Luis Rodrigo
Los usuarios de GNC de toda la provincia lo saben: al norte de Rafaela por la Ruta 34 y de la ciudad de Santa Fe, por las Rutas 11 y 1, no hay más estaciones para proveerse de este combustible. No son las últimas de la provincia, sino de toda la región del Nordeste Argentino, que -además del norte santafesino- incluye íntegras a las provincias de Chaco, Formosa, Corrientes y Misiones.
Para los que simplemente dicen "dale gas" y pagan mucho menos que los usuarios de naftas y gasoil, todo se resuelve si se asume ese costo mayor al alimentar el motor... En cambio, para quienes viven en la zona que carece de gas, el problema es mucho mayor: implica una desventaja enorme respecto de cualquier desarrollo económico.
Las asimetrías son determinantes para estos departamentos norteños de básico perfil agrario, que con mucho esfuerzo han logrado alguna industrialización: sin gas las desventajas se potencian. No sólo no hay más actividades fabriles porque se opta por otros emplazamientos mejor provistos de infraestructura y servicios, sino que además los que habían apostado por mantenerse en el norte cerca de las materias primas que industrializan (oleaginosas y leche, por ejemplo) comienzan a ver la posibilidad de migrar al sur en busca de menores costos fijos, con diferencias de hasta el 700 %.
En esa región, la ausencia del Estado es doble: ha fallado en las últimas dos décadas la provincia de Santa Fe, que apenas si apostó por la promesa de un desarrollo provisto por el gobierno nacional y el GNEA. Ahora, parece que también caerá esa ilusión.
Mientras, otras provincias, como Entre Ríos, lograron expandir el gas aun en medio de la deserción estatal de los '90. Hoy frente a San Javier, al otro lado del Paraná, están las también muy bellas y turísticas ciudades de La Paz y María Grande que sí tienen el servicio. Y lo mismo cabe para toda la otra costa, la del río Uruguay, que con el Gasoducto Entrerriano cubre 50 localidades que no lo tenían. El norte santafesino en cambio, sigue en espera.