Salud: SALUD-01
Una hormona permite atemperar la anemia renal
Beneficios para pacientes con insuficiencia renal crónica
Los laboratorios de análisis están entrenados para realizar estos estudios en la sangre. Foto: Archivo El Litoral.

La mayor parte de los pacientes con insuficiencia renal crónica va a tener anemia. Pero con un buen diagnóstico y tratamiento con una hormona mejora notablemente su calidad de vida. Los especialistas recomiendan prevenir a través de controles mínimos de sangre y orina, además de tomarse la presión arterial.

La Sociedad Argentina de Nefrología estima que el 10% de la población de un país, es decir, una de cada diez personas, sufre de alguna enfermedad renal. En Argentina hay alrededor de 26.000 pacientes en diálisis, de los cuales entre el 90 y el 94% están en hemodiálisis y el resto en diálisis peritoneal. Actualmente, existen 4.654 pacientes inscriptos en la lista de espera para recibir un transplante de riñón.

Se estima que 2 millones de personas en nuestro país padecen enfermedad renal crónica y lo desconocen. También ignoran que con un análisis de sangre todos podemos controlar si nuestros riñones están funcionando normalmente y prevenir futuras complicaciones que esa deficiencia traerá aparejada, como por ejemplo, la anemia renal.

"Como la mayor parte de las enfermedades renales no tiene síntomas específicos, no es infrecuente que el paciente llegue al consultorio y, después de hacerle algunos estudios, le digamos que tiene una gravísima insuficiencia renal", advirtió el Dr. Alberto Alles, médico nefrólogo y ex presidente de la Sociedad Argentina de Nefrología, en diálogo telefónico con El Litoral.

También aclaró que "es una enfermedad que tiene unas características preocupantes. Al igual que la hipertensión, es silenciosa. Si uno tiene tos y catarro continuamente sabe que tiene un problema en el aparato respiratorio; si tiene dolor en el pecho ante menores esfuerzos y se le va para el brazo piensa que tiene problemas cardíacos. Pero la insuficiencia renal no tiene síntomas específicos".

Y continuó explicando: "El paciente al que le diagnosticamos la enfermedad queda estupefacto y nos dice que nunca le dolieron los riñones ni orinó con sangre o en poca cantidad. Por el contrario, nos dicen que últimamente están orinando cada vez más. Justamente, al final del camino de la insuficiencia renal, los riñones pierden la capacidad de concentrar y, en lugar de eliminar los tóxicos como lo hacen normalmente, eliminan una orina con muy poca calidad. Si estos tóxicos no son eliminados se acumulan en la sangre".

Asimismo, recordó que "la insuficiencia renal no hace distinciones entre edad ni sexo. Hay enfermedades más propias de los niños y adolescentes (como las nefritis, el síndrome urémico hemolítico cuando los niños comen carne picada prácticamente cruda, o las infecciones urinarias) y desde los 45 ó 50 años para arriba las más frecuentes son las derivadas de pacientes hipertensos y diabéticos. Todo esto se relaciona con el cambio de hábitos de vida que tiene la población: a medida que pasan los años se vuelve cada vez más sedentaria, no hace ejercicio físico y hay cada vez más personas obesas. Esto propende a la diabetes y a la hipertensión".

En este punto, informó que "recién al final de la insuficiencia renal, el paciente se puede sentir mal, pierde peso, tiene náuseas, vómitos, decaimiento. Es como si estuviera impregnado por un tóxico o como si tuviera una enfermedad maligna. Pero esto es al final porque la gran mayoría de las insuficiencias renales no da síntomas".

Asimismo, Alles aclaró que "los pacientes que tienen insuficiencia renal crónica, por lo general, suelen tener, aparte de otros síntomas y signos, anemia, es decir, disminución en los valores de los glóbulos rojos. Esto se produce porque los riñones de las personas sanas producen una sustancia denominada eritropoyetina, que los médicos llamamos epo. Esta hormona estimula la producción de glóbulos rojos en la médula ósea. Como los riñones funcionan mal, esta hormona no puede ejercer esa acción y es por eso que muchos pacientes empiezan a presentar anemia".

