Región: REG-01
En el norte santafesino
Las vacas que mueren de sed y hambre
El oasis. Las vacas que logran caminar hasta El Salado pueden tomar los 60 litros de agua que necesitan por día. Foto: Gastón Neffen.. 

Se estima que en el departamento 9 de julio perdieron 30.000 cabezas. Los animales se mueren porque no tienen agua ni pasto. Los productores dicen que es la peor sequía que recuerdan y advierten que cuando el invierno apriete van a "caer" más animales.

Gastón Neffen - Federico Aguer (Enviados especiales)

"La Revancha" es un campo que está 30 kilómetros al este de Pozo Borrado. Es un paisaje mixto, en el que se mezcla el monte del algarrobos y quebrachos, con los espartillos y tacurús que caracterizan a los Bajos Submeridionales.

En el campo hay miles de animales y todos tienen sed porque hace meses que no llueve "en serio". El agua de la primera aguada no sirve. Las vacas la miran pero no la toman. Es demasiado salada.

Los animales no se resignan. Se quedan ahí, "esperando" a la sombra de los árboles -porque aquí hace mucho calor-, rodeadas de huesos, vacas muertas y caranchos. "Si no llueve están todas condenadas", sentencia Gustavo Giailevra, presidente del Comité de Cuenca de Pozo Borrado. Tiene razón. El pozo y la represa están secos. El molino se mueve pero no saca una gota de agua.

Un kilómetro más al este hay otra aguada que por ahora sirve. La escena se repite. Cientos de huesos desparramados, cadáveres de vacas recién muertas y unos diez rapaces que están "carancheando". En el medio de la aguada hay un ternero de tres meses con el agua al cuello.

"Está tan débil que se debe haber caído cuando fue a tomar agua", especula Giailevra. Está atrapado y no se puede mover a pesar de que la aguada sólo tiene 30 centímetros de profundidad. Con una linga, Giailevra lo trae para el borde y Campolitoral colabora para sacarlo. Una vez afuera, el ternero no se puede parar. Le tiemblan las piernas.

"Quedense tranquilos se va a levantar", asegura, un rato más tarde, Lázaro Monje, el peón a cargo de "La Revancha". El problema es que son muchos más los que no lo consiguen.

En este campo ya murieron 80 animales y recién comienza el invierno. Tienen muy poco pasto y nada de agua. Lo mismo pasa en el resto del departamento 9 de Julio. La Sociedad Rural de Tostado estima que se perdieron cerca de 30.000 animales, en la sequía más grave que recuerdan los productores de la zona.

"Estoy en La Revancha desde el 14 de abril de 1983 y nunca ví una cosa así", precisa Monje. "Los únicos que están gordos son los caranchos y los zorros", agrega.

En Tostado, Ismael Asan, propietario de "La Revancha", cree que en lo que va del año perdió por lo menos 1.000 cabezas. Lo sabe porque compró vacunas para todos sus animales -para prevenir la aftosa- y le sobró esa cantidad de vacunas.

"Mis campos dan asco, están llenos de huesos", dice Don Ismael. Harto de ver morir sus animales, el año pasado, este hombre de 75 años se tiró con una pala al medio de un pozo de estructura incierta para encontrar agua. "Y cuando la encontró -relata Giailevra- tuvo que gritar: ísoga! ísoga! ísoga!; porque se hundía en el barro".

Un oasis

"En realidad, muchos productores no saben cuánto perdieron", agrega Giailevra. Lo que pasa es que no pueden juntar sus animales porque si los mueven un porcentaje importante se muere por el gasto energético.

Unos 50 kilómetros al sur de "La Revancha", Campolitoral pudo certificarlo. A los costados del camino de tierra que llega hasta el río El Salado había animales muertos y huesos. Es que las vacas caminaban decenas de kilómetros para tomar agua. Las más débiles, primero se quedaban atrás y después se caían sobre el polvo y los espartillos.

En este lugar, El Salado más que un río es un oasis. Los productores pusieron una bomba para extraer agua y las vacas la beben en los charcos. El martes a la tarde, una tropilla de caballos se había metido en un estanque y no querían salir de ahí. Ningún animal se quería ir de ahí.

Jerónimo Senn, de la Sociedad Rural de Tostado, cuenta a Campolitoral el dramático estado de la hacienda que aún sobrevive. "Los animales perdieron mucho peso, el porcentaje de parición es nulo y encima sufren enfermedades propias de la pobreza", resume.

Cuando el invierno apriete, la situación podría empeorar todavía más. "Las vacas van a comer papel cuando se sumen las heladas", augura Giailevra.

¿Por qué no se llevan las vacas a otro lugar? Los que pueden lo hacen pero hay varias dificultades. La primera es que muchos animales no resisten el viaje. "A los terneros se les quiebran las patas cuando los subís a los camiones jaula", afirma Don Ismael. La segunda, es que en la Argentina cada vez hay menos campos libres para llevar ganado (por la fuerte expansión agrícola, entre otras razones).

La otra alternativa es llevar agua. Tampoco es sencillo. En el departamento 9 de julio hay más de 1 millón de cabezas y cada vaca necesita unos 60 litros de agua por día. Con la asistencia del Gobierno, los productores hacen pozos y represas, buscan agua en las lagunas que quedan y en El Salado con camiones cisterna y compran rollos. Pero nada alcanza y los animales siguen muriendo.

"Falta decisión"

Hace dos años, los funcionarios de lo que era el Ministerio de Asuntos Hídricos trajeron a los bajos a un experto holandés en gestión integral de los recursos hídricos. En Tostado no hay mucha gente que recuerde su nombre, pero si se acuerdan de la síntesis que hizo.

"Acá no hay inundación ni sequía. El problema que ustedes tienen es la falta de decisión", recuerda Giailevra. El holandés puso el dedo en la llaga, aunque sea una frase hecha.

Los productores, los funcionarios, los legisladores y las entidades ecologistas saben que los Bajos Submeridionales y el norte santafesino necesita con urgencia un plan de ordenamiento territorial y una estrategia de desarrollo sustentable.

Además, son imprescindibles un conjunto de obras de infraestructura (acueductos, rutas, canales etc.) para que la región consolide su crecimiento y deje de sufrir graves pérdidas con la alternancia de inundaciones y sequías.

Zona de desastre

Esta semana, el ministro de Aguas y Servicios Públicos, Antonio Sciancio, informó que enviaron más de 10 millones de litros de agua al norte santafesino. También, dijo que hay delegaciones en distintas localidades para garantizar que el agua llegue a la gente y a los animales. Los departamentos 9 de julio, Vera y General Obligado -también, vastos sectores de San Javier, San Cristóbal y Garay- fueron declarados en emergencia (es más del 50% del territorio santafesino). En el Congreso Nacional, el senador Rubén Giustiniani presentó un proyecto para que el Gobierno Nacional declare a la región como zona de desastre y asigne 30 millones de pesos para paliar las duras condiciones que padece la población, los productores y la hacienda. En el proyecto, Giustiniani afirma que más de 4,5 millones de cabezas de ganado tienen problemas de pasto y agua. En los tambos, los rendimientos cayeron en un 20%. Y también destaca que hay miles de hectáreas de soja, maíz, sorgo y algodón que no se pudieron levantar.