Paternidad y maternidad adolescente
Ir a la escuela, con un bebé en brazos
Con la experiencia de ser padres a temprana edad sobrevienen responsabilidades complejas: intentar trabajar, pretender estudiar y dedicarse a la crianza del niño. Miles de jóvenes en la Argentina pasan por esta situación, durante la que procuran sortear la difícil situación de ser estudiantes secundarios y papás al mismo tiempo.

Lorena Menaker

"Sí, pensé en abandonar porque quería dedicarme al embarazo. Pero no daba para dejar la escuela". Cintia es la abanderada de una escuela ubicada en el norte de la ciudad. Es verano y hace muchísimo calor. Su panza perfectamente redonda estira los botones de una impecable camisa blanca que anticipa su inminente maternidad. A su lado está la abuela, doblemente orgullosa: su primer nieto nacerá -según les confirmó el obstetra- en menos de 24 horas; y será el hijo de una mamá adolescente que ostenta el mejor promedio, por lo cual lleva puesta la banda donde calzó (en cada acto escolar del año) el asta con la bandera argentina.

Sin embargo, dice que le costó continuar en la escuela porque debió faltar mucho; pero, "por suerte", tuvo la ayuda de sus profesores y familiares. "Por estar embarazada no iba a dejar todo. Tuve compañeras que abandonaron porque no tenían el apoyo de los padres. En cambio, yo siempre conté con el estímulo de mi marido, de mi mamá y de los amigos", deslizó entre medio de las sonrisas y la adrenalina propia del último día de cursado. Con la misma energía bailó unos días antes en la fiesta de recepción: "Claro que fui. Bailé igual. Fuimos con mi marido después de que terminó de trabajar".

Abundan datos, estadísticas, programas y opiniones sobre la maternidad adolescente. Pero son pocos los registros oficiales sobre paternidad en ese segmento de edad.

En esa profusa información, el modo en que se sobrelleva la llegada de un hijo mientras aún se es un estudiante secundario es casi inexistente. Las preguntas son múltiples: ¿cómo se adapta la dinámica institucional a esas situaciones?, ¿qué dice la legislación al respecto? ¿Qué significa la escuela en ese nuevo contexto para los jóvenes? ¿Cómo se articula la lógica familiar, educativa y de la salud? ¿Cómo incide el embarazo en los procesos de deserción escolar?

Aunque la escena es alentadora, la historia de Cintia no representa la generalidad de las situaciones que experimentan miles de adolescentes padres -varones y mujeres- en el país.

La provincia y la ciudad no escapan a esas tendencias, que indican -según advirtió la representante del Fondo de Población de las Naciones Unidas, UNFPA, María del Carmen Feijoo- que el índice de embarazo adolescente estaba en aumento en la Argentina: 1 de cada 6 nacimientos (600 mil anuales) corresponde a mujeres de 15 a 19 años.

Las estadísticas argentinas oficiales están por debajo de las ofrecidas por Naciones Unidas: afirman que, en el país, el 14,6 % de los bebés nacidos vivos son hijos de madres menores de 20 años. Y agregan que la mayoría de estas mujeres proviene de hogares de bajos recursos económicos, en una proporción de 17 a 1 en relación con las de más altos ingresos.

En el norte, una realidad cotidiana

La directora de una escuela secundaria de Yapeyú comentó que el 15 % de sus alumnos son padres o madres. "Para ellos es algo natural. Muchos son sostén de hogar: es muy común que a esta edad formen pareja, tengan hijos, se encuentren conviviendo y trabajen", precisó.

Por lo tanto, las contemplaciones y adaptaciones curriculares son muchas: "Esto no significa ofrecerles menor cantidad o calidad de contenidos: los programas son los mismos, pero les damos facilidades".

La institución intenta atenuar las dificultades que puedan surgir en la cotidianeidad de la vida escolar. Por ejemplo: las aulas se trasladan a planta baja, se otorgan regímenes especiales de cursado, y las fechas de exámenes se flexibilizan.

El nacimiento del bebé hace que a las chicas les cueste mucho continuar porque -en general- no tienen con quien dejarlos. Y es recurrente ver cruzar la puerta de la escuela a las abuelas con los nietitos en brazos, para que sus hijas o nueras les den la teta.

"La mayoría se reintegra -explicó la directora-, pero es porque tenemos el comedor abierto todo el año. En el caso de los varones, el abandono se produce en tercer año porque salen a trabajar".

