TEMA CENTRAL / CULTURA
El arte de hablar a través del dibujo
Luis Gaspardo, según Lucas Cejas.. 

Entrevista a Luis Gaspardo. Es dibujante, caricaturista, retocador de fotos, padre y esposo. Admite que su vida y su profesión es "una mezcla de suerte y fuerza" porque debió encarar diferentes proyectos para conseguir trabajos, quizás dejando de lado su más hondo anhelo de pintar. textos de Mariana Rivera

Ver aquel rostro tan sonriente que deambulaba por la redacción, saludando a tantas personas conocidas, daba la sensación de que el tiempo había retrocedido y nos ubicábamos más de 10 años atrás. La visita de Luis Gaspardo a El Litoral, en los primeros días de noviembre, hizo parecer que los años no habían pasado porque, además, su pequeña figura de 37 años sólo mostraba algunas canas de más y aquella persona sencilla y serena que había sido cuando creaba para publicar en nuestras páginas continuaba mostrándose idéntica, a pesar de los logros conseguidos durante esta última década fuera de la ciudad.

Buscaba a su colega y confeso amigo, nuestro caricaturista Lucas Cejas, con quien quería conversar un rato antes de volver a partir para su actual lugar de residencia: Buenos Aires. Se "debía" el viaje a Santa Fe luego de haberse enterado del fallecimiento de Bianfa, otro creativo especialista en la materia.

Nosotros no podíamos desaprovechar su paso por uno de los primeros trabajos de este dibujante que no dejó de publicar en ningún medio gráfico porteño y que, desde hace un tiempo, también despliega sus artes por España. En la entrevista también participó Lucas, quien en realidad tiene "fresca" la trayectoria de Luis Gaspardo porque fue su maestro de la caricatura."Cómo empecé, no sé. No hablo mucho, en realidad, creo que por eso dibujo. No creo que haya empezado a dibujar porque desde que me acuerdo estoy dibujando, es algo casi natural en mí y no sé si hubo un comienzo", comenzó a recordar. Sin embargo, puede advertir cuál fue la primera hoja de su obra: "a los 12 años hubo un dibujo que consideré que estaba muy bien, que me entusiasmó como para decir que me gustaría hacer ésto. Pero después fue una necesidad transformarlo en una profesión para poder seguir haciéndolo. Mis padres querían que estudiara... íy lo bien que hicieron!. Soy técnico químico pero nunca trabajé de mi profesión."Estuvo muy bien que me hicieran estudiar porque, si no, me iba a pasar todo el día dibujando. Esto me ayudó a relacionarme un poco más porque era muy tímido, aunque todavía lo soy, pero ahora aprendí a disimularlo. Vivir en Buenos Aires también me obligó a salir del capullo", admitió.Y continuó su confesión: "el dibujo abrió muchas puertas que no hubiera podido abrir hablando, seguramente. Fue un refugio de muchas cosas, muchas emociones, cosas que no se pueden expresar, durante mucho tiempo. Hasta que se convirtió en una posibilidad de trabajo. Formalmente publiqué algunas cosas en El Litoral, cuando era muy chico -alrededor de 13 años- cuando había una página en donde podía hacerlo. También publiqué en matutinos y en una revista que hacía Bernardo Facta, que se llamaba Bla; eran algunos trabajos más serios".

Un referente de muchos

En este punto, Lucas hizo su primera intervención: "a finales del año pasado, invité a Luis al Círculo de Dibujantes para realizar una muestra. Se recopilaron los trabajos que se habían hecho en los últimos 30 años en diarios, revistas y periódicos. También estaban las revistas de humor, donde encontramos la Bla, y los trabajos de Luis cuando tenía 15 ó 16 años, a lápiz, de algunos políticos. Los chicos que hoy tienen entre 17 y 19 años tuvieron la oportunidad de ver estos trabajos de gente que ha sido un referente en el humor gráfico, como Luis Gaspardo, Raúl Visso, Bianfa, Cristián Lehmann", recordó.

Y Luis siguió: "pude vivir de esta profesión a los saltos. Hice lo que hacen todos los que se dedican a dibujar: cartelería, folletería, hasta que conseguís un rumbo. En el diario no me acuerdo cómo entré porque entré, me fui y luego volví a trabajar. Pasaron tantas cosas en estos años que ya no me acuerdo. Participé en los Salones de Historietas enviando dibujos y después en la organización de estas actividades".

Y aquí Lucas no quiso dejar de destacar que "empecé a dibujar cuando vi las caricaturas de Luis publicadas en El Litoral. Recortaba los dibujos, los copiaba y los guardaba en una carpeta en mi casa, sin conocerlo personalmente. Eso ya definió una vocación en mí al ver sus dibujos. Por eso conozco tanto su vida y obra, cosas que él ni se acuerda. El último Salón que hizo El Litoral fue en 1990 y estaba como jurado en caricaturas. Participé en la categoría Promocional con pibes de hasta 15 años y saqué una mención. En el jurado estaba Luis, Sergio Fasola, entre otros. Sacar la mención fue para mí importantísimo, además que lo pude conocer".

