Entre la Rosada y Puerto Madero
Chisporroteos en el doble comando
Lousteau y Moreno siguen la pulseada por el manejo de la economía. El primero responde a Alberto Fernández y el segundo a De Vido. Se encamina el proceso de normalización del PJ y tendría efectos sobre el gobierno.

Nada es la antesala del apocalipsis que gusta pintar la oposición, ni el bosquejo paradisíaco preferido desde el gobierno. ¿Podría acaso ser distinta la dirigencia política a una sociedad propensa a desconocer que los claroscuros existen?

La observación viene a cuento de los problemas que dominaron la agenda económica -la política discurre sobre rieles para el gobierno- de última semana. Son los mismos problemas que persisten irresueltos desde hace semanas, cuando no meses.

La inflación, ante todo. Hace un año que comenzó el proceso de drenaje de confiabilidad que deben tener los índices del Indec con la intervención política del supersecretario de Comercio, Guillermo Moreno. Haya sido por requisito electoral, o por especulación de corto plazo para achicar los pagos de los bonos que se ajustan por la inflación, o por los dos motivos, lo cierto es que las mediciones del Indec perdieron toda confiabilidad, adentro y afuera del país.

Las señales del gobierno, sin embargo, son la contradicción misma. Su defensa contra viento y marea del 8,5 por ciento de inflación en 2007 choca con sus propias decisiones políticas. Cómo explicar sino la bendición gubernamental al aumento de un más de 20 por ciento prorrateado en el año que negociaron los camioneros de Hugo Moyano. Fue una movida precipitada por la necesidad de acotar a ese porcentaje las demás paritarias.

Esta bendición confirma tanto la sensación que la población percibe a diario, como las mediciones que hicieron por las suyas los técnicos del Indec y la que, con implacable lógica elemental, formuló el diputado Claudio Lozano: si en 2007 el IVA creció 34 por ciento y la economía un 9, la diferencia son precios: 25 por ciento de inflación. Siempre y cuando, por supuesto, los datos oficiales sobre IVA y PBI no hayan sido alcanzados por la onda expansiva del descrédito de las mediciones del Indec.

Otros datos

Otra contradicción al respecto. Si ese 8,5 está en lo cierto, por qué el gobierno se empeña desde hace casi seis meses en redefinir el mecanismo de medición de la inflación con el discutible argumento de que los hábitos de consumo de los argentinos cambiaron. El primer ensayo que se hizo con el nuevo mecanismo dio para la risa: el 9 por ciento de enero habría sido 0,4 por ciento; con otro aditamento que también mueve a risa: el cambio de un producto por otro cuando el primero aumenta más de 15 por ciento.

La oficialización de la rectificación que elabora el secretario de Comercio se ha demorado por estas cuestiones. Son las mismas que provocaron la salida de Miguel Peirano de Economía y que ahora resiste, por el momento con mejor suerte su sucesor Martín Lousteau. La nueva medición, pero también la política de ultraintervención en los precios y las retenciones al petróleo, es lo que enfrenta al jefe del Palacio de Hacienda con su supuesto subordinado.

La relación estuvo a punto de salirse de madre esta semana, aunque sólo en apariencia. De la mano de su padrino político en el gobierno, el jefe de Gabinete, Alberto Fernández -históricamente enfrentado al titular de Planificación, Julio de Vido, padrino a su vez de Moreno-, Lousteau salió fortalecido de la pulseada con el secretario de Comercio: forzó su confirmación en el cargo con dos gestos sucesivos de la presidenta, aun con la suspicacia que generó su furcio al presentar como ministro a Moreno. Si se quiere, una victoria menor de Lousteau, que parece aguardar en la gatera el momento de un relanzamiento del gobierno de Cristina, con posibles cambios de gabinete. ¿Será cuando el lunes 10 cumpla tres meses? Hasta ahora, su papel como ministro ha sido recortado ante cada intento por ejercerlo. El último recorte, la eliminación de facultades para que sea él quien aplique las exenciones impositivas a inversiones para producir maquinarias y para obras públicas que sancionó el Congreso esta semana. La reglamentación de la ley será elocuente para saber hacia dónde falla la presidenta.

La pelea técnica por el nuevo Indec, como otras decisiones económicas, es esencialmente política. Moreno y De Vido no mueven un dedo sin órdenes del comando de Puerto Madero. Alberto Fernández y Martín Lousteau gozan de la preferencia del comando de la Casa Rosada. ¿Cómo se dirimirá esa contradicción dentro del doble comando? ¿Será después de que el blindaje político al gobierno de la presidenta haya sido cerrado por el ex presidente? Si es así, hay que tener en cuenta las fechas: el viernes se sacudirá el polvo el Congreso del PJ y comenzará a encaminar el proceso hacia elecciones el 18 de mayo.

Las elecciones, sin embargo, son improbables: sin moros en la costa, Kirchner será proclamado jefe partidario. Puesto él en ese rol político, ¿habrá llegado la hora de que ella ocupe el centro de la escena en la gestión de gobierno que la ha tenido estos tres meses con vuelo bajo?

Versiones

Las versiones que circularon durante la semana en el Palacio de Hacienda daban cuenta de que Lousteau no sólo había tenido enfrentamientos con Moreno, por la instrumentación del nuevo índice de precios al consumidor (IPC) y el funcionamiento del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), sino que también mencionaban una discusión con el secretario de Hacienda, Juan Carlos Pezoa, un hombre de confianza de Alberto Fernández.

Horacio Serafini (CMI)