De Santa Fe a Europa. Toca el violín desde los 7 años. A los 18 empezó su formación profesional y viajó a Bélgica, donde obtuvo su diploma de grado. Con su "sello ruso" -que le imprimió su maestra Lilia Umnova- y su "temperamento latino" -como le dicen en Europa-, brilló en el escenario del Teatro Municipal 1´ de Mayo el pasado 7 de septiembre.
COMIENZOS.
"Yo era la musical de la familia, la que siempre cantaba. Entonces, a los 7 años mi papá me llevó a la Escuela de Música N´ 9901. El maestro Roberto Benítez me hizo amar la música. Un día me hicieron elegir un instrumento entre los que formaban la Orquesta Sinfónica. No sabía qué hacer; mi abuela me dijo "tocá el violín' y, así, de casualidad, lo elegí. Desde chiquita toqué en orquesta. Siempre teníamos un concierto: nos preparábamos, teníamos que prestar atención al director y escuchar a los demás. Ésta es una diferencia que veo con los músicos de Europa, que generalmente se forman en conservatorios".
DECISIÓN.
"Cuando terminé el secundario, tuve que enfrentar a mi papá y convencerlo de que me diera la oportunidad de estudiar música seriamente, porque siempre lo había hecho como un hobby. Viajé a Buenos Aires y un gran violinista me dijo que tenía condiciones, pero que debía trabajar mucho. El violín es un instrumento muy difícil de tocar; entonces por más condiciones que uno tenga, si no tiene una base sólida es muy difícil tocar bien. Tenía 18 años cuando empecé a tomar clases en Buenos Aires con José Bondar. Al principio le dedicaba por lo menos 4 ó 5 horas por día, que en ese momento me parecían una eternidad; hoy se me pasan volando"
"i maestro me sugirió que me vaya afuera para tener otra formación y conocer otro ambiente, en el que se valorara más la música. Eso me motivó para irme, pero tenía que convencer a mi familia. Justo mi hermano terminaba el secundario y él se quería ir a Europa a estudiar música. Entonces buscamos un buen conservatorio que nos convenciera a los dos y así fue. Bélgica surgió de casualidad"
EN EUROPA
"Hice una audición con un excelente maestro ruso, Michail Bezverkhny. Su asistente, Lilia Umnova, fue mi profesora durante los cinco años de conservatorio. Con ella hice todo lo que no había hecho acá. Yo no sabía lo que era la disciplina hasta que empecé a estudiar allá: tenía clases todos los días, incluso algunos domingos. Lilia fue una persona que confiaba en mí, además de una excelente violinista y profesora. No importan las condiciones de cada uno, ella hace tocar a todos. Me dejó un sello ruso importante".
PERFECCIONAMIENTO
"Después de cinco años de estudiar en Bélgica, obtuve mi diploma de grado y empecé un curso de perfeccionamiento en Roma. Mi objetivo es encontrar mi propio estilo, que es el anhelo de todo artista: hacer algo especial. Con la Orquesta de la Academia "Teatro alla Scala' hice "Cos’ fan tutte' y ahora tengo otra producción, "Le nozze di Figaro' de Mozart. Es fantástico porque estás en contacto con excelentes músicos y directores del ambiente de la ópera".
PéBLICO
"El público santafesino de la música clásica es siempre el mismo y es bastante pequeño. Pero creo que es porque no hay muchas opciones. En Roma hay cinco conciertos el mismo día: de coro, de música barroca o clásica. El público está acostumbrado a ir a escuchar música clásica; hay más apertura. Pero el público argentino es más caluroso. Por más que el músico te haya puesto la piel de gallina, el aplauso belga siempre es muy prolijo".
EXPECTATIVAS
"Siento que recién está empezando mi carrera. Lo que hice hasta ahora fue para mi formación; recién hoy me siento segura en una audición. Si vuelvo a Argentina me encantaría poder hacer una academia, pero bien exigente, al estilo ruso. Pero es difícil porque acá no hay una cultura que fomente la música. Cuando digo que soy violinista me preguntan '¿pero de qué trabajás?'. En cambio, en Europa, ser artista es impresionante, la gente te ve como alguien interesante".