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SOCIEDAD
Médico y paciente en la misma sintonía
Un diálogo posible. "Necesita ingerir más fibra. Es hora de adelgazar. Evite comer tanta sal. Baje el nivel de estrés". Presta atención a lo que indica el médico pero, ¿lo entiende? Algunas claves para aprender a interpretar las indicaciones de los facultativos y saber cómo ponerlas en práctica. textos de Daniel Galilea.

La prisa, el temor y el nerviosismo, la falta de conocimientos médicos, la escasa duración de la consulta, el lenguaje demasiado técnico del profesional o su escasa habilidad como comunicador. Éstas son algunas de las razones que conducen a que muchos pacientes salgan de la entrevista con su médico sin entender del todo lo que les ha explicado, prescrito o indicado, o con la sensación de que deberían haberle preguntado algo que no les ha quedado claro o les causa preocupación.

"Se lo preguntaré la próxima vez", se dicen a sí mismos mientras se dirigen a su casa, pero después se olvidan y la próxima vez vuelve a suceder lo mismo: salen de la consulta de su médico con algunas dudas e incertidumbres.

Entender de manera adecuada los mensajes del profesional de la salud es un requisito fundamental para aplicar bien el tratamiento y los cambios del estilo de vida que nos ha recomendado.

Claves para una mejor relación

Esta es una "guía rápida" para entender y poner en práctica algunas de las recomendaciones médicas más frecuentes.

Si la recomendación es que "debe adelgazar algunos kilos": el exceso de peso, debido a la excesiva acumulación de grasa en el cuerpo incide en numerosas enfermedades como hipertensión arterial, diabetes, apnea del sueño, artrosis, dolencias cardiovasculares, cáncer, reflujo gastro-esofágico. Además favorece indirectamente la aparición de problemas como la ansiedad, el estrés, la bulimia o la depresión. En esos casos hay que seguir las pautas de alimentación indicadas por el médico, ingerir alimentos que favorezcan la saciedad o sensación de llenado del estómago, y hacer ejercicio de forma habitual, es decir, al menos media hora diaria.

Cuando se indica "controlar la sal en la alimentación": el consumo elevado de sodio no sólo está directamente relacionado con la retención de líquidos e hinchazón corporal, sino también con la hipertensión arterial. A veces, reducir las cantidades de sal de mesa que se consumen es decisivo para estabilizar la presión sanguínea. Se recomienda no tomar más de 5 gramos diarios de sal, evitando agregarla a los platos que se preparan en casa o toman en el restaurante, y evitar los alimentos muy salados como embutidos, encurtidos, aperitivos y precocinados.

Si se prescribe "consumir más fibra a diario": comer alimentos con abundante fibra vegetal es una de las herramientas más eficaces para evitar el estreñimiento de forma natural, sin recurrir a laxantes, y mejorar la actividad intestinal. Las mejores fuentes de este compuesto vegetal son los cereales integrales, los frutos secos, frutas, verduras y hortalizas. Para ayudar a la fibra a que cumpla su beneficiosa acción digestiva, hay que beber abundante agua a lo largo del día.

Bajar el ritmo

A veces el consejo médico es "reducir el grado de estrés". Es que la tensión nerviosa mantenida favorece las dolencias cardiovasculares, las malas digestiones y un estilo de vida desorganizado, con malos hábitos de sueño, que repercute negativamente en la salud. Distintos estudios también han relacionado el estrés con una baja de las defensas inmunológicas del organismo, que lo hacen más vulnerables a las enfermedades e infecciones.

Para reducir el estrés cotidiano conviene adiestrarse en técnicas de meditación, relajación y respiración profunda. También es útil alternar los períodos de actividad con pausas de descanso, intentar que las horas de descanso y comida sean las mismas a lo largo de la semana y reservar espacios para el ocio y las relaciones, del mismo modo que incluimos los compromisos de trabajo en la agenda. Evitar el consumo excesivo de café y otros estimulantes también ayuda a desestresarse.