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El lugar da alojamiento, comida y contención a mamás de chicos internados
Celebró cinco años la Casita de las Madres del Alassia
La celebración de los primeros cinco años de trabajo con mamás de pacientes del Hospital de Niños, que deben permanecer mucho tiempo en la terapia intensiva, sirvió para reflexionar sobre sus logros y necesidades futuras.

Mariana Rivera[email protected]

Varias fueron las crónicas que publicamos en nuestras páginas hace cinco años, cuando papás de chicos internados en la terapia intensiva del hospital de Niños Dr. Orlando Alassia se quejaban porque sus autoridades querían "desalojarlos" de los pasillos ubicados al frente de ese servicio.

El problema era que se quedaban allí durante los días en que sus hijos permanecían en el establecimiento de salud, con colchonetas o sillones para poder descansar, pero sin posibilidades de higienizarse ni alimentarse adecuadamente. Rechazaban la posibilidad que tenían las mamás de alojarse en una casita que se había inaugurado, ubicado a metros de dicho servicio.

El pasó del tiempo y la perseverancia de su personal especializado hicieron que esas mamás comenzaran a entender por qué tenían que descansar bien, higienizarse y comer correctamente, además de estar fuertes y contenidas para ver a sus hijos internados, beneficios que tenían en aquel lugar.

La Casita de las Madres, como se la conoce, funciona en Salta al 4100, detrás del Alassia, y el pasado 3 de noviembre festejó cinco años de servicio a la comunidad. Durante todo este tiempo, albergó a 40.013 personas, en su mayoría mamás y niños oriundos de Reconquista, Tostado y Avellaneda, entre otras localidades del interior de la provincia.

"Al igual que el hospital Garrahan, aplicamos las normas que indican que los padres no se pueden quedar en la puerta de la terapia intensiva pero éstos nos hacían problemas porque estaban acostumbrados a hacerlo. Incluso, llamaban a la casa la cárcel porque tiene normas de convivencia", recordó Fabiana Roa, representante de la comunidad en el consejo de administración del Alassia, quien coordina el funcionamiento de la Casa de las Madres.

También reconoció que "les proponíamos que las mamás fueran a la casita porque se tienen que higienizar para ver a sus hijos, ya que son muchos días los que deben esperar. También tenían que estar contenidas para entrar a ver a sus hijos con la mayor fortaleza posible. Insistiendo en esto que les daba la casa es que aceptaron ir".

En este sentido, aclaró que "los papás no pueden ingresar pero, en algunos casos, por ejemplo, cuando fallece su chiquito y tiene que esperar que la ambulancia de su comuna venga a buscarlos, pueden quedarse con sus esposas en el jardín o el SUM (salón de usos múltiples)".

Ampliación necesaria

La casita -atendida los 365 días del año por personal especializado: una asistente social y una psicóloga, además de coordinadoras, que están capacitadas y entrenadas para encarar la situación que les toca vivir a las mamás- cuenta con 16 camas pero las estadísticas de estos años muestran que se dio alojamiento a más personas.

Por ejemplo, en julio de este año fueron alojadas 90 personas, "pero esto no quiere decir que durmieron todas sino que habrán dormido alrededor de 30, en colchones que fueron distribuidos en diferentes lugares de la casa, tanto entre las cuchetas como en el comedor. Como la casa tiene calefacción, las mamás no sienten frío", aclaró Roa.

También aclaró que fueron muy pocas las mamás de nuestra ciudad que se alojaron en la casita y que -generalmente, los fines de semana- llegan mamás golpeadas, "cuando se agotaron todas las demás instancias para ser alojada en otros lugares. Se les da alojamiento hasta que el lunes siguiente, Violencia Familiar o el ministerio que corresponda disponga de esa mamá", explicó. Fabiana Roa planteó que "recordábamos que al principio había días que teníamos una sola mamá y ahora estamos desbordadas".