Con su franca sonrisa y, quizás, pudor por las confesiones de su fiel admirador, Luis admitió que "Lucas me iba a ver y me siguió con constancia. Me encariñé mucho con él. Pasé un tiempo muy lindo en el diario porque no trabajábamos sino que se había armado un grupo de humoristas gráficos, con Fabián Izquierdo y Enrique Kovacevik. Trabajábamos (se ríe) pero también nos divertíamos. Además, cuando fui a vivir a Buenos Aires me di cuenta lo que eso significaba. Ahora trabajo 14 ó 16 horas por día y, por suerte, en algo que me encanta".

También contó que "trabajar en un diario te enseña mucho y te obliga a concretar, a terminar tus dibujos, porque es muy difícil abandonar un dibujo en un punto. Yo no terminaría nunca un dibujo. Soy muy detallista y obsesivo, y en el diario te decían: trabajá y entregá. Me dediqué a hacer caricaturas para trabajar, pero en realidad lo que más me gusta es pintar y hacer esculturas. La caricatura te permite trabajar, publicar; creo que es como el que escribe, el que hace periodismo o escribe cuentos".

Una nueva vida

Hace casi once años, Luis decidió probar suerte con sus creaciones en Buenos Aires, adonde "desparramó" currículum por todas partes sin mucha respuesta, aparentemente. Pero el destino y su perseverancia quisieron que la suerte estuviera de su lado.

"A Humor llegué por una coincidencia total, porque al principio me habían rechazado. Cuando llevé mi currículum me habían dicho que no estaban recibiendo carpetas y cuando me iba le pedí el teléfono de Carlos Nine a la persona que estaba en la recepción. No me dio bolilla, como si no me hubiera escuchado. Al rato me pasó el tubo y me dijo: para vos. Era Nine el que estaba en el teléfono. Para mí él significaba algo muy importante. (Es como el Maradona del dibujo, aportó Lucas). Cuando hablamos me dijo que estaba yendo para la revista y me pidió que me quedara. No podía tener más estrella, era mi momento y mi lugar", recordó emocionado.

Fue este dibujante el que seleccionó sus dibujos y personalmente se los llevó a Andrés Cascioli. "De ir de la nada llegué recomendado por Nine. Hasta el día de hoy me acuerdo perfectamente bien del telefonista que me pasó el llamado", explicó. "Trabajar para la revista Humor, en ese momento, era como tocar el cielo con las manos, lo máximo para un dibujante. Así como Lucas copiaba mis cosas yo copiaba las de Cascioli entonces; lo tenía allá arriba, era mi líder. Después me dio las tapas de Humor y era estar en el cielo. Así entré a Buenos Aires, adonde fue muy duro ir a trabajar, al principio", agregó.

Lucas metió nuevamente su pincelada: "cuando viajé a Buenos Aires por primera vez, Luis me invitó a su casa, me regaló un par de dibujos, que atesoro con mucho cariño. Esa anécdota (de Humor) me la contó en ese momento no sólo para rescatar el tema de la suerte sino de su determinación. Él fue con un objetivo y consideraba que sus dibujos tenían mucho valor y que no iba a aceptar un no como respuesta, no sin fundamentos. Esto fue otra cosa que también tomé de él: su determinación para conseguir las cosas, insistir y conseguir".

Luego Luis reflexionó: "esta perseverancia era algo que siempre tuve, según decían mis amigos, los del grupo de dibujantes, que éramos como autistas con el dibujo. El trabajo es algo de mucha suerte pero también de determinación. Mi vida fue un poco así: una mezcla de suerte, fuerza, energía, imaginación para inventar cosas, para seguir".

Respecto a su vida en Buenos Aires, opinó que "la ciudad te recibe con todo, con lo bueno y lo malo. Está abierta a todo el mundo pero también te muestra que no va a ser gratis o fácil. Inmediatamente supe que no iba a ser como antes y me costó, y a mi mujer también. Ella se fue para acompañarme y no se fue con algo para hacer. Digo que nos sostuvo el amor porque era algo muy difícil de transitar. En los primeros tiempos la pasó muy mal y se quedó, sólo porque nos queríamos. Nada más. Después conocí mucha gente, del ambiente aprendí mucho".

Nuevas perspectivas

Sus primeros años en Humor y luego en El Gráfico hicieron que el espectro de posibilidades laborales se fuera incrementando. Sin embargo, eran épocas en que la sociedad se acercaba más a la televisión y a Internet y las revistas tendían a decaer en la preferencia del público.

