Opinión: OPIN-04 La cajita feliz

Los asalariados, jubilados y excluidos que insisten en comprar la yerba en el almacén del barrio y las papas en la verdulería del carro de la esquina, son definitivamente golpistas. Con su cultura del consumo desaprensiva y egoísta convalidan la inflación que en esos negocios se registra, en lugar de tomarse la molestia de ir hasta un shopping, donde los precios son estables y la vida es feliz.

La administración central ha hecho un esfuerzo notorio y ponderable; el prestigioso ente que mide las estadísticas de todas las comarcas acaba de presentar un informe que bien explica -con rigor científico- el inapelable éxito de la bienamada gestión.

El documento concluye que las ventas en los grandes centros comerciales aumentaron casi 30 por ciento en seis meses, mientras que los precios se han mantenido estables, e incluso tuvieron retrocesos en un trimestre a esta parte.

Tan digna política de inclusión verifica el criterio de distribución progresiva que caracteriza al modelo, a pesar de la ignominiosa interpretación de algunos medios.

No siempre se comprende el esfuerzo que supone para la administración central, lograr que las gentes accedan por igual a los beneficios de la modernidad.

Atrás quedaron los tiempos del califa neoliberal, que canjeó el bienestar popular y los bienes de la patria para preservar un puñado de privilegios.

Ahora un gobierno redentor permite que los excluidos puedan acceder sin distinción a los beneficios del primer mundo.

Mientras llega el tren bala para derramar con rapidez más beneficios, la estabilidad de precios de los shopping democratiza el acceso al consumo y condena a todos los argentinos, más que al éxito, a la verdadera felicidad.