Deportes: DEPO-04
ANALISIS
Ídolos de cristal
Por Eduardo Azoge (*)

Ahí anda el "Tato" Mosset. Indefenso en medio de la selva, para que se lo coman las fieras. Los medios porteños lo expusieron como una bandera de la vergüenza, de lo que no debería ser. Esperan histéricamente la contraprueba para mostrarles a la sociedad que tenían razón, que hubo doping y que la credibilidad del periodismo está a salvo.

Ahí está Marcelo Mosset, desnudo como una hoja en la tormenta. Un festival para los sabuesos de golpes bajos. Para los hipócritas que esperan que se cierre el círculo, que se concrete el clásico final argentino y que el ídolo termine en el fango.

La impresionante industria sensacionalista esperó a Mosset, como ayer aguardó a otros y mañana aniquilará vaya a saber a quién. Sin blindajes ni paraguas que lo protejan. Es el dolor mercantilizado, el morbo sin freno.

Por allí anda Mosset, frágil como una mariposa, como si fuera el único zarpado en la ciudad de la furia, con la guardia baja. El destino rebelde agazapado, y los falsos profetas dando premios y castigos. Es la sociedad donde triunfan los caretas, los que construyen y destruyen ídolos. Son ilustres ignorantes. Se equivocó. Pero fue su decisión y nosotros apenas somos testigos, como lo fuimos en su inmaculado peregrinar por los estadios de estas Pampas.

No sorprende la ausencia de la AFA, tampoco de la Fifa, la mayor multinacional del planeta. También la dirigencia del fútbol es cómplice de esta sociedad que exprime al atleta en su tiempo fértil, lo esteriliza y lo empuja al olvido el día del ocaso.

El fútbol argentino no trabaja sobre el aspecto psicológico del futbolista. No me interesa qué droga ingirió Mosset, sí me interesa la ausencia anterior y me aterra el día después de aquella tarde-noche en Jujuy.

Para muchos, quizás Mosset será un ejemplo dudoso. Sobre todo para los que buscan en el deporte no sólo el deslumbramiento estético, sino un punto de referencia moral. Seguramente, Mosset habrá llegado por estas horas a la conclusión inquietante: buena parte de Santa Fe, bonachona y de la palmada fácil, puede ser también feroz y cruel, hasta despiadada con sus hijos, capaz de tejer tramas contra quien se excede.

Lo que está ahora en juego es la salud mental de Mosset y reencauzar un destino que encontró un escollo. Para hallarlo debe apelar a sus fuerzas recónditas, las mismas que no le fallaron cuando entró a la cancha.

No dejemos solo a Mosset, cobijémoslo en este duelo y ojalá retorne pronto al sitio donde es feliz: una cancha de fútbol. El "Tato" es un hombre simple, buena gente, que no hace lo que quiere, sino lo que puede, como millones de tipos anónimos.

(*) Ex jugador de Colón, Racing de Córdoba, Ben Hur, Cúcuta de Colombia y Deportivo Quito de Ecuador.