Tan lejos, tan cerca

A menos de 8 kilómetros, en una importante escuela pública del centro de la ciudad, la realidad es diferente. "Este año tuvimos un caso de una chica embarazada de 16 años. Por el tiempo que llevo en la docencia, tengo la impresión de que en nuestro colegio han mermado los embarazos adolescentes".

Quizás este escenario se relacione con la hipótesis que sostiene que a más información menor posibilidad de embarazos. Derivada de ésta, algunos estudios plantean que son los sectores medios y altos los que tienen garantizado el acceso a información variada y adecuada, lo que explicaría que ésa sea la población con menor cantidad de maternidad temprana.

Las cifras oficiales son elocuentes: el 27,3 % de las mujeres más pobres fue madre antes de los 20 años, cuando sólo el 1,6 % del estrato de ingresos más alto ha tenido experiencias de maternidad adolescente, según el informe difundido en 2003 por el gobierno nacional.

En un prestigioso colegio privado mixto, la situación de embarazos adolescentes es aún más inusual: "En esta escuela todavía no se han presentado estas situaciones. Sí hemos tenido -hace mucho tiempo- un chico de quinto año que fue papá. Allí hubo acompañamiento y una fuerte contención. Éste fue el único caso, al menos conocido por nosotros. Hasta ahora no tuvimos chicas embarazadas", explicó la directora. "Estoy segura de que, así como ayudamos en aquel momento a ese alumno papá, hoy volveríamos a hacer lo mismo", concluyó.

Instituciones flexibles

"Siempre les recomendamos que traten de venir y mostrar buena disposición, porque los docentes son flexibles. El tema es que, si se ausentan por tres meses (el tiempo de licencia que se le da cualquier trabajador en el ámbito privado), pierden un trimestre completo, lo cual es un problema serio", explicó la directora de la escuela pública ubicada en el centro de la ciudad.

"En esta institución no hemos visto deserción generalizada por maternidad, pero sí lo constatamos en los casos de chicas de 13 ó 14 años: no vuelven, no lo pueden sostener. En cambio, si esto sucede a los 16 ó 17 años, el retorno es posible", agregó la docente.

En sintonía con lo que sostiene la responsable de la escuela de Yapeyú, Edith Pantelides, investigadora del Conicet en el Centro de Estudio de Población (Cenep), relativiza las posiciones que vinculan necesariamente el embarazo con la deserción escolar: "Es probable que las adolescentes embarazadas tiendan a abandonar la escuela, pero la mayoría de ellas -provenientes de sectores de bajos recursos que quedan embarazadas- ya está fuera del sistema educativo.

"Muchas abandonan también por problemas económicos o porque su proyecto de vida está centrado en la maternidad, no hay una relación causa-efecto entre embarazo adolescente y deserción escolar", insistió la especialista.

Al igual que en las instituciones públicas, las privadas adaptan las normas que rigen la vida escolar: "En nuestra escuela se aplica el régimen de inasistencias comunes. De cualquiera manera, somos muy flexibles. Las dificultades escolares que pueden aparecer son las mismas que podrían suceder en cualquier otro caso especial", explicó la directora.

Buscado, deseado

Los resultados de una encuesta anónima realizada en el hospital Iturraspe de nuestra ciudad son elocuentes: el 50 % de los embarazados son buscados; de la otra mitad, un cuarto no se cuidó (aunque no lo buscaba), y sólo el cuarto restante se embarazó por accidente. Dicho relevamiento fue realizado sobre "los que deciden tenerlos, porque son tantos o más sobre los que no tenemos ninguna información", precisó el Dr. Emilio Schinner, coordinador de Obstetricia del Departamento de Adolescencia del Hospital Iturraspe.

Aunque es casi indiscutible la relación entre información y embarazo, las conclusiones del estudio hecho en el nosocomio contrarían preconceptos muy fuertes asentados en el sentido común de clases medias y altas: que los embarazos en sectores socioeconómicos bajos no son buscados ni deseados.

"La maternidad es signo de superación para ellas -sentenció el Dr. Schinner-. Vienen chicas de 14 años que dicen orgullosas: `Vivo con mi marido'. Esto está aceptado, y la consecuencia lógica de esa convivencia es un embarazo. Mal vamos a arreglar este problema solamente con la anticoncepción: esto lo resolvemos con educación", advirtió el Dr. Schinner.

