Política: POLI-03
Los efectos de la protesta rural
El enfriamiento de la economía
La decisión del campo de no exportar amenaza con provocar un fortísimo cimbronazo al superávit fiscal y comprometer toda la política económica. Por eso, el gobierno apuesta al desgaste, para que los productores se vean obligados a vender. Mientras tanto, los efectos del conflicto se sienten en la construcción, la industria agroquímica y mecánica, los frigoríficos y el mercado de créditos.

Sergio Serrichio (CMI)

La modalidad de la segunda fase de la protesta agropecuaria, que busca impedir la comercialización agrícola para exportación, apunta a dos de los pilares del "modelo K": los superávits comercial y fiscal. Para lograr su objetivo, sin embargo, los productores deberán tener mucha disciplina y "aguante", la misma cualidad que ayer dijo tener en abundancia la presidenta Cristina Fernández.

En ausencia de un mecanismo de coordinación "natural" como lo fue en marzo el bloqueo casi total, cada productor estará tentado de hacer algún negocio. A veces, puede ser, incluso, una cuestión de sobrevivencia. Si el campo logra retener el 30 por ciento de la cosecha, calculó el economista y consultor Miguel Angel Broda, las exportaciones del país caerían en nada menos que 9.000 millones de dólares y la recaudación fiscal lo haría en 10.000 millones de pesos.

Pero ése es un cálculo de base anual, y si bien bancos y proveedores de las zonas rurales han registrado una notable demanda para la compra de silos-bolsa, adonde retener la cosecha, es improbable que los productores puedan sentarse tanto tiempo sobre una parte tan importante de su mercadería. Ésa es una de las dificultades a las que apuesta la estrategia de desgaste del gobierno.

Eso no significa, sin embargo, que una eventual "derrota" del campo equivalga a una "victoria" oficial y, mucho menos, de la sociedad. En la medida que el efecto del paro no se circunscriba (de hecho, no puede hacerlo) al mazazo sobre los saldos comercial y fiscal, también impactará el abastecimiento interno y, así, el nivel de precios. Y al haber efecto sobre los precios, también lo habrá sobre las expectativas económicas y las variables financieras, que suelen "anticipar" (aunque a veces muy mal) las tendencias del resto de la economía.

Una primera aproximación al probable efecto sobre la economía real (esto es, sobre la producción y demanda de bienes y servicios, el empleo y los salarios) es repasar el impacto del lock-out de marzo. En esa ocasión, lo prolongado (21 días) y extendido (el bloqueo de rutas fue casi total) del conflicto causó desabastecimiento y produjo una caída de 10 por ciento en el rubro Alimentos y Bebidas del "Estimador Mensual Industrial" de marzo.

Efectos en cadena

Los efectos más inmediatos han sido repetidos en los últimos días: fuerte caída en la demanda de maquinaria e insumos agrícolas, suspensiones en los frigoríficos, resentimiento de la construcción en zonas agro-intensivas y efectos en actividades insospechadas. "Alrededor del 60 por ciento de la aviación general (de la Argentina) se vincula con el sector agropecuario, sea por el uso de aeroaplicadores o por el uso de aeronaves en cuestiones conexas", advirtió ayer una publicación del sector.

La segunda fase de la protesta no haría sino agudizar estos efectos. Además, volviendo a las lecciones de marzo, el respingo de los precios hizo entonces que en provincias como Santa Fe y San Luis, ajenas a los dibujos del Indec, la inflación superara el 4 por ciento mensual.

A su turno, el aumento de los precios complicó la situación financiera. En febrero, recordó el consultor Miguel Bein en un reciente informe, las tasas de interés en los bancos habían retornado a los niveles de mediados de 2007 (antes del julepe financiero global, por la crisis de las hipotecas en Estados Unidos), pero al acelerarse la inflación se volvieron más negativas: cada vez se hizo más evidente que tener dinero en el banco equivale a perderlo de a poco.

Pero lo peor es que la mayor inflación abortó también una incipiente dinámica de crédito a tasa fija que había empezado a surgir sin necesidad de subsidios o intervención del Estado. Ese tipo de efectos repercute fuertemente sobre el sector inmobiliario y la construcción y, algo menos, sobre el automotor. En bienes durables de consumo (bienes del hogar, electrónica, etcétera), el efecto es más ambiguo, porque si bien puede haber menos crédito, hay un incentivo a comprar "antes de que los precios suban".

Llamado de Duhalde

El ex presidente Eduardo Duhalde aseguró anoche que el sector agropecuario "tiene razón" en sus reclamos al gobierno y sostuvo que "aquel que es presidente de todos debe escuchar las necesidades de todos", en lo que pareció una crítica a Cristina Fernández de Kirchner.

En una disertación realizada en la Fundación Italia de Rosario, Duhalde manifestó que "nadie espera de mí palabras críticas y sería injusto no reconocer lo que ha hecho el campo por el país. Los argentinos tienen que ser agradecidos y hoy este sector tiene razón".

En este sentido, criticó al gobierno porque "no se puede resolver los problemas sin dialogar" e insistió en que en la Argentina "se confunde crecimiento con desarrollo. El crecimiento es casual y el desarrollo causa. Además, este gobierno cree que el crecimiento es desarrollo, se enamoraron del crecimiento como (el ex presidente Carlos) Menem de la convertibilidad".

Por último, le dedicó una palabra a la dirigencia política utilizando su histórica frase: "La Argentina está condenada al éxito pero esto depende de que la dirigencia entienda el mensaje, cosa que aún no ha hecho".