Opinión: OPIN-02 Ante la necesidad de una planificación energética
Por Ing. Ricardo Scholtus (*)

Podemos decir sin temor a equivocarnos, que la energía mueve hoy al mundo moderno. Por una parte alimenta a todas las actividades de la sociedad, sean éstas económico-productivas, de servicios públicos, domésticas, o de cualquier naturaleza.

La dimensión de los proyectos que atienden la necesidad de energía es tal que requiere prever recursos económicos y financieros de gran magnitud, inversiones en infraestructura, instalaciones físicas, personal capacitado, organización operativa y logística, etc. Para poderse llevar a cabo, requieren indefectiblemente largos plazos.

El precio internacional del barril de petróleo constituye uno de los indicadores significativos de la importancia de las dificultades vinculadas al abastecimiento de energía. Negar la existencia del problema, restarle significación, y no actuar en consecuencia, es la peor de las actitudes si pretendemos encontrar soluciones adecuadas.

Es imprescindible abocarse a la Planificación Energética de inmediato, y apelando a la capacidad y experiencia de los especialistas en el tema. Sean adoptadas por acción u omisión, las decisiones tendrán un impacto decisivo sobre nuestra forma de vida en un futuro más cercano del que se cree. Por lo tanto, es imprescindible sustentar tales decisiones en un análisis basado en información fidedigna y en criterios inteligentes.

Información

Debe, naturalmente, incluir a las disponibilidades actuales, y futuras potenciales de energía; tanto de fuentes no renovables como renovables, así como las inversiones necesarias, sus costos operacionales y otros aspectos descriptivos complementarios.

Se necesita asimismo conocer los consumos presentes y proyectados por sectores de uso.

La información permitirá orientar los esfuerzos prioritarios hacia los sectores que presentan situaciones más críticas, ya sea por su participación en el consumo, o, como en el caso de las fuentes, por la magnitud de las reservas, y la mayor cercanía de su posible agotamiento.

Es importante saber que la satisfacción total de las demandas energéticas provenientes de un crecimiento con una fuerte componente de consumismo desenfrenado, acarrea dos consecuencias negativas importantes.

Una es que acerca el agotamiento de los recursos, y la consiguiente crisis por falta de abastecimiento.

La otra es el impacto ambiental, bajo las formas de cambio climático, calentamiento global y sus múltiples manifestaciones que ya se están haciendo sentir.

Por lo tanto, la rentabilidad empresaria cortoplacista debería dar lugar a un análisis económico más responsable.

Ambas cuestiones difícilmente se den espontáneamente; sólo se lograrán sustituyendo las improvisaciones, por lo que llamamos "políticas de Estado". Un análisis de la información disponible nos llevará inmediatamente, a advertir por ejemplo que no es posible plantearse con seriedad una estrategia de eficiencia energética y de cuidado del medio ambiente, sin considerar el sistema de transporte. Si continuamos transportando las cosechas récords por camiones, y postergamos indefinidamente los modos ferroviario, y fluvial, no habrá estructura ni funcionamiento que resista.

De no entenderlo así, atentaremos contra la racionalidad, iremos a contramano del resto del mundo, derrocharemos recursos naturales, y seguiremos deteriorando el medio ambiente y la calidad de vida.

Tendremos que reconsiderar los festejos por los éxitos de nuestra industria automotriz, que vuelca más vehículos a un parque automotor que satura una infraestructura inadecuada, y colisiona en rutas y calles de nuestras ciudades. En general con un conductor solitario. Y cuando no, con peores consecuencias de los accidentes fatales que protagonizan.

La única explicación posible, es que lamentablemente prevalecen intereses corporativos contrarios al interés general.

Dada la mencionada relación de la energía con los demás sectores, lo dicho respecto del sistema de transporte, se aplica también a las demás actividades económicas privadas y públicas, incluyendo a la propia generación de energía.

Nuestro país va a pasar rápidamente de exportar combustibles fósiles a importarlos a precios internacionales, con las consecuencias fáciles de prever sobre todas las variables económicas.

En Santa Fe

Como provincia, Santa Fe es importadora neta de energía, y por lo tanto fuertemente dependiente del suministro exterior. Tiene entonces, muy alto nivel de vulnerabilidad. Su situación no es evidentemente comparable con las que tienen petróleo o gas en el subsuelo; carece de vientos significativos y de insolación privilegiada. Los aprovechamientos hidroeléctricos necesitan ser actualizados en cuanto a su potencial, factibilidad económica y financiera, y también en cuanto a sus impactos ambientales y la posibilidad de acuerdos con provincias limítrofes.

Su declaración de provincia productora de biocombustibles necesita de una revisión, tanto respecto de su efectiva capacidad de aportar soluciones, como respecto de su balance económico energético y socioambiental. Según el esquema productivo que se utilice, los riesgos de deterioro de los suelos, deforestación del bosque nativo, y desertificación, son realmente preocupantes.

Las usinas generadoras de electricidad anunciadas, preveían su alimentación por gas natural, y ante su carencia en un futuro cercano, por gasoil, que como sabemos, tampoco hay en cantidad suficiente, por lo que resulta notoriamente peor y más irracional.

Como producto de presiones de ambientalistas a la bartola, tiene el triste privilegio de contar con una Ley Antinuclear, que prohíbe cualquier actividad que tenga ese nombre. En la práctica, esta Ley conspira contra la posibilidad de tener generación propia de energía eléctrica, afecta su potencial de desarrollo, y va también a contramano de lo que está ocurriendo en el resto del mundo. Evidentemente, se necesita una discusión con mejores elementos de juicio.

Es importante concretar los anuncios de creación de una secretaría u organismo que entienda en una problemática más amplia que la que atiende la EPE que, aún cuando tenga proyectos de generación, tiene un ámbito restringido solamente a la energía eléctrica, sin ocuparse del resto de la fuentes.

Es inconveniente por donde se lo mire enfrentarse al gobierno nacional en materia energética. Las razones políticas, y las lógicas demuestran la necesidad de participar de proyectos integradores. Estas razones no deben obstar para contar con alternativas y horizontes previsibles.

(*) Decano Facultad Regional Santa Fe, Universidad Tecnológica Nacional.