Cómo participar del mercado de carbono
Los bonos verdes también son una oportunidad para el campo
Cada vez hay más países y empresas del primer mundo que quieren invertir en proyectos que reduzcan las emisiones de gases efecto invernadero por los compromisos de mitigación que asumieron en el Protocolo de Kyoto. Las claves para que el sector agropecuario pueda acceder a estos fondos.

Si usted forma parte de una actividad económica -como la ganadería y la agricultura- que genera gases de efecto invernadero (GEI): usted tiene un problema y una buena oportunidad para empezar a resolverlo.

El problema, en realidad, lo tenemos todos. La mayor concentración de estos gases está elevando la temperatura promedio de la tierra (casi un grado, hasta ahora) y se cree que es la principal causa del calentamiento global, un fenómeno que está agravando las inundaciones, las tormentas y las sequías, entre muchos otros trastornos.

Por esta razón, las actividades económicas que emiten GEI enfrentan un escenario cada vez más hostil: "La sociedad rechaza las empresas desaprensivas contra el medio ambiente; el tema esta fuertemente instalado en la agenda mediática, política, social y también empresaria", explicó el Ing. Marcelo Iezzi, responsable del Departamento de Desarrollo Sostenible de la consultora PricewaterhouseCoopers, quién disertó en la conferencia "Cambió Climático: Oportunidades del Mercado de Carbono", que organizó esta consultora, la semana pasada en la Bolsa de Comercio de Rosario.

Del panel también participaron la Lic. Irene Wasilevsky, responsable de Investigación y Desarrollo de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, y la Lic. María Alejandra Repetto, de la empresa Cemento Avellaneda.

Iezzi señaló que en los últimos tres años cambió la percepción social y política del cambio climático. "Este año, los diarios de Gran Bretaña publicaron ocho veces más noticias sobre este tema que en el 2004", precisó. Además, los políticos hablan del clima en sus discursos (el más representativo es Al Gore que este año ganó el Premio Nobel), agregó; y muchas empresas multinacionales asumen compromisos de mitigación (En Estados Unidos, Jonhson y Dupont anunciaron reducciones de entre un 15 y un 30%, entre muchas otras firmas).

El campo argentino debe seguir con mucha atención este debate. En primer lugar, porque los cambios en la intensidad de las precipitaciones y tormentas, la mayor frecuencia de las sequías y las posibles alteraciones de los cauces de los ríos; pueden impactar de lleno en los cultivos y en los emprendimientos ganaderos.

Hay otra razón importante. En la Argentina, las vacas y la agricultura generan el 44% de los gases efecto invernadero (ver infografía). La cifra preocupa, pero existe una herramienta interesante para comenzar a "buscarle la vuelta". Son los famosos bonos verdes. Los Mecanismos de Desarrollo Limpio (MDL) que establece el Protocolo de Kyoto para que los países desarrollados inviertan en los proyectos que logren reducir las emisiones de GEI en las economías emergentes.

Los bonos verdes

Para un productor agropecuario la duda es comprensible. ¿Qué tiene que ver el Protocolo de Kyoto con mi campo? ¿Y cómo podría ayudarme a conseguir fondos e inversores?

En la conferencia, Iezzi y Wasilevsky lo explicaron con paciencia. El Protocolo de Kyoto, que entra en vigencia desde el 2008 y hasta el 2012, es un acuerdo internacional para reducir globalmente las emisiones de GEI en un 5,2% (respecto de 1990). Lo ratificaron la mayoría de los países desarrollados (con la excepción de Estados Unidos -el mayor emisor- y Australia).

En la práctica, esto significa que Rusia, Japón, Gran Bretaña, Alemania e Italia (y unos treinta países más) asumieron compromisos concretos para bajar sus emisiones. Y si no lo logran, reciben fuertes multas.

Aquí surge la oportunidad. Los países que tienen dificultades para cumplir con sus metas, pueden obtener bonos verdes -en realidad: Certificados de Reducción de Emisiones (CERs, en inglés)- aportando fondos a los proyectos que disminuyan las emisiones en los países que se están desarrollando. Los certificados además pueden comercializarse en el mercado internacional de carbono (ver El mercado de carbono).

"Es una forma de transferir tecnología e inversiones", aclaró Iezzi. El principio teórico es que es lo mismo reducir las emisiones en un país del primer mundo, que hacerlo en cualquier otro (porque el efecto global es igual). Los bonos verdes son el tercer mecanismo de flexibilización que establece el protocolo para aquellas economías que no pueden cumplir con la reducción de emisiones que les asigna el tratado (el primero, es el comercio de emisiones entre los países desarrollados; y el segundo, la implementación de proyectos de mitigación conjuntos entre las naciones que están obligadas a bajar la generación de GEI).

