Región: REG-16
Indicadores agrícolas
Exentos de las ganancias
Las pérdidas en los cultivos de soja y maíz en Estados Unidos, sumado a la fuerte demanda mundial, impulsan los precios en Chicago. La soja y el maíz cotizan, en algunas posiciones, con los mejores precios de la década. La Argentina permanece aislada de la mejora.

Pablo Adreani

Mientras los Estados Unidos padecen una de las peores inundaciones en los últimos 20 años, la Argentina padece una de las peores crisis internas que le impiden capturar la firmeza de los mercados y la mayor demanda mundial de alimentos.

En estas últimas semanas, el precio de las commodities agrícolas en Chicago explotaron, como consecuencia de los efectos devastadores que están teniendo las inundaciones sobre los cultivos de maíz y soja.

Se habla de pérdidas ya irreparables con cultivos prácticamente desaparecidos bajo un metro de agua y una superficie afectada de aproximadamente 10 millones de hectáreas en los principales estados productores de maíz y de soja.

Desde el 20 de mayo a la fecha, los precios de la soja en Chicago subieron 76 dólares por tonelada y la posición agosto cerró en el mayor valor de la ultima década: 574 dólares. La reacción sobre el FOB Golfo de México no se hizo esperar con subas de 85 dólares en la posición de embarque agosto, muy cerca de tocar los 600 dólares.

En el mismo sentido se comportaron los precios en el mercado FOB puertos argentinos, con subas mucho mayores llegando a superar los 91 dólares. En cambio si analizamos lo sucedido en el precio de la soja en nuestro mercado interno vemos que la soja disponible bajó dos dólares en el mismo período y cotizó a 289 dólares. No así fue la reacción de la soja en el Término de Buenos Aires donde la posición agosto subió 8 dólares y llegó al máximo de contrato de 305,5 dólares. Lo sucedido en el mercado en estas últimas semanas es una muestra de lo fatídicas y maléficas que resultan ser las retenciones móviles.

De una suba en el precio FOB de la soja argentina de 91 dólares, los precios de la soja en el mercado de futuros mejoro solamente ocho dólares. Realmente con una situación como esta no es mucho el incentivo a futuro que tiene el productor, aún considerando que el precio actual de la soja se acerca a los 300 dólares, el precio más alto en la ultima década.

Maíz

También explotó en el mercado de Chicago, con subas de 54 dólares por tonelada en todas las posiciones, cerrando con el precio máximo para la década: 306 dólares para posición diciembre . Sobre el FOB Golfo de México, el mercado no escapó a la firmeza: ganó 58 dólares en la posición de embarque julio y superó los 310 dólares. En el mercado FOB puertos argentinos la suba copió lo ocurrido en Chicago y en el Golfo, con ganancias de 57 dólares para embarque julio. En cambio los precios del maíz en el mercado disponible sólo subieron 15 dólares y llegaron el miércoles al máximo de 181 dólares en el Término de Buenos Aires.

Sin capturar ganancias. Las pérdidas irreversibles que se están produciendo en los cultivos de maíz estadounidense son, sin duda, el principal factor alcista para los precios del maíz en el mercado mundial. Nuevamente los productores argentinos, gracias a las originales políticas del Gobierno, y en pleno momento de fines de cosecha, se ven imposibilitados de capturar estos extraordinarios precios tanto de maíz como de soja.

Trigo

Fue arrastrado por la firmeza de la soja y del maíz. Los precios en Chicago y el FOB Golfo subieron 44 dólares y llegaron al máximo de contrato de 345 dólares para la posición Chicago y de 390 dólares en la posición de embarque FOB Golfo junio 08. En cambio, los precios del trigo FOB puertos argentinos sólo subieron en forma totalmente nominal y teórica 15 dólares (porque no hay mercado). En el mercado interno las subas ocurridas en el trigo disponible son independientes de las subas externas y obedecen más a una necesidad de la industria que a la demanda de la exportación.

Tablita lapidaria

Hemos visto como la "tablita" de Lousteau , y sus modificaciones, resulta ser lapidaria no sólo para los productores sino para los demás integrantes de la cadena agrícola. No sólo le quita rentabilidad real sino toda posibilidad de poder cubrir a futuro sus compromisos y compras a cosecha. Se genera, entonces, una sensación de no tener futuro y una gran incertidumbre sobre la evolución del negocio.