Opinión: OPIN-03
Mesa de café
¿Lealtad al partido o a la provincia?

Abel está enojado. Considera que los diputados peronistas que votaron a favor del oficialismo en el Congreso nacional traicionaron a la provincia.

ÄLos elegimos para que nos representen y en el Congreso se dedican a representar los intereses del poder nacional en contra de Santa Fe -dice.

José, que acaba de llegar, le contesta en el acto: ÄLos intereses de Santa Fe no son los de la Sociedad Rural; los muchachos votaron a favor de la redistribución de la riqueza y para que los ricos paguen impuestos.

ÄTe falta decir que, además, votaron para defender la mesa de los argentinos -apunta Marcial.

ÄTambién por eso -responde José.

ÄLo que estás diciendo es un disparate -le dice Abel-, un verso que el único que se lo cree sos vos.

ÄYo creo -digo- que los diputados están en su derecho de votar lo que les parece mejor, pero me habría gustado que se hubieran puesto de acuerdo con sus lealtades; es decir, decidir si van a ser leales al presidente o leales a su provincia.

ÄEl único interés de la provincia no es el campo -dice José.

ÄNo es el único interés, pero es el más importante -retruca Abel-. Sin embargo, ustedes prefirieron quedar bien con el que les da de comer.

ÄYo acepto que en política a veces se cruzan las lealtades -digo-; la lealtad política al partido, que es atendible, y la lealtad política al interés mayoritario de una provincia. Los diputados peronistas por Santa Fe decidieron ser leales a su partido y a la pareja presidencial; los senadores de Santa Fe, con Reutemann a la cabeza, van a sostener otro tipo de lealtad.

ÄDespués, está la lealtad de la Banelco -sugiere Marcial.

ÄNosotros no nos vendemos -contesta José.

ÄNo se venden barato -responde Abel.

ÄUstedes los radicales no hablen -dice José-, a la Banelco no la inventamos los peronistas.

ÄA la Banelco la inventaron los seguidores de De la Rúa -dice Marcial-; la usó el ladero de "Chacho" Alvarez y la plata se destinó a sobornar legisladores peronistas.

ÄA mí me habría gustado un debate más rico, un debate que pusiera en juego una política nacional para el campo. Es una vergüenza que un país eminentemente agropecuario como la Argentina no tenga una política para el campo.

ÄLa tiene -dice Marcial-, pero la tiene en contra.

ÄSin ir más lejos -confirma Abel-, en Brasil, a los productores agropecuarios les otorgan créditos y grandes estímulos para que produzcan más, mientras que en la Argentina hacemos todo lo contrario.

ÄLula lo dijo sin eufemismos: queremos que Brasil sea el granero del mundo -recuerdo.

ÄEn la Argentina no nos animamos a decir eso -dice Marcial.

ÄY está bien que no nos animemos. ¿O ahora también van a apoyar a la Argentina de la oligarquía terrateniente?

ÄA mí me gusta apoyar a la Argentina que estuvo instalada entre los siete u ocho países más ricos del mundo- contesta Marcial-, y si eso ocurrió en los tiempos de los conservadores, no me da vergüenza decir que soy conservador.

ÄAdemás -digo-, un proyecto agroindustrial en el siglo XXI no tiene por qué repetir lo que ocurrió hace cien años. El campo es otro, las tecnologías son otras, los propietarios son otros y el mundo es otro.

ÄNo comparto -concluye José.

Erdosain