Una visión multifacética de Giuseppe Garibaldi

En el marco de la VII Semana de la Lengua Italiana L'italiano e il mare tuvo lugar el panel "Garibaldi: un puente entre Italia y Sudamérica", a cargo de Patrizia Herskovits, Adriana Crolla, Sonia Tedeschi y Julio del Barco.

En primer lugar, la historiadora y profesora Sonia Tedeschi situó la acción de Giuseppe Garibaldi en el complejo contexto ideológico de su época, dando cuenta de las vinculaciones entre los movimientos nacionalistas y republicanos que proliferaban en Europa, y los proyectos y experiencias políticas que comenzaban a perfilarse con mayor definición en Sudamérica, durante la primera mitad del siglo XIX. Para ello, se refirió a la propuesta teórica de Giuseppe Mazzini, luchador por la unificación italiana y al grado de recepción de estas ideas por parte de dirigentes e intelectuales de la región platina.

Asimismo, planteó la relación que mantuvo Garibaldi con ese pensador y con exiliados políticos italianos como Tito Livio Zambeccari, Luigi Rosetti y Giambattista Cúneo quienes, a través de la prensa, difundieron el ideario mazziniano en el marco de la revolución republicana de Río Grande del Sur y de la oposición unitaria a Rosas exiliada en Montevideo. En su reflexión final, resaltó la necesidad de profundizar los estudios acerca de Garibaldi en términos de historia atlántica, en perspectiva global y comparada; estudios que además permitan aprehenderlo en su verdadera dimensión, despojados de juicios valorativos y rasgos ficcionales que lo alejan de su esencia.

Luego, Julio del Barco realizó una síntesis de las diversas y a menudo contrastantes opiniones que sobre Garibaldi manifestaron los historiadores argentinos de fines del siglo XIX e inicios del XX. Recordó así las afirmaciones de Adolfo Saldías, Ernesto Quesada, David Peña, y ya en el siglo XX, las de Carlos Ibarguren, Manuel Gálvez, Julio Irazusta, José M. Rosa, Diego Luis Molinari y José L. Busaniche, entre otros. Así, Julio Irazusta, en su "Vida política de Juan Manuel de Rosas a través de su correspondencia" transcribe la carta del ministro Arana al representante inglés Gore (en 1845): "La agresión de los anglofranceses y el pirata Garibaldi a la Colonia es deshonesta para los marinos de Francia e Inglaterra...". Ésa es la visión de sus enemigos; la de un mercenario "pirata" y "saqueador".

Como contraparte, no faltaron los elogios. Una cita de Saldías a una biografía de Ángel Carranza es significativa: "Por lo que respecta a los hechos de Garibaldi en el Río de la Plata, sus correligionarios, los unitarios argentinos y los orientales riveristas, lo exaltaron fabulosamente, convirtiéndolo en un héroe de romance, especie de argonauta empujado por la gloria, que contribuyó a encontrar en aguas argentinas el vellocino de oro de la libertad".

Seguidamente, la profesora Adriana Crolla se detuvo sobre la relación de Garibaldi y nuestro Bartolomé Mitre. Su encuentro tuvo lugar en el sitio de Montevideo, "y a pesar de los 14 años de diferencia de edad entre ellos nació una amistad que se aquilató a pesar de la distancia y de la diversidad de experiencias vividas por ambos luego del regreso de cada uno a su patria".

En "Un episodio troyano", Mitre exalta las virtudes sobresalientes del héroe italiano: la fuerte personalidad y natural superioridad con que se imponía, sin violencia ni esfuerzo.

Garibaldi regresa a Italia en 1848, y los dos amigos ya no volverán a verse, "pero la influencia ejercida sobre el joven capitán de artillería argentino acrecentará su italofilia, demostrada en la emoción que trasuntan las dos cartas que Mitre envía al reposado soldado de Caprera, en 1863 y en 1864, en respuesta a la misiva que Garibaldi le enviara el 6 de marzo de 1864".

Garibaldi, además, habría contagiado a Mitre su amor por la obra de Dante, que llevaría al argentino a la titánica empresa de traducir toda la "Divina Comedia".

Rubén Darío exaltó esta amistad en una oda: "íDe Garibaldi y Mitre las dos diestras hermanas/ sembraron la simiente de encinas italianas/ y argentinas que hoy llenan la tierra de rumor!/ A ambos cubrió la gran sombra del Dante,/ y en el Dante se amaron. En el vasto crisol/ se encontraron un día dos almas de diamante/ hechas de libertad y nutridas de sol".

Finalmente, la profesora italiana Patrizia Herskovitz habló sobre "Garibaldi, hijo de su siglo", situándolo en el contexto de un tiempo en el que nace la idea de que cualquier pueblo -unido por lazos de sangre, tierra y lengua- es una nación y que, por eso, tiene el derecho de ser libre, autónomo e independiente.

Distintos episodios y anécdotas de la vida de Garibaldi refuerzan su mito, y sirven para insertarlo en su tiempo y entre los hombres que vivieron nuevos sueños de fraternidad y unión. Se recordaron así episodios de su vida en los Estados Unidos; el homenaje que al desembarcar en Lima quiso rendir a la patriota ecuatoriana Manuelita Sáenz, la compañera de los últimos años de Simón Bolívar; la adhesión que despierta en Alejandro Dumas, que abandona su viaje al Oriente para ayudarlo en sus expediciones; la oferta de Lincoln para que Garibaldi asuma el mando de una armada en el norte estadounidense en la Guerra de Secesión; la defensa que le rinde Victor Hugo.

Historias y anécdotas que nos hablan de un héroe humilde, frugal, coherente consigo mismo, intransigente, militar que luchaba junto a sus hombres y sabía obtener de ellos lo mejor.

En 1867, Garibaldi presidiría el Primer Congreso de la Paz, que decide la publicación del periódico "Los Estados unidos de Europa", que además de apoyar la federación republicana de los pueblos de Europa, se hacía portavoz de valores como la autonomía de la persona humana, el sufragio universal, las libertades civiles, sindicales y de empresa, la igualdad de derechos entre los sexos, la abolición de la pena de muerte. Y un año antes de su muerte, en una carta a un amigo, un diputado francés, Garibaldi repite: "Aquí está el objetivo que tenemos que alcanzar: no más barreras, no más fronteras".

Cerró el acto un sostenido debate con el público.

De la Redacción de El Litoral