La cita fue en el Foro Cultural Universitario, donde durante tres días tuvo lugar el IV Argentino de Literatura, organizado por la UNL. Gran parte de las disertaciones de los expositores estuvieron basadas en el concepto de "libros-álbum": una propuesta en la que texto e imagen funcionan de modo inseparable, para construir una historia y en la que, a la vez, la imagen no necesariamente tiene que ver con lo que dice el texto.
"El libro-álbum es un género que dio forma a una nueva disciplina dentro de la literatura", consideró Cristian Turdera.
El ilustrador se propuso pensar respecto de la imagen de lector que el autor construye en su mente a la hora de producir. "Cuando creo imágenes para un libro, el niño que aparece es el que yo tengo en mi imaginario. Entonces, el destinatario será quizá la persona que más se asemeje a ése que traigo conmigo. Ésa es una grata coincidencia, que a veces se produce", explicó.
El ilustrador apostó a "dejar de pensar en términos de entendimiento y pensar más en términos de sensaciones". "Creo que a los lectores hay que darles elementos para generar dudas, reflexiones, conflictos, miedos. A veces se potencian características como si fueran negativas ("esto los va a asustar"): yo creo que no hay por qué tapar esas reacciones tan humanas. En todo caso, apelo a las posibles relecturas que pueda tener ese texto, en las que seguramente el miedo va a dar paso a otras sensaciones".
Pablo De Santis hizo su recorte y optó por hablar sobre "Literatura y adivinación".
"Algunos escritores han jugado con las posibilidades adivinatorias que tiene la novela, como "El hombre del castillo', de Philip Dick; y "El castillo de los destinos cruzados', de Italo Calvino. Philip Dick escribió su novela en un momento en que estaba fascinado con el I Ching, el oráculo chino, y no hacía nada sin consultar sus páginas. Mientras escribía la obra, tiraba las monedas ante cada paso que debía dar cada personaje. Y Calvino escribió imaginando que un grupo de sobrevivientes queda mudo después de pasar por algún peligro, y debe continuar la historia a través de un mazo de cartas. Así los personajes ponen las cartas sobre la mesa y el narrador va interpretando lo que le ha pasado a cada uno", explicó.
"Éste es, en esencia, el juego de la literatura: no hay nada, por lejano que sea, que nos resulte suficientemente ajeno si el texto nos interesa. Los grandes libros siempre parecen haber adivinado nuestros pensamientos secretos. Eso hace, por un lado, más intenso nuestro vínculo con el texto; pero por otro, nos distrae; y en esa compleja relación entre lo personal y la distracción, está el encanto de la lectura
"La lectura es siempre una experiencia, y una de las más extrañas de todas: la experiencia de lo que no se ha vivido", definió.
Tercera en la sucesión de ponencias, Isol hizo hincapié en "la importancia de incluir a ilustradores en un Argentino de Literatura. Nos asumimos como autores de un texto y generadores de sentido a través de este trabajo", fundamentó.
"El ilustrador debe tener opinión. La posición que uno toma frente a un proyecto, es lo que marca la diferencia", sostuvo.
También puso el lente sobre la figura de los editores, quienes "hace unos años, gracias al trabajo del Foro de Ilustradores, empezaron a valorar nuestro trabajo y a darnos más libertad".
La creadora desmenuzó, power point mediante, el proceso de elaboración de un libro-álbum, desde la concepción de la idea hasta el proyecto finalizado, en un pormenorizado detalle que no omitió el tránsito por los diversos laberintos que surgen a la hora de crear y tomar decisiones.
La última disertación fue la de Istvansch, autodefinido como "el apocalíptico de la mesa". Editores, ilustradores, escritores y críticos fueron duramente cuestionados por el autor, bajo el título: "Libros-álbum y papelitos de colores: una advertencia sobre la banalización del género".
Istvansch sostuvo que uno de los principales problemas que afronta el género es que "la ausencia de crítica en los medios no ayuda a contrarrestar la aparición de papelitos de colores que se presentan bajo el rótulo de libros-álbum".
"La crítica de libros infantiles nunca se ha comprometido: sólo se publica lo bueno. Creo que hay una gran escasez de voces valientes; como si, por otra parte, fuera necesaria una gran valentía para afrontar la voz enojada de algún autor ofendido", apuntó.
Por otra parte, observó la actitud de los autores, "que no aceptan reseñas desaprobatorias aunque estén perfectamente fundamentadas".
"La del libro-álbum fue una apuesta valiente. Ahora, con el género ya instalado, las grandes editoriales publican "lo-que-sea-pero-que-parezca-álbum'", subrayó.
"Entonces, lo interesante es meterse en las grietas que el mercado deja. El autor es quien marca el camino, no los gerentes de marketing. Y hay que tener en claro que poner el talento al servicio del mercado, no es una actitud inocente".
Istvansch. Nació en San Jorge en 1968. Es ilustrador, diseñador y escritor. Publicó más de 50 libros en Argentina, México, Francia y España. Recibió distinciones en nuestro país, Colombia y Francia, y fue candidato por Argentina al premio Hans Christian Andersen, en dos oportunidades.
Actualmente es director de la colección Libros-álbum del Eclipse de Ediciones del Eclipse. Es fundador y miembro del Foro de Ilustradores Argentinos. Algunos de sus libros (como autor integral): Ideas claras de Julito enamorado, Leyenda ugandesa, Federica aburrida, Quiero ganar este concurso, Historia para leer después de jugar todo el día, Zoológico, Trabajo de autor, Refrains sans freins y El hombre más peludo del mundo.
Natalia Pandolfo