Mejor calidad de vida

Por otra parte, el especialista continuó explicando que "las personas sanas tenemos un filtrado glomerular (función renal) de entre 70 y 80 mililitros por minuto. Cuando existe una insuficiencia renal, es decir, la función del riñón baja a la mitad (40 mililitros por minuto), la mayor parte de los pacientes comienza a tener anemia. Posteriormente, cuando al paciente no le funcionan más los riñones y necesita tratamiento con diálisis, prácticamente un 90% de ellos necesita tratamiento con esta hormona. Si esto no ocurre tendrían anemia muy severa y necesitaría transfusiones reiteradas de sangre, con los riesgos que ello implica; a pesar de que se ha avanzado mucho en la donación de sangre siempre existe el riesgo de la hepatitis B, la C, el Sida, entre otras".

Al respecto, el Dr. Alles precisó que "esta hormona, cuando se administra a los pacientes, permite mejorar su calidad de vida, que es a lo que apuntan todos los tratamientos. De otra manera, el paciente viviría con anemia y estaría débil, cansado, se agitaría a los menores esfuerzos, disminuiría su capacidad intelectual y podría producir o agravar problemas cardiovasculares, que es lo más peligroso. Como las insuficiencias renales por lo general son secundarias a diabetes, hipertensión u obesidad, enfermedades de por sí peligrosas para la parte cardiovascular, la anemia complica más estos cuadros".

Tras recordar que "los glóbulos rojos llevan el oxígeno al organismo, la materia prima para realizar todos los procesos", planteó que "si llevan menos oxígeno, todos los procesos del cuerpo a nivel cerebral, cardíaco o muscular son menores. Al evitar o atemperar esta anemia con esta hormona, los pacientes se sienten mucho mejor. Hay distintos tipos de esta hormona: una que se tiene que poner dos o tres veces por semana pero otra más nueva tiene la facilidad de ser aplicada por vía subcutánea una vez por mes. De esta manera, la comodidad del tratamiento y su cumplimiento son más efectivos por parte del paciente".

Fundamental, la prevención

Por último, el profesional remarcó que "en las campañas que hacemos insistimos en hacer hincapié en la prevención: les decimos que se controlen la presión arterial, que traten de no estar excedidos de peso, controlar el colesterol y estar alertas por si llegan a aparecer alteraciones en el color de la orina (como sangre o de color oscuro), espuma en la orina u otra cosa que le haga pensar que está enfermo de algo"

Por este motivo, advirtió que "se debe consultar al médico y éste, con un análisis muy sencillo (la determinación de creatinina) puede llegar a saber si tiene una insuficiencia renal. Después de los 35 ó 40 años, todo hombre y mujer aparentemente sano debe hacerse un control de análisis una vez por año. La gente debe pedir, al igual que advierte si el médico le pidió un análisis de colesterol, la creatinina para ver si hay insuficiencia renal o no, y saber de qué magnitud".

A quién consultar

El Litoral preguntó al Dr. Alberto Alles en relación a qué especialista debemos recurrir para saber sobre el normal funcionamiento de nuestros riñones. Al respecto, aclaró que "nosotros somos médicos del segundo nivel, es decir, especialistas, pero la tarea más importante la hace el médico de cabecera, el clínico, el del primer nivel. Éste, con su conocer y saber, sabrá cómo diagnosticar esta enfermedad y hará las derivaciones que corresponda al especialista: al endocrinólogo si le encuentra diabetes, al nefrólogo si le encuentra insuficiencia renal e hipertensión, entre otros. Todo un equipo multidisciplinario de médicos debe atender al paciente con insuficiencia renal. En él, el nefrólogo sería una especie de director de orquesta si el paciente comenzara con diálisis".

Asimismo, agregó que "el nefrólogo es un médico clínico especializado en la prevención y tratamiento de las enfermedades renales, mientras que el urólogo es un médico cirujano y su campo es el tratamiento clínico pero fundamentalmente quirúrgico de las vías urinarias (próstata, extracción de piedras o tumores de los riñones). En la Sociedad de Nefrología advertimos que prácticamente el 90% de los pacientes que vienen al consultorio del nefrólogo llega derivado por otro médico".

Mariana Rivera