Area Metropolitana: AREA-04
La columna del consumidor - Adelco
El valor de los alquileres es una preocupación para los inquilinos

Dra. Claudia González DatoIng. Luis Lombó

El aumento de precios es un problema de nuestra economía que, lejos de solucionarse, se agrava cada día más y para el cual el gobierno parece haber encontrado como solución maniatar artificialmente el índice de precios al consumidor y los valores de la canasta básica alimentaria y la canasta básica total. Asimismo, que los medios, todos los primeros días del mes, publiquen una ficción que nadie cree, salvo los encargados de solucionar este verdadero flagelo.

Ahora bien: existe otra inflación que inquieta profundamente a las más de 1.200.000 familias inquilinas del país, que tienen la incertidumbre sobre qué les sucederá al momento de tener que renovar su contrato. ¿Podrán con su salario abonar el valor solicitado por el alquiler?, ¿tendrán que resignarse a disminuir su calidad de vida?, accediendo a una vivienda con menos ambientes, con ausencia de servicios como gas natural, agua potable, cloacas; ¿o tendrán que hacinarse en la casa de sus padres, abuelos, etc.? Y además, como si esto fuera poco, deben también resignarse a observar cómo se aleja cada vez más la posibilidad de llegar a la tan anhelada vivienda propia.

Y ante esta situación, es necesario señalar que no existen en el país regulaciones de ningún tipo con respecto al valor de los alquileres, los que por lo tanto se rigen por la ley de oferta y demanda; donde el Estado parece haberse olvidado de los inquilinos, por lo cual tampoco hay estudios serios de la verdadera situación del sector, que puedan indicar en qué punto nos encontramos y hacia dónde vamos.

Analizaremos cómo aumentó el costo de la construcción con respecto a los salarios, sobre la base de dos indicadores elaborados por el Indec, el índice de costos de la construcción y el índice de salarios.

Elevados índices

El índice de costos de la construcción cuenta con seis modelos de viviendas, cuatro multifamiliares y dos unifamiliares, construidos con técnicas tradicionales y distintos detalles de terminación calculando para cada uno de ellos el costo del m2 de construcción, el cual no incluye el valor del terreno, los derechos de construcción, los honorarios profesionales, los gastos de administración, el impuesto al valor agregado (IVA), los gastos financieros ni el beneficio de la empresa constructora.

De ellos tomamos el Modelo 1 (edificio de departamentos) y el Modelo 6 (vivienda individual), de tal suerte que el m2 de construcción de un departamento del Modelo 1 tenía un valor de $ 405,38 en diciembre de 2001 y de $ 1.346,84 en abril de 2008 y para el caso de una vivienda unifamiliar el Modelo 6 tenía un valor de $ 386,40 en diciembre de 2001 y de $ 1.216,11 en abril de 2008. Es decir que desde la salida de la convertibilidad, los valores por m2 de construcción se elevaron un 232,24 % y un 214,72 % respectivamente, valores éstos que prácticamente duplican el costo del tan vapuleado índice de precios al consumidor, y que son por sí solos demostrativos de una muy grave distorsión en los precios del sector de la construcción.

Más complicaciones

Pero el panorama se complica aún más si observamos qué pasó con los salarios, y allí con los datos del Indec del índice de salarios, vemos que éstos desde la salida de la convertibilidad tuvieron los siguientes incrementos, trabajadores privados registrados (en blanco) 177,18 %, trabajadores privados no registrados (en negro) 122,88 % y trabajadores del Estado 94,17 %, siendo el promedio para todos los trabajadores del 141,72 %.

Para un trabajador de cualquiera de las tres categorías que, por ejemplo, en diciembre de 2001 un departamento le costaba un valor equivalente a 64 meses de trabajo, hoy le cuesta a un trabajador privado registrado 90 meses, a un trabajador privado no registrado 98 meses y a un trabajador del Estado 112 meses.

Es decir que el valor de la construcción se incrementó desde diciembre de 2001 hasta abril de 2008 un 39,83 %, por encima del salario de un trabajador privado registrado, un 52,80 % por encima del salario de un trabajador privado no registrado y un 74,61 % por encima del salario a un trabajador del Estado.

Incertidumbre

Y si bien los incrementos de los alquileres, como ya lo hemos señalado, han sido importantes para el bolsillo de los inquilinos, por una razón de mercado Äel bajo poder adquisitivo de los mismosÄ, los precios de los arrendamientos no han seguido la evolución del valor de la construcción, lo que implica una gran incertidumbre para un futuro no muy lejano.

En consecuencia, ante esta situación es necesario que el Estado entienda que en esta materia como en tantas otras no se puede dejar la resolución de la situación al mercado, porque allí siempre pierden los débiles, los más desprotegidos. Por el contrario deben existir verdaderas políticas de Estado que se ocupen de la situación de los inquilinos y de todos aquellos que tienen problemas con sus viviendas.

Fuerte incremento

Es posible aseverar que los montos de los alquileres son muy altos para los ingresos de la mayoría de los inquilinos, pero que a su vez, posiblemente, no tienen el valor que garantice una rentabilidad atrayente para quienes tienen dinero como para invertir en la construcción de viviendas y mejorar la oferta del sector. Y esta situación que en principio puede parecer contradictoria, tiene una explicación simple y sencilla, si tenemos en cuenta que los valores de los alquileres se fijan en relación al costo de la construcción, el cual desde la salida de la convertibilidad en diciembre de 2001 ha mostrado un fuertísimo incremento, que incluso supera en dólares los costos de ese momento.

Mejorar la oferta

Es necesario generar acciones, con el fin de aumentar las ofertas de viviendas a través de planes del Estado, o alentando a los particulares con políticas de exenciones impositivas, así como subsidios a los créditos para la adquisición de viviendas para que los inquilinos pasen a ser propietarios.

Por lo tanto, solamente tomando conciencia de la gravedad de esta realidad y buscando soluciones creativas e innovadoras, podrá el Estado comenzar a saldar una de las tantas deudas que para con sus ciudadanos tiene, habida cuenta de que la mayoría de las familias argentinas han sido empobrecidas por décadas de políticas económicas desacertadas, y con las actuales reglas de juego no pueden por sus propios medios, acceder a un consumo mínimo para mantener una calidad de vida digna. En caso de no comprenderse esto y creer que con el récord de crecimiento que exhibe nuestra economía y por la famosa y harto fracasada teoría del derrame se solucionarán mágicamente los problemas, una nueva frustración deberán soportar miles de familias, que sueñan con un país en donde trabajando y esforzándose es posible lograr cada día vivir mejor.