Salud: SALUD-01
Las técnicas de fertilización asistida ayudan a las parejas a concebir
Los hijos fruto de la medicina y el amor
Ansiedades, temores y miedos son los sentimientos encontrados de las parejas que buscan un bebé. Foto: Archivo El Litoral.

Aunque no existen estadísticas locales, muchos conocemos casos cercanos de parejas que no pueden conseguir un embarazo. Actualmente, los avances en medicina reproductiva permiten evaluar cada caso y darles el tratamiento adecuado para poder ser papás.

Un hermoso móvil con animalitos acaparaba la atención de la beba. Tranquila en su moisés, movía los bracitos y permanecía calma, como sabiendo que se tenía que portar bien porque su mamá, en el comedor, tenía visitas. En su pequeño mundo de apenas dos meses y medio desconocía que la charla la tendría como protagonista, aunque también a sus papás.

"Llora todo el día, según el pediatra porque es malhumorada, pero vale la pena", me confesó su mamá, quien desde hace más de cuatro años se venía sometiendo a varios tratamientos para conseguir quedar embarazada. Y continuó: "Parece que con tantos llantos nos dijera "si tanto me quisieron, acá me tienen, así soy'".

María (prefirió no dar su nombre verdadero) tiene 31 años y, con su esposo, siempre tuvieron la idea de formar una familia, desde que se casaron. Pero el destino les puso múltiples escollos que sobrepasar ya que ambos tenían factores orgánicos que impedían lograr un embarazo de manera natural. Sin embargo, la vida luego les dio la posibilidad de ser padres de una hermosa beba, tras someterse a varios tratamientos de fertilización asistida.

"Es agotador psicológicamente y los dos tienen que estar convencidos de que están haciendo lo que quieren. En el medio, te pasa de todo: ves chicos y se te caen los lagrimones, o las propagandas de pañales te hacen llorar. Todo lo que vos querés no depende de vos. Podés matarte estudiando y rendís bien; podés trabajar mucho y ahorrar, pero esto pasa porque Dios te diga sí. Pensaba que iba a tener que renegar más todavía porque estaba muy complicada biológicamente. Todo lo otro que logres no tiene valor para mí, si no tenés una familia, y si tenés las herramientas de la ciencia para lograrlo bienvenidas sean", aseguró.

Una larga espera

De esta manera contó su caso: "Buscábamos un embarazo desde hacía cuatro años, de manera intensiva, cuando tenía 27 años. Mi médico de acá me mandó a Rosario después de que habían pasado siete meses que buscaba y no quedaba embarazada. Todos te dicen que tenés que esperar un año, pero como veníamos haciendo todo lo que nos aconsejaban y no lo conseguíamos, decidimos seguir consultando allá, no esperar más".

En su caso, los primeros estudios básicos mostraron que el factor masculino estaba alterado, motivo por el cual a su marido se sometió a una intervención quirúrgica. Pero luego de seis meses la situación no mejoró y decidieron someterse a un tratamiento de fertilización in vitro. "El primero fue en 2004 y no resultó. Pero en ese momento, con las ecografías transvaginales que me hicieron, se dieron cuenta que tenía un quiste y endometriosis, algo muy común en las mujeres como causa de infertilidad. Ahí nos dimos cuenta que también teníamos el factor femenino alterado. Me operaron de endometriosis y quedé embarazada espontáneamente a fin de año, pero después lo perdí por un problema en la sangre que me provoca abortos espontáneos", recordó.

A los dos meses volvió a quedar embarazada pero ocurrió lo mismo: el embarazo no prosperaba por ese mismo motivo. Fue así que decidió buscar la opinión médica en Buenos Aires, adonde le explicaron que su ovulación venía en decaimiento, además de tener ese problema en la sangre. A partir de este diagnóstico, le indicaron otro tratamiento in vitro, que también falló, e intentaron nuevamente en junio de 2007, gracias al cual nació su beba.

Una familia como prioridad

La charla fue cortada durante un rato porque la beba empezó a llorar. Como una cuestión de género heredada quería participar de la conversación que escuchaba desde su cuarto, estar con su mamá. La charla siguió y el tierno regazo materno fue el bálsamo para volver a su tranquilidad.

"Hoy en día es muy común, a muchas chicas le pasa. Dice que influye mucho el factor psicológico pero en algunos casos hay otros factores que influyen. En la parte emocional es muy desgastante todo esto. Llevábamos muchos años de novios y cuando nos casamos queríamos tener chicos enseguida. Estaba en una edad en que todas mis amigas empezaban a tener hijos, que en la reuniones el tema principal son los pañales o los problemas en el jardín", recordó.

