La otra guerra de un veterano

Hace más de dos años, Ramón Borgobello, un veterano de la Guerra de Malvinas comprobó un hecho insólito: en la cola frente al banco, donde aguardaba cobrar su pensión de guerra de 1.788 pesos, hacían fila otras personas que nunca tuvieron participación en el conflicto. El veterano hizo una denuncia, que se sumó a otra en igual sentido, formulada por el Centro de Ex Combatientes Islas Malvinas de la ciudad de La Plata.

El caso recaló en el escritorio del fiscal Guillermo Marijuán, jefe de la Unidad Fiscal de Investigaciones de la Seguridad Social. El funcionario comparó los padrones de veteranos de cada una de las fuerzas, con la lista de beneficiarios que cobran en la Anses. El resultado fue vergonzante: cerca de 20 mil personas cobran una pensión de guerra, entre ellas, 2.453 no figuran en los padrones. A eso se agrega otro dato: varias organizaciones de ex combatientes señalan que las fuerzas presentes en Malvinas llegaban a una cifra de entre 10.000 y 14.000 soldados.

La fiscalía indagó sobre los casos dudosos y comprobó que 1.768 beneficios son cobrados por familiares de ex combatientes que heredaron la pensión y, por lo tanto, corresponde pagarles. Pero, también hay 685 casos que no tienen ninguna explicación. Si estos últimos son realmente falsos veteranos, el perjuicio para la Anses asciende a algo más de 14 millones 690 mil pesos, sólo durante el año 2007.

El funcionario ya presentó 12 casos ante la Justicia y existen dos causas abiertas. En su mayoría se trata de personas que adulteraron certificados y hay casos de personal militar que estuvo en Malvinas, que cobra dos pensiones al mismo tiempo.

Hasta aquí, la fría exposición de un hecho que perjudica a la Anses. Pero por detrás asoma el desprecio de unos argentinos hacia otros argentinos. Un desprecio que alcanza a los 323 muertos en el hundimiento del crucero General Belgrano, a los 326 caídos en combate entre las rocas de Malvinas y a los más de 350 veteranos que se suicidaron, porque no pudieron convivir con la memoria del horror.

Lucrar con esa memoria que sobrellevamos todos, aún aquellos que nunca estuvieron de acuerdo con la invasión a las islas, es la forma más abyecta de la detestable viveza criolla.

Entrevistado por el diario La Nación, de Buenos Aires, Borgobello contó que lo conocen como "el loco del librito", porque cada vez que se encuentra con alguien que dice haber sido combatiente, consulta una lista -que según él es oficial- donde figuran los nombres de los 8.321 soldados que estuvieron en las islas.

Durante la entrevista, el veterano que estuvo bajo bombardeo, que vio morir a sus compañeros y fue prisionero de guerra, hoy está dispuesto a denunciar una situación que se sospecha desde hace tiempo, pero de la que es políticamente incorrecto hablar. El mayor homenaje que se puede rendir a los caídos y a quienes sobrevivieron, es mantener impoluta su dolorosa memoria, barriendo de su entorno a quienes intentan lucrar con ella.