Nuevos límites a la exportación de carne vacuna

Los rumores en los ámbitos del poder nacional atestiguan que se está gestando un nuevo recorte a la exportación de carnes vacunas. Conviene recordar que desde 2006 a la fecha el recorte supera el cuarenta por ciento, una cifra muy alta y que, según los especialistas en el área, pone en riesgo, en términos estratégicos, la tradicional política de carnes vacunas de la Argentina.

Pertenece a una edad dorada de la Argentina el tiempo de las célebres "vacas gordas", cuando la exportación de carne bovina era una de las claves de nuestra acumulación económica y su calidad, una de las más reconocidas en el mercado mundial. La crisis ganadera en la Argentina no es nueva, pero en los últimos años se ha profundizado a partir de decisiones políticas equivocadas y en más de un caso un desconocimiento de las posibilidades y beneficios de una genuina política exportadora.

Por lo pronto, las versiones más realistas sostienen que ya está a la firma el decreto que propone reducir la cuota de exportación semanal de 40.000 toneladas a 24.000. La cifra es alarmante y ha generado la previsible preocupación entre los sectores cárnicos, menos, claro está, entre aquellos grupos económicos que se benefician con las medidas.

Se sabe que la política del gobierno nacional en la materia es privilegiar por razones de consenso social el consumo interno. El poder nacional, al respecto, es prisionero del prejuicio que sostiene que el argentino puede soportar todas las adversidades menos la prohibición de consumir carnes. Más allá de la humorada, lo cierto es que una política nacional seria no puede declararse esclava de sus propios prejuicios, sobre todo cuando existe la certeza de que si hubiera voluntad política, perfectamente se podrían compatibilizar las necesidades del mercado interno con competitivas políticas exportadoras.

La estrategia ganadera del actual gobierno nacional merece serias críticas y en este punto hasta algunos de los integrantes del poder han admitido los errores. Por el momento, la situación intenta suavizarse diciendo que las medidas que se toman son pasajeras, pero son los hechos los que se encargan de refutar esta afirmación.

Es probable que la equivocada política ganadera del gobierno tenga que ver con los excelentes precios agrícolas en el mercado internacional. En todos los casos, estos factores están determinando una aceleración del proceso de liquidación ganadera, proceso que sería mucho más evidente en las zonas más productivas del área pampeana.

Al respecto, el juicio de los observadores es contundente. Por ejemplo, el periodista Ignacio Iriarte señala que "la soja no sólo avanza sobre los novillos del oeste, también lo hace sobre las vacas de la cuenca del Salado, donde ya se escuchan alquileres superiores a los 400 dólares por lomas con aptitud agrícola".

De profundizarse esta tendencia, el porvenir de la ganadería en la Argentina sería muy oscuro. Lo más lamentable es que por una desgraciada conjugación de factores ideológicos y económicos, entre los cuales no hay que descontar aquellos que provienen de la ignorancia, la Argentina no sólo está destruyendo su ganadería sino que está perdiendo una excelente oportunidad para atender una creciente demanda mundial.