Asimismo, aclaró que "siempre les conté esto a mis amigos y por eso incentivo a las chicas que les cuesta quedar embarazadas para que vayan al mejor médico y no pierdan tiempo si no se encuentra una solución. El costo del tratamiento no se compara con nada si es tu proyecto formar una familia. Con mi marido decíamos que íbamos a vender el auto o la casa hasta lograrlo. Si tenés como prioridad formar una familia nada es plata. Las obras sociales sólo cubren las ecografías, los análisis, lo básico, pero no los tratamientos.

Tenés toda una vida por delante para cambiar el auto o para gastar plata en otra cosa pero no podés esperar para un hijo porque tu organismo te juega en contra. Me decían que me lo tomara con calma porque era chica, pero yo ovulaba como una mujer grande y teníamos otras complicaciones. No sabíamos si iba a lograr tenerlo con tanto que nos jugaba en contra. Nos pusimos medio obsesivos".

Por último, advirtió que "todo el proceso es cruento: se te hincha la panza, te hacen varios controles transvaginales, te sacás sangre, estás pendiente de minuto y hora durante un mes antes, durante y después de la estimulación: te sacan los óvulos en una operación, que es un poco doloroso, a los cuatro días te transfieren el embrión; tenés que esperar 10 días para saber los resultados, etc.. Si no quedaba me iba a hacer otro tratamiento. Las chicas que ovulan mucho, no es mi caso, tienen posibilidades de congelar embriones pero a mí nunca me alcanzaban para eso. Lograba sólo los embriones que me transferían. Pero te aseguro que vale la pena".

Una situación de a dos

La Psicóloga Miriam Girolami, de Rosario, integra un grupo interdisciplinario de profesionales que asiste a parejas que realizan tratamientos de reproducción asistida. Consultada por El Litoral, opinó que "la imposibilidad de lograr el embarazo repercute en todas las áreas de la pareja ya sea interpersonal, intrapersonal, familiar, laboral y social. El conocimiento de que se tiene un problema de infertilidad conduce a experimentar emociones, sentimientos y estados muy confusos y difíciles de controlar porque también implica replantearse un cambio en el proyecto original de la pareja, por ejemplo, la idea de tener una familia numerosa, el significado de su plan de vida, la continuidad genética, en algunos casos".

Asimismo, explicó que "los sentimientos más comunes que experimentan las mujeres en infertilidad son: frustración, confusión, temores, aislamientos, tristeza, desesperanza, ira, bronca, inseguridades, descenso en su autoestima, entre otros. Pero son sentimientos y emociones -aunque negativas- tan humanas y reales que sólo pueden comprenderlo aquellos que han atravesado o atraviesan en estos momentos la crisis que significa la infertilidad".

En tanto, aseguró que "cuando vienen a la consulta no se trata de darles consejos sino de ayudarlos a que juntos puedan elaborar el impacto que causa la infertilidad, que es una situación de a dos, independientemente de quien tenga la dificultad; que juntos tienen que proporcionarse apoyo, contención y seguridad; que necesitan ser pacientes dado que los tratamientos de infertilidad necesitan de un tiempo requerido, de poder escucharse y permitirse expresar sus sentimientos, sin sentir que molesta al otro".

Por último, planteó que "uno de los miedos básicos en los tratamientos es el miedo al fracaso, que deja sumida a la pareja en el dolor y la angustia, y lo vivencian como una situación de duelo donde se perdió una ilusión, una esperanza, una posibilidad de hijo. Lo indicado es ayudarlos a superar y elaborar el duelo que esto significa".

En tanto, aseguró que "tal vez la fase más crítica en los tratamientos sean los 12 días de espera, donde la ansiedad, las expectativas y las incertidumbres se entremezclan con las sensaciones de temores ante un negativo, y la alegría de pensar que esta vez pueda resultar. Hay que tener en cuenta que no deben estar ni exageradamente positivos pero tampoco estar exageradamente pesimistas sino moderadamente realistas. Los estados de ansiedad, estrés y depresión que acompañan a los tratamientos se elaboraran en función del significado que cada uno le asigne y con los recursos con que cuenten para afrontar esta situación. En esto de querer y no poder tener un bebé, lo emocional influye y juega un papel muy importante".

Mariana Rivera