Deportes: DEPO-13
El gran duelo que depararán los Juegos de la XXIX Olimpíada
Dos gigantes por el reinado mundial
La batalla entre Estados Unidos y China por ser la mayor potencia deportiva promete ser apasionante. La diferencia de oros entre ambos en Atenas 2004 fue de sólo cuatro medallas. El gigante asiático, en su condición de local, está listo para dar el gran salto.

Diego Degano (Especial desde Beijing)

La mesa está servida. En el horno se está terminando de cocinar el más delicioso y apetecible de los manjares: 302 títulos olímpicos, los que decidirán al país ganador de estos Juegos. Con la servilleta puesta sobre el pecho, los dos máximos protagonistas, distintos por donde se los mire: China y Estados Unidos. Golpea a la puerta un tercero en discordia, quien demanda entrar en la discusión; es Rusia, y por respeto a la trayectoria olímpica lo dejamos sentar.

Así está planteada la cosa, no sólo con la expectativa lógica que depara saber quiénes se coronarán como campeones olímpicos en cada una de las competencias, sino en ver cómo se devela el misterio que desde hace cuatro años rodea al mundo olímpico, desde la misma finalización de Atenas 2004, cuando uno veía en el cuadro de medallas que China quedaba a sólo 4 oros de diferencia de los norteamericanos y que, en agosto de 2008, los orientales iban a ser locales. Llegó el momento, y el mundo será testigo del "asalto" chino al trono o de la ratificación de los Estados Unidos en ese lugar.

China, el local

El tema es que los chinos no son ningunos improvisados; para corroborarlo, veamos el siguiente dato. Desde que Pekín se postuló como candidata a la organización de los Juegos de 2000 Äelección que perdió por sólo dos votos contra SydneyÄ, hubo un cambio radical en la política deportiva de ese país, a partir de la cual comenzaron a ejecutarse diversos programas de detección de talentos en distintos deportes. ¿Materia prima? Cientos de millones de niños y jóvenes que pasaron por los ojos de los más destacados profesionales del deporte; el gigante comenzaba a tomar forma.

Quince años después, y con la decisión en el medio de julio de 2001 tomada por el COI de asignarle la sede de los Juegos para este año, los chinos profundizaron aún más ese cambio. A los hechos me remito: en Sydney 2000 China ganó el 80 % más de títulos que en Atlanta 96, mientras que, en el último encuentro de Atenas, quedó a sólo 4 oros de Estados Unidos.

Para los chinos, especialmente por el microclima que se respira entre autoridades, oficiales, técnicos y deportistas, ganar lo es todo. Llegar segundo podría convertirse en una deshonra a la nación, por lo que ganar podría significar ser héroe y tener privilegios, y no hacerlo significaría ser uno más de los miles de millones. Por eso, es importante observar la relación público-deportista, ver qué influencia positiva tienen los millones de ciudadanos que han comprado hasta la última entrada para alentar a sus atletas y cómo estos últimos sacan provecho de esa condición de locales, porque no cabe la menor duda de que, si estuviéramos en la Argentina, nos estaríamos relamiendo porque pueblos como el nuestro siempre han sido protagonistas en los logros obtenidos por nuestros deportistas en suelo argentino, por el plus anímico que siempre se aportó desde las tribunas.

Diferentes, pero iguales

Las comparaciones son odiosas, pero inevitables. Oriente, occidente. Capitalismo, comunismo. Derechos humanos, pena de muerte. El Big Mac, víboras y sapos hervidos. Todo, absolutamente todo está en juego; al menos lo está para los dueños de casa, que han organizado estos Juegos no sólo para consolidar su apertura al mundo, sino para demostrar que son capaces de ser la nación más poderosa en el contexto deportivo mundial.

En el medio de la discusión, un tema que no puede dejar de mencionarse y que se presenta de capa negra: el doping. Y en este campo Ätal vez el únicoÄ es donde no existen diferencias entre ambos colosos, porque uno puede pensar en un primer momento que China es aquella que, por esconder bajo siete llaves todo lo que ha hecho en materia de preparación de los atletas, también posee recetas que aportan ese plus que el cuerpo humano no puede dar en una competencia. Nada más lejos de la realidad. A las pruebas me remito: la norteamericana Marion Jones, estrella de la velocidad en la pista del estadio olímpico de Sydney 2000, no sólo reconoció haberse dopado para competir y ganar 3 oros y 2 bronces, sino que fue condenada a prisión y desde marzo está encerrada en la prisión de Fort Worth, Texas. Una más reciente, la nadadora Jessica Hardy debió abandonar el campamento del equipo de su país después de que le diera positivo un antidoping hace un par de semanas atrás. Lo cierto es que la peor sensación que uno se lleva cuando ve levantar los brazos a un atleta cuando celebra su victoria es que en la actualidad muchas de ellas son puestas en duda, sobre todo aquellas en las que visualmente es imposible no entrar en la duda.

La lucha por los honores

Para ver y seguir con toda la atención del mundo están las disciplinas en las que cada equipo es consciente del potencial que tiene y donde puede inclinar la balanza a su favor. En Atenas 2004, Estados Unidos ganó 20 de sus 36 medallas en natación y atletismo, y a 6 de ellas las obtuvo a través de su máxima estrella, Michael Phelps. Con 23 años, este nadador carga con el peso de saber que va a competir en 8 pruebas y que en cada una de ellas es favorito, y que si esa condición se transforma en oros en la primera semana, su país tiene la mitad de la batalla ganada; al resto que lo hagan los atletas en la segunda mitad del programa, en el estadio El Nido. Pavada de desafío para Phelps, ¿no?

Por su lado, China espera consolidar su dominio en las 3 disciplinas que le aportaron el mayor número de títulos hace cuatro años: entre saltos ornamentales, tiro y levantamiento de pesas se llevaron 15 preseas. Porque, si fuera por ellos, atletismo y natación no estarían en el programa, ya que sólo le aportaron en Atenas 2 títulos, y se espera Äsalvo que sorprendan con algo distintoÄ que la historia sea la misma.

Diecisiete días de acción. Aquella máxima del deporte olímpico que dice: "Lo importante no es ganar, sino competir" no creo que sea lo que está pasando por el imaginario de estadounidenses y chinos, sino todo lo contrario. Nunca más apropiado aquel eslogan de una marca de indumentaria deportiva que reza "todo está en juego". Si es limpio y sirve para que cuatro mil millones de espectadores se deleiten con el mejor deporte del mundo, bienvenido sea.

Dominio en el agua

La gran esperanza americana será sin dudas el nadador Michael Phelps, quien irá por varios récords a Beijing, entre los más destacados, superar a su compatriota Mark Spitz, que ganó en los Juegos de Munich 1972 la escalofriante cantidad de 7 títulos olímpicos. Del mismo modo, si Phelps lograra ganar en 4 de las 8 pruebas en las que tomará parte, se convertirá en el máximo ganador de oros en la historia del olimpismo, récord que es ostentado actualmente por 4 atletas, con 9 medallas doradas cada uno: los atletas Carl Lewis y Paavo Nurmi, la gimnasta Larisa Latynina y, precisamente, Spitz.