el 15% de los hechos denunciados en la Universidad los delincuentes se movilizaban en moto y el 11% no exhibió armas.

La Católica se involucró

Años anteriores también sucedieron hechos delictivos pero nunca con tanta frecuencia. "Había casos pero mucho más esporádicos. Este año hubo un pico concreto, no solamente en las inmediaciones de la Universidad; sino que se dio en el barrio, en la Tecnológica", relató Kinen, quien dijo que la espiral delictiva fue "in crescendo en agosto y setiembre, antes del alarmazo".

Por este motivo, autoridades de la Universidad Católica se reunieron -hace ya varias semanas-, con funcionarios provinciales y de la Policía. "Concurrimos a una entrevista con Walter Gálvez, a otra con el subjefe de Asuntos Internos de la Policía y también hablamos con autoridades de la comisaría 8va.", comentó Kinen, quien dijo que la institución participó de una reunión organizada por algunos vecinos autoconvocados para discutir la problemática de la inseguridad en el barrio.

Patrullaje y móviles policiales en la zona fue la respuesta derivada del reclamo de la Católica y del de cientos de vecinos que realizaron el alarmazo. "Debo recalcar que mejoró la situación porque la presencia policial después del alarmazo fue muy evidente", dijo Kinen, quien destacó que desde la 8va. respondieron favorablemente en reclamos anteriores.

Pero lo que sucede habitualmente es que luego de un tiempo los patrullajes cesan producto de las demandas que se dan en otras zonas y los hechos delictivos vuelven a aparecer.

Por este motivo, desde la Católica esperan que los patrullajes no desaparezcan en la zona a fin de que generen un efecto disuasivo en los delincuentes. Quieren que "haya una política de mantención de esta situación. Si bien no en este esquema el que sobreabunda, pero sí que se note la presencia policial para que tenga un efecto preventivo concreto ", opinó Kinen, para quien es fundamental el control sobre todo desde el mediodía y hasta las tres de la tarde y desde las 18 a las 22 horas.

El miedo, después del robo

Andrea y Erica son dos estudiantes de Comunicación Social de la Universidad Católica que fueron asaltadas, una en agosto y la otra en julio, y en situaciones muy similares.

A Andrea y a una compañera "dos pibes" les robaron a cuatro cuadras de la facultad. "Habrán tenido 14 años -como mucho-, eran dos, bajitos y estaban con gorras y la cara medio tapada. Vinieron por atrás, con un cuchillito y nos pidieron todo lo que teníamos", cuenta la chica.

`Era una cuestión de tiempo que nos tocara", dice Andrea, quien no se sorprende de haber sido interceptada por los delincuentes. "Yendo para la Costanera, Javier de la Rosa, General Paz, o para cualquier lado que vayas, te puede tocar. Me enteré que a una chica le robaron en la garita del colectivo, esperando el 14", comenta.

A Erica le robaron a finales de julio en la intersección de Alberti y Riobamba, a las 20.15. "Me sorprendieron por atrás. Uno me apuntaba con un cuchillo por adelante y el otro por la espalda. Me pidieron el bolso, me revisaron los bolsillos y me robaron dinero, la billetera, el celular, los anteojos recetados, la cédula federal y un par de tarjetas", contó la joven.

Pero más allá de los bienes que se pierden, queda el miedo. "Sentí un poco de todo: nervios, angustia y bronca. El tema no es tanto el robo sino después porque te queda mucho susto e impotencia. Ahora, voy por la calle y desconfío de todo el mundo", comentó Erica.

Erica y Andrea, al igual que muchos compañeros toman precauciones. "Cuando salgo de la universidad, trato siempre de irme en grupo, no voy más sola a ningún lado. Y ahora me manejo con la línea 14 y no me voy más hasta la costanera para tomarme el 16. Prefiero salir de la universidad, subirme al colectivo y tener que caminar unas cuadras en el centro", comenta Erica, esta estudiante que dice caminar con temor por las calles: "Me doy vuelta tres veces por cuadra cuando estoy en la calle y el susto es más porque me agarraron de atrás".

Andrea trata de salir en grupo de la universidad y confiesa circular con miedo por la calle. "Andás sospechando de todo el mundo en la calle, te das vuelta a cada rato para ver si puede venir alguien siguiéndote. Es horrible. Como ya te pasó una vez, sentís que en cualquier momento te puede pasar de nuevo", dice Andrea.

De la redacción de El Litoral