Fue éste otro de los motivos por los cuales Luis Gaspardo decidió aportar algo más de su imaginación. "Trabajé inventándome las cosas porque aprendí que llevaba los dibujos y no pasaba nada. Como a mí me parecían buenos empecé a inventar proyectos, historietas, que empezaron a funcionar. En Billiken tuve una historieta que mantuve durante mucho tiempo, pero no era mi fuerte. También trabajé en Genios, en Clarín, en Mística, Rolling Stones, Caras y Caretas. En casi todos los medios de Buenos Aires publiqué. En La Nación y su revista también publiqué algunas veces. Tuve relación con todos los que admiraba, como Andrés Cascioli, Hermenegildo Sabat, Carlos Nine. Todos me recibieron muy bien, realmente", contó agradecido.

Actualmente, en Buenos Aires hace pocos trabajos de ilustración, que sí produce para España para la revista Con Balón, ya que se dedica a "hacer trabajos de retoque digital y diseño de las fotos de Marcos López. Armamos juntos las fotos y trabajo en la posproducción de sus fotos, aunque también en el diseño de locación, iluminación y composición de sus fotografías (preproducción). Es muy lindo y tengo la suerte de que con Marcos somos amigos y eso está bueno. Esto permite trascender lo laboral y conversar también, algo raro en Buenos Aires. Marcos es un tipo muy generoso y aprendí mucho con él".

Además de estas actuales actividades, Luis fue el encargado de hacer la última tapa de Rolling Stones. En este sentido, contó que "esta revista se empezó a hacer en la misma editorial en que se hacía la revista Humor. Veía que venía la mitad hecha desde Estados Unidos y el resto se hacía acá. Se veían muchas diferencias de calidad de las fotos y de ajustes. Como conocía bastante de Photoshop, que había aprendido gracias a Marcelo Soler cuando estuve en El Litoral, ajusté unas fotos y le mostré a Cascioli. Así fue cómo empecé a trabajar de retocador digital de fotografías. Siempre le fui buscando la vuelta. Después en un momento dibujé en la Rolling y quedó una relación".

Con el mismo gesto amable y la sonrisa que plasmó en su rostro cuando le propusimos hacer la entrevista, Luis se despidió agradecido y continuó saludando a gente que conocía de la redacción, más compañeros de trabajo de El Litoral que nunca olvidará.

Lo primero es la familia

"Yo soy mi obra de arte, y ese yo incluye a mi mujer y a mi hija. Me importa mucho más que todo lo otro. Durante mucho tiempo estuve obsesionado con ser pintor y después sentí frustración por no serlo. Pero la verdad es que tengo una familia tan linda que entendí que esto era mi obra de arte", asegura hoy Luis Gaspardo, orgulloso.

"Me encantaría poder desarrollar la pintura. Cuando pinto, voy llevando la obra de a poco, como dándole sus tiempos. La pintura realmente exige un tiempo que en este momento yo no le puedo dar. Lo que pinto es siempre figurativo; intento inclinarme por paisajes oníricos, pero siguen siendo obras figurativas: se puede en esos trabajos reconocer figuras. Yo estuve muy enganchado con lo que viene después de la pintura, con el reconocimiento, el éxito, y no tanto con pintar. A eso lo aprendí mucho de Marcos López porque la tiene muy clara en este sentido. A él le importa hacer su obra y después ese trabajo marca el propio camino. Uno ve al artista y lo que más atrae es lo que se genera alrededor. Pero primero hay que pintar. Ahora comprendí al menos eso. Hubo un tiempo en que no lo entendía; que hay que darle un tiempo a la pintura, que ya vendrá. Por eso no soy un pintor, sino que estoy en proceso de serlo en algún momento".

Con respecto a sus proyectos, adelantó que en marzo viajará a Bolonia para participar de una Feria de Ilustradores, a la que concurren editores de publicaciones infantiles de todo el mundo. Considera a ésta una excelente oportunidad para "hacer contactos laborales que me permitan trabajar desde acá y vivir un poco mejor. He trabajado mucho para chicos y es como hacer entrevistas de trabajo en todo el mundo, porque van todos ahí. Ése es el plan. Además, los hermanos de mi mujer están viviendo en España, así que si hay una posibilidad de quedarme por allá lo haría. De última, tengo el trabajo en España y con Marcos también estoy trabajando muy bien. Sería una posibilidad más. Quiero ver si se da algún contacto".

apa "rollinga"

Además de las múltiples actividades que despliega en Buenos Aires, Luis Gaspardo fue el encargado de crear la última tapa de la reconocida revista Rolling Stones.

Experimentado

En este sentido, contó que "esta revista se empezó a hacer en la misma editorial en que se producía Humor. Venía la mitad hecha desde Estados Unidos y el resto se elaboraba acá. Se veían muchas diferencias de calidad de las fotos y de ajustes. Como yo conocía bastante el programa Photoshop -que había aprendido gracias a Marcelo Soler cuando estuve en El Litoral-, ajusté unas fotos y le mostré a Cascioli. Así fue cómo empecé a trabajar de retocador digital de fotografías. Siempre le fui buscando la vuelta. Después en un momento dibujé en la Rolling y quedó una relación".