En este sentido, Ana María Caputto, vicepresidenta de la Fundación Hospital de Niños, aseguró a El Litoral que "está en nuestros planes ampliar la casita pero todavía no tenemos el presupuesto, ya que estamos viendo las posibilidades con el arquitecto de la empresa que la construyó. Nuestra idea es agregarle dos baños y cuatro dormitorios, además de ampliar la habitación que ocupan las personas que trabajan allí, que también deben ocupar parte del comedor". Y agregó: "De acuerdo al presupuesto que nos pase el arquitecto es lo que haremos de las obras que se necesitan, con fondos propios, y si hace falta saldremos a pedir para cubrir lo que reste".

La asistencia

Satisfecha por la asistencia que están brindando, la representante de la comunidad en el consejo de administración del Alassia mencionó que "hoy en día, la mamá que tiene que seguir viniendo por la patología de su hijito nos tiene como referencia y sabe que va a descansar en la casa, en todo sentido: va a tener su alojamiento, su comida, su cama limpia, el apoyo psicológico, además de que se la ayuda a tramitar una pensión por discapacidad si corresponde o si ella necesita un turno para ser atendida".

Indicó que "las mamás reciben una ración de comida igual a la que se le sirve al chiquito en la cama. Es chica y almuerzan y cenan temprano (11.30 y 19.30), motivo por el cual más tarde tienen hambre y les damos un complemento, que ellas se cocinan, gasto que solventa la Fundación Hospital de Niños. Incluso, hay algunas mamás que les gusta y cocinan para todas las que están alojadas en ese momento. Friar nos está donando trozos de carne para exportación, que ellas usan para estofado o en hamburguesas".

Y agregó: "En el lavadero se les lava la ropa de cama y los toallones, mientras que ellas se lavan su propia ropa. El material de librería, de higiene, los pañales y la leche maternizada o con una fórmula láctea especial se lo da el hospital".

Por último, dio precisiones sobre la tarea de contención que ofrecen: "Nos pasa que el chiquito fallece en la terapia y es muy difícil decirle a esa mamá lo sucedido, a pesar de que la mamá lo presiente. El médico es el que siempre da el informe y nosotras nos limitamos a acompañarlas en ese momento. Esta situación hay que saberla manejar y no encontrás palabras, pero sabés cómo contenerla. El personal se capacitó para ser la fortaleza de esa mamá en aquel triste momento".

Más allá de lo médico

Tras recordar que "trabajamos en la salud integral del niño porque sabemos que lo que les ofrecemos en la casita es el complemento de lo que médicamente se le brinda en el hospital", la representante de la comunidad explicó que "la casa nos dio más posibilidades de ayudar a la mamá porque pudimos saber cuáles eran sus necesidades en su lugar de origen y no solucionarle sólo los problemas de salud de sus hijos".

En este sentido, advirtió que trabajan de manera mancomunada con el Ministerio de Desarrollo Social de la provincia y la Subsecretaría de la Niñez, el Adolescente y la Familia.

Fabiana Roa también aseguró que "las madres están mucho tiempo en la casa y pueden aprovecharlo a modo de educación y distracción. Tienen la posibilidad de participar en talleres, se les informa sobre la vacunación y la higiene de sus hijos, les insistimos en el control ginecológico y de mamas".

También mencionó que "cuando podemos las llevamos a recorrer la ciudad, aunque es muy de vez en cuando por la responsabilidad civil, sobre todo cuando hay menos gente en la ciudad. Las llevamos al Paseo del Sol, al Convento de San Francisco, a la Feria del Libro, o a pasear por la ciudad para que la conozcan".

Aportes varios

La Casita de las Madres fue construida con fondos de la Fundación Hospital de Niños, en tanto que la Embajada de Alemania aportó el dinero que demandó edificar su Salón de Usos Múltiples (SUM).

Ana María Caputto, vicepresidenta de esa Fundación, recordó que "el día en que se inauguraba la Casita de las Madres ocurrió la inundación de 2003, la casa se llenó de agua y se perdieron todos los muebles", al tiempo que remarcó que en aquella época "no pensábamos que iba a servir para tantas mamás y por eso tenemos la idea de agrandarla, porque el terreno permite la ampliación".