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SOCIEDAD / TEMAS & DEBATES
Con buenos cimientos
Adolescencia. Algunos de los conflictos que surgen entre padres y sus hijos adolescentes se originan en la crianza y educación. Por ello es fundamental establecer con los jóvenes unos vínculos sólidos, basados en el respeto, la comunicación y el afecto.

Todos los padres coinciden en que la adolescencia es una de las etapas más difíciles de la relación con sus hijos. Son años complicados, de cambio, en los que tanto los jóvenes como los adultos están desconcertados y no saben encontrar su lugar: los primeros porque no saben lo que quieren, los segundos porque no les entienden y sienten que pierden el control de la situación.

Muchos progenitores sienten que sus dulces y tiernos "pequeños", con los que hasta hace poco compartían tan buenos momentos y que los acompañaban con gusto a todas partes sin quejarse, disfrutando "con cualquier cosa", son ahora "otros". Se han convertido en seres casi desconocidos a los cuales son incapaces de entender y con los que apenas pueden comunicarse.

Sus hijos están dejando atrás la infancia y se comportan de forma extraña e imprevisible. No escuchan a los mayores o les contestan de forma airada, cambian de humor continuamente sin motivo aparente, se pasan horas encerrados en su habitación, no atienden a las sugerencias ni obedecen las instrucciones. Viven en otro mundo.

Ante este desolador panorama muchos padres, a veces, están a punto de claudicar, de "tirar la toalla". Ya no tienen fuerzas para seguir luchando con sus hijos. Se sienten tentados de abandonar el campo de batalla en que se ha convertido su familia, aunque sea en condición de "derrotados".

Los psicólogos alientan a los padres a seguir adelante. "Aunque no lo parezca, es posible llevarse bien con un adolescente y afrontar los problemas de su pubertad", señalan. Sólo hay que "darles un buen ejemplo" y seguir algunas sencillas estrategias destinadas a fomentar el amor, el entendimiento y la comunicación.

Para mejorar las relaciones

Algunas de las consignas que recomiendan los expertos son:

•Evitar centrarse exclusivamente en los aspectos problemáticos o menos favorables de los hijos, dejando de lado sus facetas positivas y cualidades, las cuales hay que potenciar. Es fundamental mostrar que se tiene confianza en ellos. •Reflexionar sobre los mensajes que se les envían y sobre cómo se sentiría uno mismo recibiendo frases como "eres un despistado", "no sabes mantener el orden", "eres una maleducada". •Ponerles límites razonables y firmes sin recurrir a las amenazas, los gritos o la agresividad, con lo cual ellos aprenderán a poner sus propios límites ante los demás y hacerse respetar fuera del hogar. •Intentar crear un clima de confianza y diálogo, cuando la comunicación no es fluida o los adolescentes hablan poco. Contarles cómo se siente uno mismo puede ayudarles a abrirse más a la conversación y el intercambio de experiencias. •Mantener un contacto afectivo estrecho con los hijos, abrazándolos, tomándolos de las manos, hablándoles con ternura y dándoles muestras de cariño, aunque sin invadir su intimidad ni forzarlos. •Tratar a los hijos con respeto, para que ellos adopten este mismo modelo y aprendan a respetar a los demás. Si en alguna ocasión se pierden los nervios al regañarles, hay que reconocer que uno se ha equivocado y pedirles disculpas. Es otro buen ejemplo que tendrán en cuenta cuando crezcan. •Cultivar una relación fluida con los hijos, compartiendo momentos de esparcimiento, charlas familiares durante las comidas, algunas tareas de la casa. Este acercamiento crea un clima de confianza que favorece el entendimiento. •Respetar su privacidad y no caer en la tentación fácil de aprovechar lo que nos han confiado en otros momentos, para utilizarlo en su contra o comentarlo a otras personas.

textos de María Jesús Ribas.