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Cuidemos nuestra fábrica de alimentos
7 de Julio: Día Nacional de la Conservación del Suelo. "El suelo productivo es el fundamento de la agricultura perdurable, sin la cual no puede haber prosperidad ni progreso", dijo el Dr. Hugh Hammond Bennet, prestigioso científico que trabajó para aumentar la producción de la tierra a través de su mayor protección, y concientizó sobre los beneficios de su adecuado manejo. En reconocimiento a su labor, cada 7 de Julio es el Día de la Conservación del Suelo. textos de Hugo Marelli, Roberto Casas (*) y revista Nosotros.

Babilonios, fenicios y otros pueblos antiguos no advirtieron los efectos erosivos de la lluvia sobre sus suelos ondulados y desnudos como consecuencia del desmonte de sus bosques y la desaparición de sus praderas naturales. De esta forma se originaron las primeras grandes áreas erosionadas, donde las ruinas de florecientes ciudades antiguas se constituyeron en mudos testigos del proceso. No conocían los beneficios de la cobertura vegetal.

En América, la agricultura extensiva recién se inició con la llegada de los primeros colonos y, consecuentemente, el problema de la erosión del suelo no es tan viejo. No obstante, su efecto también se hizo sentir y cuando sus suelos dejaban de producir, sencillamente se cambiaba de lugar. Esto dejó de ser posible cuando el número de colonos fue aumentando y la competencia por las tierras fue mayor.

En varios países, en especial aquellos con grandes extensiones para la agricultura, los productores comenzaron a preocuparse y tratar de aplicar prácticas que les permitieran cultivar el suelo si erosionarlo. Alrededor de 1900 aparecieron en Estados Unidos los trabajos de Hugh Hammond Bennett, destacado científico y pionero en la lucha contra la erosión dentro y fuera de su país, considerado internacionalmente como el "padre de la conservación del suelo".

Bennett tuvo como objetivo concientizar que la erosión del suelo era un serio problema que necesitaba de la atención a nivel nacional, llegando a ser fundador del Servicio Nacional de Conservación del Suelo del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos y dirigiéndolo hasta su retiro en 1951. En homenaje al Dr. Bennett se ha instaurado en nuestro país la fecha de su desaparición como el Día de la Conservación del Suelo cada 7 de Julio, a través del decreto 1574 del Poder Ejecutivo Nacional del año 1963.

Inicialmente, el concepto de conservación está basado en un profundo conocimiento del proceso erosivo, ya sea el de la erosión hídrica producida por el agua o el de la eólica, producida por el viento, que ha llevado al desarrollo de una gran cantidad de técnicas de cultivos y prácticas especiales de control de la erosión. Para las naciones cuya economía depende de la riqueza del suelo, el cuidado de éste es fundamental.

Lucha contra la desertificación

Desde principios de siglo pasado, con los primeros trabajos de Bennett y su tarea de concientización, la situación de los suelos en los países con intensa producción agropecuaria muestra un panorama preocupante. En base a índices comprobados de agotamiento de los recursos y a los avances en investigación, puede decirse que la conservación del suelo no remite ya únicamente a la erosión, sino también al monitoreo de temas como balance de nutrientes, de carbono y nitrógeno, riesgo de contaminación de suelos y aguas por indebido o excesivo uso de agroquímicos o el mayor uso de insumos en sistemas intensivos de producción, y de los riesgos para la salud de poblaciones urbanas debido a la aplicación de agroquímicos. Por extensión, la preocupación es todo el medio ambiente.

Con el mismo objetivo con que trabajó Bennett, la Dirección de Conservación del Suelo a través del Programa de Acción Nacional (PAN) intenta disminuir el avance de la desertificación, por medio de la concientización y el uso sustentable de los recursos.

Es sabido que en nuestro país el 75 por ciento del territorio está sujeto a procesos erosivos causados por las actividades agrícolas-ganaderas y forestales. La desertificación es el resultado de fenómenos naturales y de acciones antrópicas que pueden agruparse en tres grandes categorías: la deforestación, el uso desequilibrado del suelo y el mal uso de la mecanización.

A medida que aumenta la degradación de las tierras, también se degrada la calidad de vida de quienes la habitan sumiéndolos en la pobreza. La desertificación se expande tan rápidamente que muchas veces la población, en su intento por sobrevivir, intensifica la explotación de los recursos naturales o emigra en forma masiva a áreas más densamente pobladas, los que generalmente terminan asentándose, en la periferia de las grandes ciudades, con los costos sociales que ello trae aparejado.

La lucha contra la desertificación es un proceso lento, debemos priorizar los mecanismos técnicos y financieros necesarios para revertir la tendencia de avance de la misma, para lo cual es impostergable la cooperación mutua entre los gobiernos provinciales, los institutos de investigación, los productores agrícolas- ganaderos, forestales, organizaciones no gubernamentales y a las personas directamente afectadas.

Producir para seguir produciendo

La producción sustentable debe basarse en sistemas conservacionistas que permitan controlar las principales causales de declinación de la producción. La expansión del sistema de siembra directa, cuya difusión inició el INTA en la década del 70, y que hoy alcanza una superficie aproximada de 14 millones de hectáreas, constituye uno de los logros más importantes en conservación de suelos.

La siembra directa sustenta su alta eficiencia para controlar la erosión, en el mantenimiento en superficie de importantes niveles de cobertura aportada por los rastrojos de los cultivos en rotación, lo cual permite -además- incrementar el contenido de materia orgánica del suelo.

En contraposición a esta técnica conservacionista, en los últimos años se está difundiendo la monocultura sojera, que aumenta la vulnerabilidad del agrosistema y afecta la conservación del suelo, debido a la escasa cobertura de rastrojos y al balance negativo de la materia orgánica del suelo.

En la Argentina de esta década, la agricultura tendrá productividad creciente ya que continúa existiendo una brecha considerable entre la producción por unidad de superficie y la producción obtenida por los agricultores que aplican tecnologías modernas. Ello significa que, existiendo las tecnologías necesarias, el nuevo objetivo de alcanzar los 100 millones de toneladas es posible. La conservación de la integridad y las funciones del suelo continuará siendo el principal factor relacionado con el desarrollo de sistemas agrícolas sustentables.

Por ello, es necesario hacernos eco de las palabras de Hugh Bennett: "Es importante que el hombre se sienta dueño de la tierra, pero que a su vez se convierta en celoso custodio de su integridad en todos sus aspectos, es decir hacerla producir al máximo, al menor costo posible, pero sin disminuir su productividad".

El 7 de julio, Día Nacional de la Conservación del Suelo, es fecha propicia para que los argentinos recordemos que debemos proteger nuestro suelo productivo; él es fabrica de alimentos para nosotros y para el mundo.

(*) ingenieros del Inta