Las golpeó con una gruesa varilla de hierro
Una madre dejó a sus hijas entre la vida y la muerte
La Policía entiende que la mujer atacó a sus hijas después de que su compañero anunciara la intención de dejarla, pero hay quienes creen que la locura homicida se incubó en una infancia desgraciada.

Una joven madre se armó de un barra metálica y con ella arremetió salvajemente contra sus hijas, de uno y tres años de edad, dejándolas malheridas.

Ella está presa ahora en la División Homicidios e la Unidad Regional I, mientras las niñas se debaten entre la vida y la muerte.

A media tarde de ayer Liliana Amaro (27) dejó su domicilio de Aguado al 9800 y caminó por la calle de tierra en dirección a la Comisaría de Altos de Noguera, allí confesó, sin parpadear siquiera, que terminaba de matar a sus hijas, dos niñas a las que definió como la peor desgracia de su vida.

El tremendo cuadro que minutos más tarde se descubriría a la vista de los vecinos estremeció a todos, incluso socorristas y policías, preparados como están ellos para enfrentar las más crueles escenas en la vida real, acusaron el impacto.

Las mismas criaturas que momentos antes los vecinos habían visto en brazos de su madre y en compañía de una mujer mayor en la vereda de la calle Aguado, ahora yacían desfiguradas y ensangrentadas, tiradas en el piso de una habitación. Detrás de la puerta y alrededor de ellas todo estaba destruido, en completo desorden.

La policía puso a la mujer a disposición de la Justicia y salió a buscar a su compañero, un hombre de unos de 50 años de edad. Lo encontraron y detuvieron en una casa de calle Estanislao del Campo, la misma que el grupo de familia dejó semanas atrás para establecerse en la vivienda de calle Aguado.

Fuentes oficiosas dijeron hoy que la horrenda tragedia siguió a una discusión que sostuvo la pareja. Que ella, cuando él se fue para no volver, cargó enfurecida contra sus propias hijas, que a las dos las tomó por los tobillos y las azotó contra una pared y que -agregaron-, una vez inconscientes, volvió a golpearlas con una gruesa varilla de hierro nervado.

Contra esto, algunos vecinos parecen observar los hechos desde otra perspectiva, de modo que el drama, como ellos lo refieren, bien pudo tener otro origen y otro, diferente, presentan el perfil humano de los protagonistas. Por ejemplo, para algunos de nuestros entrevistados, el hombre no aparece en escena.

Según ellos Liliana era una "buena mamá" que atendía y cuidaba de sus hijas como cualquier madre joven sabe hacerlo, no obstante -dicen- ayer a la tarde ocurrió algo que la sacó de quicio y la precipitó en la locura, la discusión de pareja pudo haber existido antes, pero nadie asegura que el compañero de ella hubiera estado en la casa en algún momento del día. Creen que el disparador se accionó en el momento.

Según nuestros entrevistados, una visita estuvo en la casa de Liliana ayer a la tarde, alguien de su relación con quien estuvo mateando en la vereda algunos minutos antes de la tragedia.

Siempre a estar de las versiones circulantes esta Liliana, criada por una madrastra y las hijas de aquélla, no habría sido merecedora de los mejores tratos. Desde su más temprana infancia, por ejemplo, nadie la llamó por su nombre verdadero sino por "La Mona", un apodo despectivo.

Es posible como sugiere una de las fuentes, que al saberse abandonada por su compañero Liliana desahogara su frustración castigando a sus hijas ciegamente, pero no es menos probable que otros hechos la impulsaran a cometer un acto tan monstruoso.

Según nos fue referido en el lugar, la discusión previa al estropicio no incluyó a la pareja de Liliana, sino a otra persona de su relación, una mujer mayor, la misma que -como en oportunidades anteriores- dejó la casa tras insultarla y golpearla brutalmente por cuestiones domésticas menores.

No alcanza para disimular todo lo terrible de este acto referir relaciones familiares tortuosas y enfermizas, pero alcanza para suponer que detrás del estallido demencial que sacudió a los vecinos de Altos de Nogueras existió una vez más, una infancia desgraciada.

Sospechoso

Los casos de violencia infantil que arrojan las peores consecuencias no son pocos en nuestra ciudad. A mediados de setiembre un niño de unos dos años de vida ingresó mal herido en la guardia del Hospital Mira y López. Como consecuencia de un fuerte golpe que había sufrido en la cabeza, la criatura dejó de existir un día después y surgieron las dudas. El juez de Instrucción, Julio César Costa, ordenó que se practicara una autopsia. El magistrado aguarda los resultados de esa práctica para adoptar una decisión. La Jefatura de la URI espera instrucciones. La madre de la infortunada criatura asegura que accidentalmente una silla golpeó la cabeza de su hijo.

José Luis Pagés