El domingo la Ciudad Autónoma de Buenos Aires le hizo un feo chiste al genial Jorge Luis Borges. En efecto, la Legislatura porteña decidió celebrar el día del nacimiento de la más grande pluma argentina como el Día del Lector, debido a que la legisladora Luciana Blasco (Compromiso para el Cambio-Pro) lo consideró "asiduo lector y genial escritor" en los fundamentos de su iniciativa. La votación fue el pasado jueves y, ayer domingo, la celebración.
En efecto, Borges nació un 24 de agosto de 1899 aunque optó por morir en Ginebra, una de las tantas ciudades que amaba junto a Venecia y Londres. Pero es ahora Buenos Aires la que dirige su mirada al siempre desplazado Nobel de Literatura para una jornada singular: ya no es aquello de "Del autor al lector", sino del lector en sí mismo. Pero la necesaria relación del libro es el otro, quien lee, sin esa parte en realidad el libro no existe. No dejaría de ser un ejercicio intelectual como podría ser calcular la raíz cuadrada de 10.500 o elaborar un dodecaedro con telgopor. En realidad el escritor quiere publicar tanto como el pintor exponer. Es así.
Pero la invitación porteña es ahora situarse en el lado del lector y por eso cabe la pregunta: ¿se lee mucho en el país? En realidad cuando se analizan los números de la Feria del Libro de Buenos Aires y como las cifras de ventas de libros de la Argentina, se podría afirmar que se lee "bastante". Pero el mayor éxito es de venta, porque cuando se intercambia información sobre contenidos, salta a las claras que son más los ejemplares que se compran que los que se leen. Es que tener una biblioteca, más o menos cargada, "queda bien". Aunque no se haya atravesado tan siquiera el límite de la solapa.
La Ciudad Autónoma le hizo a Borges un feo chiste. El autor de una galería de títulos extraordinarios prestó su fecha de nacimiento para celebrar el Día del Lector. Habría que acercar la idea al estado de Minas Gerais, Brasil, para que el 23 de octubre -día en que nació Edson Arantes do Nascimento- sea celebrado el Día del Arquero.