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SALUD
Una temprana despedida
Dejar el chupete, sin traumas. Cuando el bebé va creciendo debe enfrentarse a varias etapas de madurez: el habla, los primeros pasos, dejar de usar pañales y, por supuesto, abandonar el uso del chupete. Algunos consejos para lograrlo de forma fácil. textos de Patricia Herencias. foto de EFE Reportajes. + por Revista Nosotros.

El chupete es todo un símbolo para los niños. Se trata de su primera posesión, su primer acompañante siempre fiel y un objeto muy preciado por la calma que otorga a su dueño. Por ello, desprenderse de este elemento es un paso difícil para el lactante.

El uso de los chupetes responde a la necesidad de calmar el deseo de succión del bebé. Algo que se origina ya en el útero materno y que persiste durante el primer año de vida del niño.

Sofocar este deseo es fundamental en los primeros meses del bebé pero es un error alargar el tiempo de uso de los chupetes más de lo necesario pues también tiene sus desventajas. Por ejemplo, puede inferir en la lactancia, pues no se sigue el mismo patrón de succión con el chupete que con el pecho de la madre. Además, puede provocar deformaciones dentales o del paladar que habrá que corregir con los años. También favorece la aparición de caries debido a la permanencia en la tetina de restos alimenticios.

Incluso puede llegar a provocar infecciones intestinales o de oído, pues el chupete facilita el paso de bacterias de la nariz y la garganta al oído medio.

El mejor momento

Aunque ni los propios especialistas se ponen de acuerdo con la edad aconsejable para dejar este vicio infantil, al menos todos coinciden en una idea: el niño debe haber abandonado su uso cuando comience a ir a la escuela o guardería.

Dejar el chupete entre el primer y segundo año de vida es lo más recomendable. Como mucho, prolongar su compañía hasta los tres años.

En cualquier caso es importante que este paso no coincida con ningún otro acontecimiento decisivo de la vida del niño como el nacimiento de un hermano o el abandono de los pañales.

Este es un proceso complicado para el bebé, por lo que conviene concientizarse de la necesidad de ayudarlo a dejar el chupete sin traumas y de forma voluntaria.

¿Qué hacer?

Para lograr que el niño abandone esta costumbre hay que reducir los ratos que pasa con el chupete hasta que sólo lo utilice para dormir. Esto puede hacerse proponiendo metas al niño que después tendrán su premio.

De igual manera, se puede hacer uso de la reafirmación positiva, que es eficaz en niños mayores de un año. Es decir, cuando se comporte maduramente y consiga pasar ratos sin el chupete, felicitarlo y darle un extra de mimos, con frases del tipo "íqué mayor eres!".

Al dormirse, quitarle suavemente el chupete para que pierda la costumbre de tenerlo todo el tiempo en la boca.

Hay que guardar los chupetes, que el niño no los tenga a la vista. Cuando lo pida, no conviene dárselo aunque llore; lo mejor es intentar distraerlo o llamar su atención hacia otra cosa.

El premio no puede ser el propio chupete. Si el niño consigue dejarlo a ratos no hay que volver a dárselo, ni siquiera para calmar rabietas provocadas por otros hechos como una reprimenda o una caída jugando que le haga llorar.

Por último es importante tener paciencia y no caer en la desesperación ante posibles fracasos. Esta es una etapa más del crecimiento y madurez infantil y el niño necesita comprensión para alcanzar la meta final. Los padres pueden ser el mayor estímulo para llegar a ella.