La idea es sencilla. Si una economía no logró bajar sus emisiones, debe invertir en proyectos que las estén reduciendo en otro lado; o pagar las multas, que son mucho más caras que los bonos.

Wasilevsky contó que en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires hay muchos países, empresas y fondos de inversión que demandan proyectos que puedan calificar como Certificados de Reducción de Emisiones.

Este año, el país que más bonos compró es Gran Bretaña (50%). Más atrás, Italia (10%), Japón (7%) y España (6%). Y China, que por ahora no está obligada a bajar sus emisiones, es la economía que más CERs produce (el 61% de los bonos que circulan en el mercado de carbono).

¿Bonos argentinos?

La Argentina todavía no termina de aprovechar este mercado. Hasta ahora sólo hay 18 proyectos -medianamente- avanzados.

Los presentaron empresas de rellenos sanitarios para recuperar y aprovechar los gases que emiten. También, hay iniciativas en el sector energético -que es el mayor emisor argentino (47%).

La agroindustria comienza a tener una participación importante. La Aceitera General Deheza armó un proyecto para obtener bioenergía a partir de las cáscaras de maní y girasol.

Las cooperativas de agricultores de Salto Grande (Entre Ríos) y Jovita (Córdoba) quieren financiar sus plantas de biodiésel -son para autoabastecimiento- a través de los bonos verdes. Y la empresa avícola Granja Tres Arroyos desarrolló y presentó un esquema para bajar las emisiones de metano en los efluentes de sus plantas de faena.

La ganadería podría captar inversiones importantes porque es una de las actividades que más gases genera en la Argentina (más del 30%, según el último inventario nacional). "Estamos asesorando a unos diez feed lots, para reunirlos y planificar un proyecto conjunto", contó Wasilevsky.

Las vacas emiten metano como una parte natural de sus procesos digestivos (los expulsan como gases y eructos). Hay investigaciones del INTA, y trabajos realizados en varias universidades (apuntan a mejorar la digestión de los animales -para que emitan menos gases-, y también a obtener biogás a partir de la bosta, entre otros proyectos), que podrían utilizarse para desarrollar esquemas productivos que reduzcan emisiones y generen bonos verdes.

En el panel, Iezzi y Wasilevsky explicaron los requisitos que hay que cumplir para que el proyecto pueda calificar como un Mecanismo de Desarrollo Limpio.

Entre otras cosas, hay que probar que se generan menos gases -de acuerdo a una metodología que haya sido aprobada por Naciones Unidas-, y establecer un sistema de monitoreo de las emisiones verificable y confiable. Además, se exige un dictamen de la Secretaría de Medio Ambiente que garantice que el proyecto contribuye al desarrollo sustentable de la región.

Obviamente, no son trámites sencillos. Las gestiones llevan varios años y hay detalles técnicos y procesos administrativos que deben realizarse antes organismos internacionales. Por eso, hay consultoras especializadas -como la que organizó esta conferencia-, y entidades financieras y empresarias, que se dedican a asesorar a las empresas que quieren ingresar a este mercado.

El mercado de carbono

La cotización de los bonos verdes en los mercados financieros esta sujeta a la ley de la oferta y la demanda, y a las características y los riesgos de cada proyecto para reducirlos. Wasilevsky señaló que suelen oscilar entre los 8 y los 16 euros (por cada tonelada de dióxido de carbono o su equivalencia en metano, óxido de nitrógeno y el resto de los GEI).

El año que viene, los países que no logren cumplir con los compromisos que asumieron en Kyoto, deberán pagar multas que alcanzarían los 100 euros por cada tonelada de dióxido de carbono que emitan de más. Por eso, les interesan los CERs.

En la demanda de los bonos también impactan los escenarios climáticos. Cuando en Alemania, Francia o Japón, hace mucho frío o calor; estás economías necesitan producir más energía y aumenta la cantidad de gases que emiten. Por esta razón, necesitan salir a comprarlos para no excederse y evitar las multas.

Reunión clave

En Bali (Indonesia) esta semana se está realizando una nueva conferencia de Naciones Unidas sobre el cambio climático. Representantes de 200 países debaten sobre el nuevo consenso que debería reemplazar al Protocolo de Kyoto (que abarca el período 2008-12). El rol que jueguen Estados Unidos (que no ratificó el protocolo) y China -son los dos países que más gases emiten- es crucial para saber cómo va a evolucionar el mercado de carbono; y, sobre todo, el delicado equilibrio ambiental en este planeta.