Escenarios & Sociedad: SOCI-05
En "La pasajera"
Una escritura que esboza el horror de mundos pequeños

En "La pasajera", Perla Suez acentúa aún más la parquedad de su escritura para poner en escena ÄliteralmenteÄ una historia protagonizada por una vieja sirvienta que da rienda suelta a un rencor acumulado por años, mientras afuera sobrevuela el clima ominoso de la dictadura militar.

"La forma teatral la fui trabajando, primero nació con una sola voz, una primera persona, y me di cuenta de que no se iba a sostener así, tuve que armar un contrapunto y crear un clima: tenía claro que pasaba en la época del proceso pero no quería contar el proceso", dijo la autora en una entrevista con Télam.

"Tenía en claro que además de los muertos, de los desaparecidos, de lo que significó para nosotros la dictadura militar, yo me planteaba qué pasaba en esos mundos pequeños, mediocres, mojigatos aparentemente, de la gente que integraba la represión".

Aunque nacida en Córdoba, donde vive, Suez se crió en Entre Ríos: "Conozco el habla, las personas que trabajan en esas casonas al borde la barranca del río Paraná o Uruguay. Intenté en la novela dar sólo pequeñas pinceladas de época, hasta que al final vuelve como un telón de fondo que abraza toda la historia", explica.

"Esta novela me dio muchísimo más trabajo que las anteriores, apareció Tránsito caminando y me pregunté ¿adónde? Empecé a jugar con su nombre y surgieron ideas y borradores y me dije: "qué pasa si yo escribo una novela cruzada con el teatro'. Tenía miedo de que ese juego experimental no fuera ni chicha ni limonada, pero me arriesgué porque la escritura es un desafío", apunta.

Orígenes inciertos

El rencor de la protagonista se talla como una piedra y "una vez que ocurre el crimen ahí comienza la historia, aunque no es un asesinato, no es una historia policial", advierte Suez.

"Sin embargo qué cosa siniestra y enigmática hay en la condición humana que un silencio de cincuenta años produce un crimen", subraya la escritora, distinguida recientemente con el Premio Grinzane Cavour-Montevideo, por su obra "Trilogía de Entre Ríos", que reúne las nouvelles "Letargo", "El arresto" y "Complot".

Un silencio que antecede en el tiempo, a la llegada de Tránsito a la casa. Y que se remonta a sus orígenes inciertos, a un secreto del cual ha sido depositaria su hermana, Lucía, quien trabaja de cocinera en esa misma casa.

Detrás de su propia identidad, que siempre le es esquiva, Tránsito camina hacia un destino inexorable que la confronta con su propia orfandad.

"Ella no vuelve a buscar a su madre ¿cuál madre? ¿la pasajera que sube a un ómnibus y se encamina hacia la frontera?", dispara Suez interrogándose, a través de las dudas que ella misma plantea a través de una estética minimalista.

Para Suez fue muy importante "haber podido leer a Haroldo Conti, a Juan L. Ortiz, a quien le dedico el libro, también a Juan José Saer y otros escritores de esta geografía que me resulta tan cercana. El último libro de Pedro Maizal, "Salvatierra', también toma Entre Ríos, con una naturaleza y una gente muy particular".

"Hay un cineasta muy joven, Lisandro Alonso, que filmó la película "Los muertos' que transcurre en el Delta, un lugar que conmueve de una manera especial ÄconsideraÄ. Y yo digo: las distintas generaciones siempre acabamos marcadas por el río".

El libro incluye alguna fotografía, la imagen de una escalera remite a la conexión de dos mundos, de dos clases sociales que en el fondo son irreconciliables a pesar de los intentos de Tránsito que intenta fundirse con la patrona en su afán por ser alguien.

"Yo apuntaba mucho a la problemática de la identidad, cuando uno no tiene una identidad clara y encima te esconden cosas, no se te dice quién sos, tu historia puede ser muy terrible", desliza la escritora.

La novela se aleja de la trilogía de Entre Ríos, que toma como eje central a la comunidad judía de la zona: "con la trilogía cerré una historia que se remonta a la de mis abuelos escapados de la Rusia zarista. Y me desprendí un poco del paisaje, no lo recorro. Sólo el río está presente. Acá quise algo mínimo pero que pegara fuerte".

Mora Cordeu