"Debemos pensar como ellos, y no lo digo en un sentido despectivo: lo que para nosotros está mal, no necesariamente lo está para ellos. A los 15 años deben desarrollarse como mujeres: socialmente, esto implica tener relaciones sexuales. Y tener un hijo implica el derecho a formar y tener una familia, un techo y a ser cuidadas", enfatizó.

En síntesis

Leyes y programas.

Existen normas, tanto a nivel nacional como provincial, tendientes a resguardar el derecho a la educación de madres embarazadas escolarizadas. Poco dicen de los adolescentes papás.

Ley N° 10.947: "Establecimientos oficiales. Educación sexual. Incorporación curricular".

Procura el tratamiento desde 1993 en todos los establecimientos oficiales de la temática de la educación sexual.

Ley N° 11.888: "Creación del Programa Provincial de Salud Reproductiva y Procreación Responsable".

Promueve "la maternidad y paternidad responsables, a través de la planificación de los nacimientos". Busca "garantizar a la población el acceso a información completa y veraz sobre los métodos de control de la fertilidad existentes, naturales o artificiales, asegurando la igualdad de oportunidades en el ejercicio de la libertad personal".

Ley Nacional N° 25.584.

Prohíbe a los directivos o responsables de los establecimientos oficiales y privados de educación pública de todo el país, en todos los niveles del sistema y de cualquier modalidad, "la adopción de acciones institucionales que impidan o perturben el inicio o prosecución normal de sus estudios a los estudiantes en estado de gravidez o durante el período de lactancia y a los estudiantes en su carácter de progenitores. Las autoridades educativas del respectivo establecimiento estarán obligadas, en cuanto a la estudiante embarazada, a autorizar los permisos que, en razón de su estado sean necesarios para garantizar tanto su salud física y psíquica como la del ser durante su gestación y el correspondiente período de lactancia.

Ley provincial N° 12.083.

Prohíbe en los establecimientos de educación oficial, tanto de gestión pública como privada, toda acción institucional que impida el inicio o continuidad en el ciclo escolar a cualquier alumna embarazada o alumno que fuere padre o por cualquier otra circunstancia vinculado con lo anterior, que produzca efecto de marginación, estigmatización o humillación. Dicha ley estipula que el Ministerio de Educación dictará las normas reglamentarias, que deberán contemplar: a) un régimen de justificación de inasistencias durante la gestión y el período post parto; b) franquicias horarias para que la alumna amamante a su hijo y concurra a los controles médicos; c) un régimen especial de evaluación, con la implementación de clases de apoyo si fuera necesario. La justificación de inasistencias y las franquicias establecidas no implicarán la promoción automática del educando.

A veces, un sinsentido

La trabajadora social Liliana Chamorro -del Servicio Social del Hospital Iturraspe- se desempeña en el área de Obstetricia, y es quien realiza la primera entrevista y el seguimiento posterior de las embarazadas, desde que llegan al nosocomio.

La profesional afirma que son muy pocas las embarazadas menores de 15 años que logran acceder -y menos aún terminar- al nivel medio.

"El porcentaje que termina la escuela con un embarazo es realmente muy bajo", expresó. Y el éxito de esta consigna depende invariablemente de la contención familiar o de la situación de pareja que ellas tengan.

En este escenario, el valor asignado al estudio no es homogéneo. Chamorro explicó que en general no le encuentran "sentido real" al hecho de tener una instrucción escolar, sobre todo en aquellos jóvenes que provienen de los sectores más marginados.

"Los adolescentes de otra estructura de la sociedad la tienen muy clara y dicen `yo voy a terminar'. Por ahí tenés una mamá, una hermana o algún familiar que apoya esa decisión, donde -por ejemplo- acuerdan cómo cuidarán al bebé", detalló.

Historia repetida

No es novedad: repetimos -poco más o poco menos- los patrones de conducta aprendidos. Esas matrices nos constituyen y (en general) no zafamos de ellas. Nadie. Esta verdad es la que explica, en parte, el modo en que las adolescentes reiteran paso a paso lo vivido por sus madres y abuelas: "Una adolescente de 14 años repite la historia familiar, porque su mamá fue madre a esa misma edad. Esto es un común denominador en la historia de vida de las chicas", describió Chamorro.

Al respecto, la profesional agregó: "Hay situaciones de chicas que durante toda su vida cuidaron a sus hermanos. Cuando se les cruzó por el camino un varón, se enamoran y se van, como una forma de salir de esa situación".