José está eufórico. Acaba de llegar de Buenos Aires y no para de hablar del acto de Plaza de Mayo. Asegura que nunca vio tanta gente.

-Mientras haya colectivos disponibles y choripanes a granel siempre habrá gente en Plaza de Mayo -observa Marcial con una sonrisa.

-Eso dicen los gorilas. Lo mismo dijeron en 1945.

-Si yo no me equivoco -responde Marcial- el pueblo también llenó la plaza el 16 de setiembre de 1955. Y con Galtieri hizo lo mismo. Y algo parecido ocurrió con Bernardo Neustadt y el pastor Palau... es más... creo que si nosotros, los de esta mesa, queremos llenarla, también lo hacemos...

-En el 55 no estaba el pueblo, estaban los gorilas -contesta José a boca de jarro.

-Y ahora los gorilas controlan la ruta -ironiza Abel.

-También controlan a los caricaturistas -digo como para echar leña al fuego. -Sábat, uno de los mejores dibujantes de la Argentina, también cayó en la volteada.

José dice que no se puede ser progresista y apoyar el paro de los oligarcas del campo: -Página 12 es el único diario que se opone a los gorilas.

-Pagina 12 es el único diario comprado por el gobierno -contesta Marcial-, al punto de producir el milagro matemático de ser el diario de menor tiraje y mayor publicidad oficial.

-Yo admito que ustedes sean gorilas, lo que no les perdono es que en esta encrucijada estén con los oligarcas.

-Lo estuve escuchando a De Ángelis y mirando las imágenes de los piquetes en las rutas... si ésos son oligarcas yo soy el príncipe de Gales -dice Abel riéndose.

-Lo que vos no entendés -le digo a José- es que las retenciones no son un impuesto a las ganancias o a la riqueza, son un peaje a la producción en donde los más perjudicados son los pequeños y medianos productores.

-Sin embargo, la Sociedad Rural y los diarios de la oligarquía los apoyan.

-La Sociedad Rural es la que menos tiene que ver en este conflicto -explica Abel-, acá los que están enojados son los que el gobierno dice defender: los productores chicos y medianos.

-Suponer que los oligarcas están en la Sociedad Rural -dice Marcial- es tan anacrónico como creer que el Jockey Club es la institución de los dueños del país.

-A mí me llama la atención -contesta José- que ustedes que se llenaban la boca contra los piqueteros pobres, ahora no dicen una palabra sobre el corte de las rutas y el desabastecimiento en las ciudades. ¿Dónde quedó ese principio de que mi derecho termina donde empieza el derecho del otro? ¿o acaso eso vale sólo para los pobres?

-Yo no creo que cortar la ruta sea bueno -dice Abel.

-Yo no creo que sea bueno -digo yo- pero el gobierno no puede desconocer el poder económico y social del campo. Antes de hacer lo que hicieron deberían haberlo pensado.

-Eso parece más una amenaza que una reflexión democrática -observa José.

-Lo que ustedes deberían admitir es que en algo se equivocaron -dice Abel-, antes de victimizarse deberían hacerse cargo de que las retenciones no las cobran porque quieran distribuir la riqueza, sino para disponer de poder económico y corromper a los pobres con dádivas y apretar a los gobernadores.

-No comparto -dice José.