Región: REG-02
La Argentina marcha atrás

Se acaban de conocer las cifras que reflejan un dato tan temido como inevitable: Uruguay nos desplazó como exportadores de carne a nivel mundial. El dato, lejos de sorprender, abona, certifica y avala una realidad oprobiosa. La Argentina marcha a paso firme hacia su autodestrucción como productor y proveedor mundial de carnes.

Durante los meses de enero y septiembre de este año las exportaciones uruguayas de cortes frescos y productos procesados bovinos (carne cocida, corned beef, etc.) fueron de 195.855 toneladas, mientras que en ese mismo período las ventas externas argentinas de esos mismos productos fueron de 192.579 toneladas peso.

Si bien los ingresos de los frigoríficos orientales ya habían superado por un mejor acceso a mercados a los de sus pares argentinos, la diferencia nunca había sido mayor en términos de volumen físico. Hasta ahora.

Según el informe del Senasa, vale la pena destacar que Uruguay es una nación con una extensión territorial inferior a la de la provincia de Buenos Aires y que dispone de un stock bovino estimado en 11-12 millones de cabezas contra 58-59 millones de cabezas que habría en la Argentina.

Lejos de aprovechar las ventajas que nos ubican por encima de nuestros competidores por trayectoria, capacidad y liderazgo regional, los argentinos supimos hacer todo lo posible para desaprovechar ese plus y ser rezagados por un vecino con una capacidad productiva comparativamente inferior.

Paradójicamente, la crisis mundial parece haber castigado a los países proveedores que aprovecharon el vacío que nosotros les dejamos. El mercado ruso, por ejemplo, que se había transformado en el mayor demandante de carnes de los últimos años, cerró literalmente sus puertas a los nuevos embarques, motivado en el sobre stock con el que cuenta en sus cámaras. Incluso se puede dar el gusto de renegociar los contratos a futuro con precios más convenientes.

Sin embargo, este cimbronazo mundial, lejos de respaldar las pseudo-políticas vernáculas, reafirma que el camino sigue siendo el de la apuesta al crecimiento. Los países que lo hicieron sacaron provecho, generando divisas genuinas y fuentes de trabajo para su gente durante este lapso. Ahora el sentido común ordena mesura y ahorro, es cierto. De hecho, no se sabe a ciencia cierta hasta dónde golpeará esta crisis. Pero ese brillante tren que pasó, volvió a llevarse otra de las oportunidades que nuestro país dejó pasar. Y si bien parece haber sido detenido por la mayor crisis financiera de la modernidad, volvió a desnudar los problemas innatos de nuestro país para acordar soluciones, consensuar objetivos comunes y caminar hacia adelante.