Opinión: OPIN-02 Sobre el falso federalismo que padece la Argentina

De la redacción de El Litoral

Que la Argentina ha luchado por una justa distribución de sus riquezas lo testimonia la terrible lucha fratricida que libraron unitarios y federales en el siglo XIX. Que la Argentina sigue sufriendo un injusto saqueo por parte del gobierno centralista, es un hecho que conocemos todos los ciudadanos que vivimos en el interior del país. Bernardo Fain (Buenos Aires, 1930) vuelve a colocar el problema sobre el tapete en "El interior se revela", titulo en el que la "v" de "revela" es también una "b".

"Vivimos un federalismo sólo escenificado, que se ha quedado en la cáscara, adulterado en su esencia; sucio, cargado de incrustaciones unitarias", sostiene Fain en su libro, publicado por Ediciones País Federal. "Si de acuerdo a la proyección del Indec, el 46% de la población argentina es bonaerense o porteña, y el 54% reside en el resto del país, se tendrá que hacia ese 46% de los argentinos va a parar el 59% de las rentas generales, mientras que en el 54% de sus compatriotas el gobierno federal sólo gasta el 41%".

Fain nos recuerda el caudal exageradísimo de funcionarios y empleados de los tres poderes del Estado nacional que cumplen tareas dentro del perímetro de la ciudad de Buenos Aires, que según datos parciales (de 2003), entre la planta permanente y el personal transitorio (ojo, sin incluir las universidades), superaban los 250.000 agentes. El autor compara esta cifra con las de los agentes de países del primer mundo, y siempre salimos "ganando" (en las cifras, se entiende, en realidad "perdiendo") con amplias ventajas. El fenómeno es catastrófico también porque supone una burocracia infernal, que no hace más que entorpecer las actividades productivas e impide la agilidad de las gestiones. Una burocracia que sobre todo es fatal para el interior, dado que en Buenos Aires se encuentran sin remisión la mayoría de los centros operativos. Una burocracia que "como estrato social autónomo, está decidida a mantener el stato quo a toda costa".

Entre las atinentes citas a las que recurre el autor también están discursos de santafesinos y notas publicadas en nuestro diario, como la de Federico G.J. Steiger, titulada "La conculcación del federalismo a través del sistema de coparticipación federal", aparecida en El Litoral, en 1986, y que denunciaba cómo el Estado nacional incrementaba su dominio sobre la sociedad argentina: "Todos estos recursos sirven para mantener a una burocracia fuertemente parasitaria, que instalada en la Capital Federal rige la vida y el destino de los argentinos".

La autonomía de los porteños, que lograron en 1996, nos cuesta a todo el país. "El proceso de provisión de un cuerpo de policía, de un cuerpo de bomberos y de un servicio de Justicia a la naciente Ciudad Autónoma de Buenos Aires estuvo -y sigue estando- teñido de una ostensible improvisación". En una entrevista (La Nación, 3/9/08) Fain puntualizaba: "El tándem megaprovincia-ciudad autónoma le cuesta caro al interior. El 25 de marzo se firmó un convenio entre Agua y Saneamientos Argentinos, y ocho municipios del conurbano para la provisión de cloacas y agua corriente. AySA es un organismo nacional que sólo atiende las necesidades de porteños y bonaerenses. En el interior cada provincia se las arregla por sí sola. Los provincianos también les pagan la seguridad a los porteños, y su administración de la Justicia. Por si fuera poco, los porteños viajan barato ayudados por los provincianos, que viajan caro". A propósito de esto último, recordemos que los porteños y los habitantes del Gran Buenos Aires "deben viajar barato ayudados por los habitantes de todas las provincias, que les subsidian los trenes, los subterráneos y el transporte automotor de pasajeros, lo que no ocurre con las otras ciudades del país, donde el boleto llega a costar el doble".

Lo mismo puede decirse respecto de la seguridad y el Poder Judicial de Buenos Aires; ahí también el interior debe sostener tribunales en los que pleitan los porteños o sólo se juzgan delitos locales. "Extremos éstos que se efectivizan mediante la permanencia sine die de esos rubros en el Presupuesto nacional, en el que un regresivo IVA sigue siendo la columna vertebral de la recaudación impositiva, gravando directamente el consumo, incluida la mayor parte de la Canasta Básica de Alimentos, llamada a satisfacer el umbral mínimo de subsistencia de quienes viven en condiciones de pobreza extrema".

Finalmente, Fain analiza también la actitud colonialista a nivel cultura que ejerce Buenos Aires, y estudia las archiconocidas listas de figuras ilustres, reconocimientos, antologías literarias, etc. que se titulan argentinas, y que incluyen sólo porteños, sin la mínima curiosidad hacia los valores del resto del país, dado que ese interior conceptualmente no existe o es siempre considerado despectivamente por la intelligentsia "central".

En los capítulos finales Fain establece qué significa un verdadero federalismo, y lo insostenible de la situación actual. Se impone una "operación de rescate" de las provincias y sus economías para devolverles los poderes confiscados por la arrogancia central. "Si cayó el Muro de Berlín, si la Unión Soviética se desplomó como un castillo de naipes, ¿como no va a sucumbir el control hegemónico que el poder porteño-bonaerense ejerce sobre el resto del país?"