Análisis
El espantoso sonido de la máquina de impedir

La mayor parte de los problemas que torturan a la ciudad de Santa Fe son causados por sus propios ciudadanos.

Cada vez que se abre una perspectiva de inversión o alguna iniciativa importante toma impulso, alguien sale al cruce con discursos efectistas o acciones judiciales que se visten con el traje del interés general.

Sin embargo, en la mayoría de los casos, detrás de la declamación altruista suelen esconderse objetivos menos presentables que responden a los más crudos intereses particulares.

Esto ocurre con la segunda licitación del Onabe para concesionar la Estación del Ferrocarril Belgrano (Santa Fe Pasajeros), operación que incluye una inversión millonaria y una serie de cargos para el concesionario con el fin de restituirle valor a un edificio que integra la lista de bienes patrimoniales de la ciudad.

Cabe recordar que luego de abierto el sobre N° 1 con los proyectos presentados por dos oferentes de porte internacional y significativa presencia en la Argentina, el ex candidato a intendente y titular de Apyme, Mario Galizzi, interpuso un amparo ante la Justicia Federal cuestionando la licitación.

Como ocurriera en 2001, el proceso vuelve a trabarse. Entre tanto, Santa Fe no sólo se ha visto privado de una genuina competencia entre pesos pesados del supermercadismo -con el consiguiente beneficio para los consumidores-, sino que el edificio patrimonial ha sido destruido por los saqueos. Y por si fuera poco, los inmuebles próximos a la estación, tanto en el sector correspondiente a la Vecinal 7 Jefes, como en el que integra Candioti Norte, han perdido valor de mercado. Las causas: el abandono de la estación, la usurpación de los predios colindantes y el notable incremento de los hechos ilícitos en la zona.

En suma, todo el sector se ha degradado, mientras los vecinos sufren y la ciudad pierde uno de sus edificios referenciales.

Hoy como ayer, las razones del accionante pueden parecer aceptables para el desprevenido o el desinformado. Pero en rigor, los pequeños comerciantes, a quienes el multifuncional Galizzi teóricamente representa, se han beneficiado con los precios que surgen de la competencia entre los grandes comercios del rubro.

Por eso, quienes conocen el escenario advierten los fantasmagóricos movimientos de una gran silueta detrás de bambalinas. Entre tanto, Santa Fe vuelve a oír los espantosos sonidos de la vetusta máquina de impedir.