De las relaciones carnales con los Estados Unidos a la confrontación. De ser país constituyente del Mercosur, a observar con frecuencia cómo se privilegian las relaciones bilaterales que irritan a países socios del bloque.
La política exterior argentina suele aparecer como errática y otras veces bajo la percepción de haber quedado fuera del mundo por la posición de su gobierno progresista.
El entrevistado es Félix Peña. Rosarino de origen, abogado egresado de la UNL; doctor en Derecho de la Universidad de Madrid y licenciado en Derecho Europeo en la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica, donde también cursó estudios de economía. Es especialista en relaciones económicas internacionales e integración económica. Actualmente, se desempeña como director del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación BankBoston, además de docente y asesor del Foro Empresario Unión Europea-Mercosur.
Consultado telefónicamente por El Litoral, sostiene que los países siempre defienden sus intereses nacionales y si bien, por momentos, pueden presentar posturas ideológicas enfrentadas, estas tensiones son normales en la política internacional.
-Si Cristina Kirchner llega a la presidencia de la Nación, ¿considera que va a mantener esta relación ambivalente entre el Mercosur y el eje Hugo Chávez-Evo Morales?
-Creo que cualquier candidato que finalmente sea electo en octubre por los argentinos va a mantener la presencia activa de Argentina en el Mercosur. Nuestro país lo ha impulsado desde gobiernos que fueron anteriores a su constitución formal como fue el del doctor Raúl Alfonsín en su momento y estoy seguro de que eso va a continuar.
Por otra parte, está la relación con los países sudamericanos entre los cuales hay un lugar especial que ocupa Venezuela, por el hecho de que tiene, por el momento, el status de un miembro pleno del Mercosur en proceso de incorporación, que todavía no ha completado.
Con los países sudamericanos no miembros del Mercosur existen acuerdos de asociación, en algunos casos muy intensos, por ejemplo, la participación de Chile que en el comercio del Mercosur es muy importante y por cierto muy superior al de otros países sudamericanos incluso la propia Venezuela. Con otros países como Bolivia, Argentina tiene intereses de larga data, históricos y muy concretos, en los últimos tiempos, en el campo de la energía.
Entonces, considero que quien sea el futuro presidente va a tener que seguir trabajando en estos distintos frentes que, por momentos, pueden presentar demandas contradictorias, pero eso es parte de la vida normal de las relaciones internacionales, sobre todo en épocas de cambios como es la actual.
-¿Cuáles son las dificultades principales que observa en el actual desenvolvimiento del Mercosur? Las asimetrías se mantienen, por ejemplo en el plano industrial.
-Hay cuestiones que hacen a la credibilidad interna y externa del Mercosur. Mucha gente considera, incluso entre los países miembro, que no está dando los resultados que se esperaban.
Para poder hacer una evaluación-diagnóstico hacia futuro hay que rescatar lo que es el sentido profundo del Mercosur en dos planos. En primer lugar en el plano político, el Mercosur, en su sentido profundo, es ser un núcleo duro de la estabilidad política democrática en la región sudamericana. Desde esta perspectiva, para un país como la Argentina, la pertenencia, la vinculación de Chile al Mercosur es absolutamente fundamental en mi opinión y creo que esto lo comparten todos los sectores políticos.
Por otro lado, está el sentido profundo en lo económico, la razón de ser del bloque en lo económico es facilitar un acceso irrestricto a los mercados de los países para que, particularmente, las pequeñas y medianas empresas puedan hacer inversiones en función de un mercado ampliado, con la absoluta certeza de que van a poder ingresar con sus productos a dicho país, sin que haya restricciones no arancelarias o formas imprevistas de dificultad.
Eso no se ha conseguido plenamente y eso genera un cierto desnivelamiento en el campo de juego de las inversiones porque a la hora de la verdad, quienes invierten prefieren hacerlo en el mercado de mayor dimensión. Es el caso claro de Brasil.
Me da la impresión de que la insatisfacción que se observa entre industriales, en países como Paraguay y Uruguay -que a veces exageran los argumentos- tiene mucho que ver con este aspecto del Mercosur, con su razón de ser profunda en el plano de lo económico. Mercosur como un instrumento activo que estimule e incentive la inversión productiva en función de un mercado ampliado, tal como si cualquiera de nosotros pudiera invertir en el país más chico de la Unión Europea, teniendo garantizado poder acceder a todos los consumidores del espacio económico de la Unión Europea, eso no ocurre hoy en el Mercosur y afecta los intereses de muchos países.
-¿Qué rol le asigna a Chávez dentro del Mercosur?
-Por un lado, Venezuela ha expresado su deseo de pertenecer al Mercosur. Esto quedó formalizado en el Protocolo de Caracas, que se suscribió en julio del año pasado. Se dio un plazo para negociar la incorporación plena de Venezuela a la Unión Aduanera. Esto es a la adaptación a toda la normativa del Mercosur, la adaptación del arancel externo común y la adaptación al programa de liberación arancelaria, para lo cual se habilitaron plazos. Pero el proceso de definición de esa integración aún no ha culminado y el Protocolo de Caracas tampoco ha terminado de ser ratificado por parte de dos países: Brasil y Paraguay. Por lo tanto, Venezuela tiene ese status de país miembro pleno en proceso de incorporación.
A su vez, el presidente de Venezuela ha señalado que, en su opinión, el Mercosur debe ser reformado pero nunca he podido acceder a qué es exactamente lo que quiere que fuera el Mercosur, es decir, las reformas que él considera que deberían introducirse. Supongo que en el futuro tendremos algunas respuestas a estos interrogantes.
-Desde hace unos cuantos años la Unión Europea está tratando de hacer un acuerdo con el Mercosur pero ese entendimiento todavía no se ha alcanzado. ¿Usted cree que están dadas las condiciones para lograrlo o que vamos a tener que esperar las resoluciones de la Rueda de Doha?
-Creo que las condiciones están dadas para llegar a un acuerdo que plasme una asociación estratégica centrada en lo político y en la cooperación económica y que pueda ir incorporando los compromisos en el plano comercial en forma gradual pero compatible con la normativa de la OMC. Da la impresión que eso no es lo que está planteando la Unión Europea (UE), sino que ella plantea la necesidad de un acuerdo de libre comercio completo y eso, indudablemente, va a requerir que previamente se terminen las negociaciones de la Rueda de Doha.
Ojalá se pueda encontrar una formulación política técnica, un acuerdo de asociación que eventualmente el componente de libre comercio, esto es el componente de comercio preferencial -siempre compatible con las norma de la OMC- pudiera hacerse en forma gradual y con un primer stock que pueda cerrarse antes de la conclusión de la Rueda de Doha. Y que hubiera una segunda rueda de negociaciones que pudiera ampliar ese stock preferencial luego de la Rueda de Doha. Pero tengo mis dudas que esto vaya a ir por ese lado. Por momentos tengo mis dudas de que, efectivamente, la UE quiera celebrar un acuerdo con el Mercosur que incorpore, como lo ha demandado el bloque y particularmente la Argentina, el reconocimiento de las asimetrías de dimensión económica y de grados de desarrollo que existen entre la UE y el Mercosur.
Mientras tanto, la UE ha preferido celebrar una asociación estratégica bilateral con Brasil -no incluye preferencias comerciales-; y no comprendo muy bien por qué ese acuerdo no pudo haberse celebrado directamente con el Mercosur pero esto es algo que debe ser contestado por los responsables de la UE.
Teresa Pandolfo