Al margen de la crónica
No es pasión, es crimen

En forma lenta pero sostenida se van incorporando algunos conceptos elementales al discurso social: se sabe que existen -pero también se utilizan- palabras que incluyen, que definen por la positiva, que nombran sin descalificar, que buscan sumar más que dividir. Poco a poco y superando algunos recelos, el periodismo se fue haciendo eco de la tendencia y comenzó a incorporar en su agenda temas con una perspectiva social, de inclusión y de género, y multiplicó, además, sustantivos, adjetivos y artículos en masculino y femenino.

Sin embargo, todavía subsisten enfoques que desvirtúan los hechos o, en todo caso, atenúan motivaciones y morigeran efectos. Uno de las más comunes es el que insiste en denominar "pasionales" a los crímenes que tienen por protagonistas a personas que mantienen o han mantenido una relación sentimental, relativizando la verdadera naturaleza de la violencia intramuros, doméstica, intrafamiliar. Pero además adjudicando a un acto criminal, a un asesinato, razones ligadas al amor o desamor más que a la violencia, dicha así, sin eufemismos.

Las palabras nombran e incluyen, pero también pueden excluir, desdibujar, disfrazar o contar a medias lo que ocurre. Con una enorme riqueza, el idioma está a disposición de todos y todas. Una vez que se vuelve accesible a través de la educación, es posible elegir cada término de acuerdo a lo que se quiere decir, a la parte de la historia que se quiera mostrar y a la perspectiva que se quiera contar.

Si se consulta en la web, pasión es "inclinación, preferencia o deseo ávidos por alguna persona; pasión por su pareja". Pero también es "padecimiento, sufrimiento". Si se quiere forzar la interpretación, pueden ser las dos caras de una misma historia: la de una persona que se obsesiona por otra y la de quien sufre las consecuencias de esa obsesión. Pero ningún diccionario dice que la pasión justifica la agresión, los golpes y la muerte. Eso es otra cosa. Es violencia y es crimen.