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DESTINOS
Un país de gran potencial y belleza
Portugal hoy. Tiene poco más de doce millones de habitantes, de los cuales dos millones viven en Lisboa, su capital. Es un país en desarrollo, vital, ordenado, sin inseguridad, en cuyas ciudades y pueblos más importantes se advierte un nivel de bienestar social que sorprende. textos de J. M. Taverna Irigoyen.

Portugal es hoy el país más barato de Europa (hecho que impulsa al turismo, que en 2006 superó los trece millones) y uno de los que ofrece, en el último lustro, mayor índice de desarrollo industrial.

El país, en sus poco más de 92.000 kilómetros cuadrados, está atravesado por grandes autopistas y amplias carreteras que favorecen la circulación rápida y sin accidentes. A lo largo de más de 3.400 kilómetros recorridos, quien esto escribe no advirtió un solo bache y sí numerosos controles viales tanto oficiales como de quienes administran estas rutas. Pero lo que asombra más es el mantenimiento de puentes y túneles, de calzadas y desagües; la notable eficiencia y el orden que enmarcan tanto la señalización vial, cuanto todos los aportes técnicos de alta tensión, fuentes de energía eólica, etc.

A las márgenes de los grandes centros urbanos, fábricas y parques industriales dan cuenta de un poderoso impulso de desarrollo que los portugueses han sabido encauzar en pocas décadas.

El despegue político y económico

Tras 40 duros años de gobierno paternalista de Antonio Oliveira Salazar, en que el país se ancló económica y socialmente, Portugal comenzó a despegar en 1974, después de aquella revolución de los claveles que lo devolvió a una vida democrática y participativa.

Después de aquel frustrado estado novo, el pueblo lusitano pudo volver a soñar tiempos mejores y a desafiarse en emprendimientos empresariales de envergadura. Desde ahí, el país vuelve a recuperar -si no la gloria de sus épocas de navegantes y conquistas por el mundo-, un auténtico protagonismo sociopolítico en la región.

Ya sin colonias (Angola, Mozambique, Guinea-Bissau), su crecimiento perfiló cambios en profundidad. Hoy, dentro de la Comunidad Europea, Portugal es innegablemente -a pesar de no figurar con frecuencia en los medios- un país del primer mundo.

Da placer comprobar en qué grado se hace la explotación de la tierra (ganado, vides, olivares, canteras de mármol, minería) y con cuánta inteligencia se sabe usufructuar y readaptar las condiciones geográficas tanto favorables como adversas.

Historia y presente

Todos los patrimonios de Portugal están cuidados, custodiados, preservados. Cientos de iglesias, monasterios, castillos, arcos, acueductos, constituyen un respetuoso testimonio no sólo histórico, sino de asumida vocación por las tradiciones.

Junto a auténticas reliquias góticas, románicas, del manuelino y del barroco, emociona advertir que cuadrillas de auxiliares conducidos por arqueólogos continúan exhumando patrimonios en pequeñas poblaciones y aldeas de montaña.

"Portugal ofrece seguridad y calidad frente al turismo masificado", recuerda Manuel Pinho, ministro de Economía e Innovación portugués.

El nuevo aeropuerto y el AVE que unirá Lisboa a Madrid en el año 2014 -en poco más de una hora- y el Lisboa-Porto, son sólo una parte de las políticas de desarrollo. Porque la costa oeste de Europa, como intentan promocionarla, posee y ofrece ya mucho más. Hotelería de alto nivel, una gastronomía tentadora, arte y arquitectura contemporánea, campos de golf y resorts de lujo, la movida joven, servicios públicos inobjetables, una red amplia y permanente de información.

¿País sin droga?, puede preguntarse más de uno ante la seguridad imperante a todo nivel. País con poca droga, replegada hasta hoy en aislados ghetos en las ciudades más pobladas.

Inversiones hacia el futuro

Las obras públicas son una de las claves del crecimiento portugués actual. Listo para gastar 16.000 millones de euros, el país ha reducido su déficit público del 6,65% hasta un poco más abajo del 3%. Las previsiones acercan el 2014 como la fecha de grandes concreciones.

La tierra lusitana, con sus herencias fenicias, árabes, visigodas, románicas, celtas, ibéricas, late y palpita en las aterrazadas colinas con olivares, viñedos, encinas, alcornoques, castaños y almendros en flor.

Junto al Tajo y a las riberas del Duero, la vida muestra sus facetas de labranza y riego.

Tierras de Tavira y Lamego. Caseríos de Porto y Evora. Castillos de Almourol, Cascais y Sintra, de Mertola y Vila Vicosa. Puentes de Guimaraes y Fátima, de Lisboa y Faro: entre Eiffel y Calatrava... Monasterios e iglesias de Ovido, Lagos, Marvao.

Costas con pueblos blancos de Albufeira a Nazare. Ciudades amuralladas, azulejos y mosaicos, veredas dibujadas con millares de trozos de mármoles multicolores. El mudéjar dialogando con el barroco. Braga, la capital religiosa, con Bom Jesus. El monasterio de Batalha. Coimbra, con su famosa universidad...

Portugal: el ayer conjugado con un presente que se proyecta poderosamente.

Una ciudad moderna: Lisboa

Lisboa es una capital pujante, con enormes y modernísimos edificios en su área céntrica.

Posee más de 60 museos de excelente nivel y uno de arte contempráneo, el Museo Berardo -inaugurado en junio de 2006-, que constituye un gran orgullo no sólo para Portugal, sino más aún para Europa.

Llaman poderosamente la atención la limpieza y el orden en barrios, calles y paseos (esta impresión se renueva en todas las poblaciones visitadas, de sur a norte), y el cuidado de plazas y parques en los que -en pleno invierno- el césped y las flores sugieren el equívoco de una primavera.