Opinión: OPIN-06 Llegan cartas

Acueductos para el norte santafesino

Señores directores: Siempre fue un problema el agua potable en el norte santafesino, parte de la provincia del Chaco y Santiago del Estero. También lo fue para el ferrocarril, que trazadas sus líneas férreas, por todos los medios posibles buscaron agua potable para alimentar las calderas de las locomotoras a vapor y así poder circular con los trenes. En estas zonas, corrían trenes aguateros para llevar ese elemento a los depósitos donde era necesaria y también para la población. Los trenes de carga llevaban vagones tanque de 30 m3. de capacidad para dejarlos en donde el agua era buena, por ejemplo San Justo, Santa Fe, completarlos con ese líquido y devolverlos donde se necesitaba. Su destino más cercano era para los talleres de San Cristóbal. No era fácil la tarea para tener en su lugar y su momento, ya que las locomotoras a vapor no funcionan sin agua.

En esa incesante búsqueda, los técnicos del ferrocarril efectuaron perforaciones en distintos lugares y en otras construyeron represas donde se juntaba agua de lluvia que luego de filtrada servía para las locomotoras. En esa tarea, en la década del cuarenta, perforaciones efectuadas en Simbolar, provincia de Santiago del Estero, se encontró agua de muy buena calidad y un buen caudal. Se efectuaron cinco perforaciones que mediante bombas entregaban 60 mil litros/hora. La empresa construyó un acueducto a la par de la vía, 90 km hasta Suncho Corral, S. del Estero, entregando el agua a una cisterna. En este acueducto el agua circula por diferencia de nivel, por eso cada más o menos 10 km hay columnas limitadoras para evitar que el exceso dañe el sistema. Todo muy bien pensado.

Desde Suncho Corral, circulaban trenes aguateros para llevar el agua a Añatuya, Quimili y Tostado. También las estaciones contaban con aljibes que se llenaban para consumo propio.

Al final de la década del cincuenta y principio del sesenta, el acueducto siguió a la par de la vía hasta Añatuya 75 km con caños de cemento armado, construidos en ese mismo lugar por una empresa particular, entonces el agua llegó a dos cisternas de 40 mil m3 cada una y que luego de bombeada, servía para la empresa y la ciudad. Los técnicos siguieron pensando en continuar con el acueducto a Tostado, 130 km, pero la empresa comenzó a reemplazar la tracción a vapor por la locomotoras diésel eléctricas, de manera que el agua cada vez fue menos importante.

Como empleado del ferrocarril Gral. Belgrano, ya jubilado y conociendo muy de cerca el tema, no costaría mucho verificar si el caudal de los pozos de Simbolar permiten un normal abastecimiento para continuar con el acueducto a Tostado, y de esa manera resolver el problema del agua potable para esta castigada ciudad.

Amado V. Carboni - LE: 6.192.798. Ciudad.