arte: ARTE-04
Entrevista a Mempo Giardinelli
Los artefactos literarios

Ä¿Cómo se gestó "Soñario"?

ÄCasi sin darme cuenta, en realidad se fue haciendo solo. Mis primeros apuntes de sueños son viejos, de hace más de treinta años. Suponía que anotar lo que soñaba podía servirme para los personajes de mis ficciones. En muchos casos fue así. Pero lo que nunca imaginé fue que pudieran ser un género narrativo, como me parece ahora.

Ä¿Cuál ha sido su proceso? ¿Con qué criterios fuiste seleccionando cada texto?ÄEn realidad, lo que hice durante todos esos años fue capturar algo de lo que recordaba. Nunca sabemos qué sueños recordaremos, ni cuáles olvidaremos. Y muchas veces sucede que el recuerdo es efímero, instantáneo, de manera que lo que hacía era capturarlos, o sea escribir enseguida algunas referencias que no quería olvidar. Tengo siempre libretas o papeles a mano, los tengo en bolsillos, los llevo cuando viajo... De manera que me pasé años anotando ora una frase, ora un argumento más completo, ora una idea sugerida por la actividad onírica. Por lo tanto, no tuve ningún criterio de selección; simplemente anotaba lo que recordaba, y confié en que un día eso podía servirme como material ficcional. ÄAcceder a estos "artefactos literarios", ¿no entrañaría invadir la privacidad de su hacedor?ÄCreo que no, porque de hecho estos sueños son literatura. No son estrictamente "mis" sueños, no son "lo-que-he-soñado". Son reescrituras libres, de materias soñadas, claro, pero a las que ya no veo como algo privado. Cuando un sueño, o un episodio de la vida cotidiana, deviene en literatura, se hace público. Por eso los sueños de mi "Soñario" no son material para psicoanalistas o indiscretos sin oficio, sino para lectores.Y es que incluso las fuentes son públicas. Yo he leído lo que ha leído todo el mundo, pero luego soñé de modo personal y a eso lo escribí, más tarde, y lo reescribí innumerables veces, hasta que fueron perfilándose estos que llamo artefactos literarios. No importa, ahora, si son reales o no. Son literatura. ÄPor la relación directa con determinados autores, ¿las ciudades de las que hacés mención -Dublín, por ejemplo- son emblemáticas en tu repertorio creativo?ÄSí, claro, son ciudades incuestionablemente literarias. Dublín es una de ellas, y emblemática, pero también lo son México y Buenos Aires, y tengo para mí que incluso Resistencia acaso llegue a serlo. Las ciudades de nuestras lecturas, o sea las ciudades que leemos, se resignifican, ¿verdad? Rosario no es Rosario sin Fontanarrosa y Gorodischer, como Santa Fe no es tal sin Mateo Booz y Carlos Roberto Morán. Ä¿Por qué según lo dice tu prólogo- "la literatura es inconcebible sin los sueños"? ÄPorque la literatura tiene infinitas fuentes, pero la que proviene de los sueños me parece la más personal e íntima, y por ende es la más genuina. Y además hasta suele ser la más vívida, intensa, desesperante. En mi opinión, si la literatura no apelara a los sueños andaría coja. ¿Dónde está, si no, la fantasía más audaz de los seres humanos? ¿Dónde somos verdaderos dioses y demonios si no en lo que soñamos? ÄAlgunos sueños son testimonios ¿o pretextos para ingresar en esas temáticas?: el castellano en Argentina y las metáforas del horror ("Los horrores en la lengua"); un paseo por Lisboa, la publicación de unas cartas íntimas y Pessoa ("Cartas de amor"); doña Leonor acariciando un libro de su hijo Borges ("éltima caricia"); el narcisismo de ciertas discusiones narcisistas ("Congreso literario"), entre tantos otros.ÄSon todo eso, sí. Los sueños siempre son pretextos. Mucho menos son testimonios, pienso yo, pero pretextos, seguro. Y además son, de hecho, y con guión: pre-textos, o sea borradores, estímulos, impulsos para hacer con ellos literatura. Al menos en mi caso, porque muchos de estos sueños derivan de mis lecturas. Son, diríase, algo así como artefactitos colaterales producidos por los libros que leí y amé.

Por María Luisa Miretti