Hay problemas en la ciudad que no se solucionan sólo con la acción municipal. Aunque es esencial que el gobierno imparta las normas correspondientes, el respeto a las mismas por el ciudadano es fundamental.
Se trata de la basura, de las normas de tránsito, de la permanencia en los espacios públicos, de la convivencia con nuestros amigos los perros y los gatos, y más.
Todos, desde el intendente hasta el último niño, deben respetar ciertas normas de convivencia. Y son simples. Supongamos una rutina: salimos de casa, en vehículo o caminando. Si se va en vehículo, se deben llevar todos los sistemas de seguridad requeridos. Si se va a pie, se deben respetar los cruces peatonales. Pasa un rato, comemos un caramelo o nos limpiamos la nariz: ¿qué hacemos con el papelito? Lo debemos tirar a un tacho (valga decir que hay muy pocos en la ciudad) o guardarlo en el bolsillo y descartarlo más tarde. Si vamos en coche y llegó la hora de detenerse, sólo está permitido hacerlo sobre el margen derecho de la calzada.
Vamos a algún parque, una plaza o a cualquier espacio público: debemos cuidarlo como si fuera nuestra propia casa. Sobre todo, no destruir el mobiliario (asientos, juegos, etcétera) o construcciones como los canteros, acción predilecta de algunos que tienen tiempo libre y no saben qué hacer con sus manitos.
A la tarde sacamos a pasear el perro: debemos llevar una bolsita para juntar sus excrementos. Si tenemos mascota, no debemos permitir que salga sola a la calle. Ya hay demasiados animales tirados por la ciudad como para incrementar su número (el municipio va a tener que solucionar este problema, tratando de no llegar a medidas extremas).
Finalmente, volvemos a casa. El calor del hogar nos reconforta en estos días fríos. Pero hay que sacar la basura. ¿A qué hora lo hacemos? Un ratito antes de la hora en la que todos los días pasa el basurero, que es bien evidente, ya que el ruido que hace el camión se escucha desde lejos. "íUh! Justo pasó y no llegué a tiempo...". ¿Qué hago? La dejo en casa hasta mañana, un ratito antes de la hora en la que todos los días pasa el recolector.