Deportes: DEPO-16
Análisis
"Había canchas donde entrábamos a los tiros"
Por un ex integrante de la barra de Unión

El único interés que teníamos en aquel entonces era las entradas. El club nos las daba y las revendíamos. De los jugadores recibíamos algo, que era sólo para viajar; y los dirigentes también nos pagaban una parte del micro.

Drogas no había. El que se iba de loco era porque estaba borracho, sólo dos o tres fumaban algo. En mi caso, jamás tomé droga ni nada por el estilo. Pero, en verdad, la influencia de otras hinchadas hizo que entrara la droga y otros trabajos ilícitos, como billetes falsos o tarjetas robadas, y negociaban con nosotros porque eran amigos.

Había un jefe y cuatro o cinco que respaldaban. Recuerdo que, a algunas canchas, entrábamos a los tiros y que hubo una gran pelea el día que perdimos con Maipú, en el 88. Volvíamos de Mendoza y nos agarramos adentro del colectivo. En ese viaje, la barra se dividió por intereses económicos. Yo le tuve que pedir al chofer que parara el micro para seguirla abajo, porque se bamboleaba de un lado al otro.

El problema con la policía era porque muchas veces nos buscaban, nos provocaban. La Guardia de Infantería, recuerdo, era de hacer esas cosas. El día del partido con Independiente, cuando saltó uno con camiseta de Colón a festejar, se armó una grande. Terminamos yéndonos de la cancha con los gases lacrimógenos. Con el capo de la barra fui a buscar al jefe del operativo, para decirles que los íbamos a pelear de civil y afuera de la cancha. "Vamos a la playa de Guadalupe y nos agarramos", les dijimos. Quedaron en llamarnos y no lo hicieron.

Otra brava fue la del día del partido con River en la cancha de Colón, que ganamos 3 a 1. Sabíamos que la hinchada de Colón nos estaba esperando, pero a la bandera grande la llevamos igual. Cuando salíamos, había uno con una carabina en la rotonda, nos tiró dos o tres tiros y se le trabó. íTe imaginás cómo quedó después de eso! Llevamos bombas molotov, cadenas, fue una locura. Tengo marcas, porque una vez nos emboscaron entre la policía y la hinchada de Colón. La policía nos traía por Zavalla y la de Colón iba por San Lorenzo. Cuando llegamos a General López, sentimos el ruido de las itakas, porque la policía venía detrás de nosotros. Ahí tuvimos que salir corriendo. A algunos, los persiguieron hasta la cancha de Unión; a mí, hasta el hospital. Me tuve que tirar abajo de un auto estacionado.

Hoy, el problema es que en las hinchadas hay delincuentes, tipos que durante el día te mataron uno y que a la noche van a la cancha. Nosotros hacíamos cosas de delincuentes, pero no éramos delincuentes. La policía controla, pero no previene. Es responsable de lo que pasa porque, cuando se arma la pelea, es imposible pararla. Y, cuando reprime, lo hace sin miramientos.

Eso sí, nosotros siempre teníamos un código: no le robábamos a nadie de nuestra hinchada. Y, si sabíamos de alguien que lo hacía, le dábamos.