Al margen de la crónica
¿Por qué no te callas?

"Por donde pasa mi caballo, nunca más crece la hierba"; "A enemigo vencido, puente de plata"; "Muero contento, íhemos batido al enemigo!". Cientos, miles de frases célebres han trascendido el tiempo en que fueron dichas. Otras, de creación más reciente, al estilo de: "Es la economía, estúpido", fueron dichas y ya están registradas por la gente que las usa cuando cree que el contexto es el adecuado. Una, nuevita y disponible, es la que le gritó el rey Juan Carlos de España a Chávez, el presidente venezolano: "¿Por qué no te callas?". Es simple, tiene energía, potencia y es tan abarcativa que sus posibilidades de uso son casi infinitas.

¿Quién no tiene a mano un Chávez, o sea un compañero de trabajo, un pariente, un amigo, alguien que sabe y opina de todo?, un personaje a quien un colega bautizó con el nombre de Todólogo. El hablador en cuestión no respeta rangos y siempre, pero siempre, tiene algo para acotar. Lo peor es que además no escucha, y entonces, la combinación resulta letal.

Es molesto, casi siempre habla más fuerte que el resto -claro, debe hacerse oír-, sus bocadillos son de todo tipo y sobre cualquier materia. Sabe todo lo que pasa, conoce a toda la gente; vio de todo en todos los lugares, pero mejor y en detalle; estuvo en todos los eventos posibles y hasta tiene la última información -esa que todavía no publicaron las agencias- de cuántos muertos hubo en el atentado en Oriente Medio que ocurrió hace media hora.

Ni hablar de dolencias: si acusamos un dolor muscular, el tipo seguro que tuvo no hace mucho un desgarro que lo inmovilizó por semanas.

No hay con qué darle, tiene tanta insistencia el personaje que se adelanta a nuestras palabras y termina nuestra frase, si le damos ese tiempito que necesitamos para respirar -él no respira.

El colmo: asegura haber visto recién ese impresionante choque en la esquina de Corrientes, justo ahí vive su suegra; lo que el eco de su propia voz le impidió escuchar, es que la tragedia fue en Esquina, Corrientes.