"Ernesto Jodos Trío"
Jazz de excelencia
FOTO ARCHIVO EL LITORAL. 

En su nuevo disco, el joven músico argentino realiza una formidable relectura de una de las escuelas de jazz más influyentes del siglo pasado y, además, se convierte en el primer disco de jazz argentino editado por una multinacional en muchos años. Con 34 años de edad, ocho discos propios editados y situado como uno de los más talentosos e inspirados intérpretes y compositores del nuevo jazz argentino, Jodos logra un exquisito trabajo.

El pianista de jazz Ernesto Jodos editó un disco en el que trabaja bajo el formato de trío composiciones de los referentes del jazz norteamericano Lennie Tristano, Lee Konitz, Warne Marsh y William Bauer, músicos de una misma escuela que privilegió la línea melódica y el riesgo en la improvisación.

Junto a Hernán Merlo, en contrabajo, y Eloy Michelini en batería, la placa titulada "Ernesto Jodos Trío" es una formidable relectura de una de las escuelas de jazz más influyentes del siglo pasado y, además, se convierte en el primer disco de jazz argentino editado por una multinacional en muchos años.

Director de la carrera de jazz del Conservatorio Manuel de Falla, con 34 años, ocho discos propios editados y situado como uno de los más talentosos e inspirados intérpretes y compositores del nuevo jazz argentino, Jodos logra un exquisito trabajo, que vuelve a poner de manifiesto el alto nivel que puede alcanzar la escena local, al nivel de los mejores registros internacionales.

Afinidades

"Esta música de Tristano y Konitz es música que yo escuché y que siempre tuve idea de tocar por una serie de afinidades que siento con respecto a ella, tanto por lo que entiendo es hacer jazz como por una serie de cuestiones técnicas y maneras de expresión", contó Jodos en charla con Télam.

"Hay aspectos claves en estos músicos -remarcó el pianista- que me son muy cercanos como la idea de trabajar el fluir del momento e intentar improvisar lo más puramente posible, con la menor cantidad de cosas armadas previamente".

"Además -continuó- éstos son temas escritos por ellos sobre armonías de standards y este trabajo me dio la oportunidad de grabar un disco haciendo progresiones de standards sin tener que tocar esos temas, que es algo que hago muchísimo en vivo pero que grabo menos porque en general siempre privilegio mis composiciones".

El disco que se grabó sin auriculares y al modo en vivo con los tres músicos tocando juntos en el estudio en tomas sin cortes, ya tiene distribución garantizada en Taiwán y Alemania mientras se negocia su venta en Francia.

Por otra parte, su origen fue, en algún sentido, azaroso, ya que partió de una invitación de Michelini para cubrir ciertas fechas cuando Jodos se encontraba estudiando esta música.

"Lo original del trabajo está en lo que improvisamos en el estudio, nunca ensayamos mucho aunque sí tocamos varias veces y esbozamos algunas ideas sobre cómo encarar el material", afirmó el pianista.

"Al hacer esto aprendí sobre muchos aspectos; por un lado es el primer disco donde yo toqué relajado y aprendí de la relajación, de cómo uno puede expresar sin mucha neurosis, pero también aprendí cuestiones técnicas muy precisas sobre el uso determinado de los espacios y los silencios y sobre el fluir melódico, que creo me van a servir de acá en adelante", señaló.

"Decididamente me marcó la obsesión que tenía Tristano con la línea melódica, pero yendo al disco en sí, creo que está más influido por Konitz, porque lo de Tristano solía ser una cosa más árida, más densa, en cambio en Konitz hay una conexión un poco más visible con las influencias reales de ellos en esa época, que tenía que ver con Lester Young y Billie Holliday".

Una de las cuestiones que Jodos desmiente es la falsa teoría del desinterés de Tristano por la sección rítmica al armar un disco en el formato tradicional de trío de contrabajo, batería y piano.

"Uno de los fantasmas de Tristano -aseguró- es decir que a él no le importaba la sección rítmica lo que es una absoluta mentira, lo que sí es cierto es que su juego rítmico de silencios y el juego armónico que propone podía poner en cierta tensión a las secciones rítmicas de esa época del jazz".

La composición del trío

Respecto de la composición del trío con el que decidió grabar el material, Jodos manifestó que "Michelini era el baterista ideal para hacer esto porque además conoce profundamente esta música y Merlo era el bajista perfecto porque tiene un sentido melódico de las líneas del bajo muy pero muy acabado y preciso".

"Cuando Merlo hace sus líneas de negras en el bajo, el contorno, lo melódico y claro de esas líneas las hacen perfectas para tocar esta música".

"De hecho -continuó- las interacciones más interesantes son las que hay entre las negras del bajo y las corcheas del piano; esa idea contrapuntística, la manera como se suceden movimientos contrarios, paralelos o imitativos, eso es quizás lo más logrado".

Finalmente, Jodos reivindica tanto la fase compositiva como interpretativa. "En este momento un músico de jazz es tanto un intérprete como un compositor y yo me sentí feliz en este disco de ponerme en el lugar de tocar música de otros", señaló.

Virtudes y miserias

Jodos destacó las virtudes y los riegos de la actual escena del jazz local. "Lo más interesante de la escena local es que por primera vez hay una continuidad clara con muchos músicos tocando y que involucra gente de más o menos 50 años, como Carlos Lastra, Pepi Taveira y Enrique Norris con chicos de apenas más de 20", señaló.

"Año tras año -aseguró- se va sumando una gran cantidad de músicos a estudiar en serio jazz y a tocarlo, con lo cual la renovación generacional se empieza a producir naturalmente".

Pero más allá de estas virtudes, el pianista con 8 discos propios editados ("De generaciones", en dúo de piano con Carlos Gandini; "Perspectiva", "Solo", "Apenas las doce"; "Cambio de celda"; "Sexteto", "A pesar del diablo"), marca problemas.

"Pero por algunas cosas que están empezando a pasar también hay riesgos", aseguró. "La forma en que nosotros hacíamos música hasta hace un tiempo era, en el buen sentido del término, amateur. El interés pasaba por tocar, si era posible grabar y si se daba tocar para gente".

"Esto -continuó- algunos de nosotros lo vemos cambiar para un lado que no está bueno, lo vemos virar para el lado de la competencia; pero no una competencia que pasa por tocar la mejor música o la más original sino por una competencia por ver quién se hace más famoso".

"Hay una especie de carrera armamentística sobre si hacés uno o tres ateneos, si tocás de soporte de tal o de cual, no importando quién queda en el camino al hacer esto. Eso es feo porque ya pasó acá en la década del 60 y el resultado fue mucha gente peleada entre sí y un hueco generacional muy grande", acotó.

Pedro Fernández Mouján-Télam