Opinión: OPIN-04 Antonio Orlando y los cambios "cosméticos" en Cuba
El ganador del Premio Alfaguara habla sobre su novela "Chiquita" y sobre el destino de Cuba. Foto: agencia EFE.

El escritor cubano Antonio Orlando, ganador del Premio Alfaguara con su novela "Chiquita", cree que los cambios que se han producido hasta ahora en Cuba "son ridículos y muy cosméticos", ya que la verdadera transformación sólo llegará con la democracia y con el reconocimiento de "los derechos humanos".

"No veo una voluntad significativa de cambio mientras no se permita pensar libremente en Cuba, ejercer el derecho al voto o entrar y salir del país, y mientras haya personas encarceladas por disentir", afirmó Orlando en una entrevista. El escritor reside desde hace años en Miami, Estados Unidos, y recientemente viajó a España para recibir uno de los premios más importantes del ámbito hispánico.

Escritor, editor y periodista, Orlando tiene fama de ermitaño, pero trata de "tomar filosóficamente los compromisos" que supone haber ganado este galardón, dotado con 175.000 dólares, y que, con la novela ya en las librerías, le permitirá "traspasar fronteras y conquistar miles de lectores".

Nacido en 1956, Orlando se fue de Cuba a los 34 años, dejando atrás "una carrera literaria sólida" y cinco premios de la Unión de Escritores y de Artistas Cubanos.

"No fui un perseguido político ni tuve dificultades para publicar. Me alejé de Cuba porque no creía en ese régimen y sabía que había un mundo más allá", asegura el escritor, que ha residido en Costa Rica y Colombia, antes de hacerlo en los Estados Unidos.

Desde Miami sigue con sumo interés las noticias relacionadas con su país tras la renuncia de Fidel Castro, y asegura que es poco optimista sobre el futuro de Cuba. "En un país donde no existe la libertad de expresión ni la oportunidad de decidir por quién se vota, son muchas las cosas que hay que cambiar para pretender que poder comprar un móvil sea algo significativo", señala el escritor.

Orlando alude también a la posibilidad que se baraja de autorizar en Cuba el matrimonio homosexual y, aunque ese hecho sería una conquista, asegura que, de momento, sólo es "un intento más de seducir a la opinión pública", porque "hay cosas mucho más importantes a las que no se tiene derecho. Cuando hablamos de cambios lo hacemos de esos "pequeños detalles' -ironiza- que distinguen una dictadura de una democracia. Se trata de derechos inalienables del ser humano" .

Para Orlando "es muy triste" que en Cuba no se haya difundido la noticia del Premio Alfaguara, que él ganó con la biografía novelada de un personaje "fascinante por su independencia, su autonomía y su deseo de transgredir las normas" .

Se trata de la liliputiense cubana Espiridiona Cenda, que, pese a sus 66 centímetros de estatura, triunfó en los escenarios de los Estados Unidos y de Europa a finales del siglo XIX y principios del XX.2

Como buen novelista, Orlando es "un mentiroso profesional" y en el libro ha entremezclado "sin el menor escrúpulo verdad histórica y fantasía", pero "Chiquita" -o "la muñeca viviente", como también le decían-, existió, y fue testigo de "momentos históricos importantes para la historia de Cuba y del mundo".

Como puso de relieve el jurado del premio, el autor combina con maestría en la novela las peripecias vitales de la protagonista con la recreación de episodios históricos, entre ellos la guerra de los mambises por la independencia cubana y la intervención de los Estados Unidos en ese proceso. El lector encontrará en las 500 páginas de "Chiquita" capítulos "que parecen fruto de la imaginación, pero que son reales, como los loros parlantes que anunciaron en Nueva York el debut de la liliputiense o el landó a su medida, acompañado de dos ponies enanos, que le regaló el presidente de Estados Unidos William McKinley. Chiquita es una más de muchas liliputienses que fueron famosas en aquella época. Había todo un fervor por ese tipo de personajes, quizá por la fascinación que ejerce sobre la gente lo prohibido y lo diferente", comenta el autor de la novela "Aprendices de brujo" y de numerosos libros de literatura infantil.

A diferencia de Chiquita que, tras triunfar en el extranjero, desea volver a su país, Orlando no quiere regresar a Cuba "porque los paraísos perdidos solamente existen en nuestra imaginación. La Cuba que yo recuerdo con cierta añoranza es la Cuba de mis amigos, y casi todos ellos han tenido que salir de la isla y vivir en los lugares más insólitos del mundo. Yo no puedo sentir nostalgia de una entelequia, de algo que ya es imposible reproducir nuevamente", dice.

Ana Mendoza (EFE)