Acasuso perdió el cuarto punto y la Ensaladera viajó hacia España

La Copa Davis sigue siendo un karma argentino

La Copa Davis sigue siendo un karma argentino

La mirada esquiva, tratando de no fijarla en ese objeto del deseo que es la Ensaladera. Otra vez Argentina se quedó muy cerca de alcanzar un título inédito para el país.

Foto: Agencia Télam

Alejandro Galetto

(Enviado especial a Mar del Plata)

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El triunfalismo es invasivo, en una manera vilmente subrepticia. Es difícil escaparle cuando los factores necesarios (o los más favorables) para lograr un objetivo deportivo se alinean casi de forma mágica. Eso fue lo que ocurrió en nuestro país con el tema Copa Davis, que parecía ya instalada en las vitrinas de la Asociación Argentina de Tenis. Un poco por jugarse en nuestro país y otro poco por contar con la ausencia de Rafael Nadal, el mejor tenista del planeta.

Tal vez ese sentimiento intruso y negativo terminó siendo pernicioso para los argentinos que, si bien nunca lo manifestaron con claridad, se manejaron con algunos desacoples que pudieron ser evitados. El caso más claro es el de Juan Martín Del Potro, cuya actitud a la hora de elegir qué camino tomar en estas últimas semanas de competencia le terminaron reportando más problemas que alegrías.

Puntos de vista diferentes

Esta decisión del tandilense no es para nada criticable, pero sí discutible. Es cierto que tanto esfuerzo realizado a lo largo del año merecía un premio como el que significa disputar una Copa Masters, certamen que sólo han podido jugar los mejores tenistas de la historia. Pero lo cuestionable es que la decisión haya sido la que se conoce, sabiendo claramente que los problemas físicos que sufría eran reales y molestos, y que las complicaciones que agregaba el hecho de llegar desde China a la Argentina con tan poco tiempo para preparar la competencia en Mar del Plata, podían repercutir negativamente.

Nadie puede ser terminante, porque es cierto que David Nalbandian (que había sugerido que Del Potro no debía ir a Shanghai) no sólo ya tuvo la suerte de disputar ese campeonato, sino de ganarlo. Empero, el unquillense advirtió que existía una necesidad de buscar un enfoque total hacia este acontecimiento, que el de Tandil no podía lograr aunque quisiera, porque llegó el sábado pero tardó hasta el lunes en empezar a sentirse en “horario argentino”.

“Juan Martín no estuvo a pleno y ésa fue una brecha grande en el equipo”, dijo Alberto Mancini una vez concluida la historia, con lo que dejó en claro su pensamiento en cuanto a los argumentos de esta derrota. Es cierto que desmintió totalmente que Nalbandian y Calleri hayan terminado a las trompadas, pero nadie negó que el unquillense le reprochara al longilíneo jugador por su predilección por el Masters. Y estas cuestiones, en un juego de equipo como la Copa Davis, pueden ser determinantes.

¿Habrá otra vez?

Corriendo el riesgo de caer nuevamente en una sensación parecida al triunfalismo (aunque, en este caso, en su versión inversa), cabe la pregunta del subtítulo. Porque la competición en 2009 plantea un panorama un poco más intrincado que el que se vivió en esta temporada. El debut, que será el primer fin de semana de marzo, se producirá en Buenos Aires y ante Holanda, una situación que se muestra accesible. Pero la segunda ronda tocará sí o sí como visitante: o contra Francia o contra República Checa, dos elencos durísimos.

Por otra parte, David Nalbandian ya tendrá 27 años, al igual que José Acasuso, y Cañas y Calleri ya han superado los 30. Los referentes pasarán a ser Del Potro (absolutamente capacitado para ello) y Eduardo Schwank, pero no hay demasiadas opciones más. Todo esto, cabe aclarar, sólo se expone como una enumeración de datos reales, sin intentar siquiera tender a una conclusión, ya que sería apresurada. Sin embargo, la sensación que queda es que será difícil volver a estar en una instancia semejante.

Hubo un partido

El duelo que terminó siendo definitivo en la historia de la Copa Davis 2008 tuvo ribetes increíbles, que bien pueden ser entendidos por las circunstancias en las que se jugó. En el cuarto punto de la serie final chocaron dos jugadores que no venían siendo titulares y con la tremenda responsabilidad de dirimir el trofeo.

En ese contexto, José Acasuso tuvo que batallar durante las cuatro horas que duró el partido sin su revés, ya que ese golpe no le funcionó nunca, en ninguna de sus variantes. Puede ser inclusive algo normal que, por la situación de presión que se está viviendo, un golpe no salga siempre según suele hacerlo, pero “Chucho” se vio traicionado inclusive por su revés con slice, que pocas veces conectó con precisión y siempre en situación defensiva.

Vaivenes

El comienzo mostró a un Acasuso súper atado, que a duras penas podía mantener su servicio ante un Verdasco prolijo. Sin embargo, con el correr de los minutos, el misionero se fue soltando, hasta llegar a dar vuelta el trámite. Con mucha garra (y poco más) se puso 2-1 en el marcador y la actitud que demostraba parecía encaminarlo a la victoria y a la extensión de la serie hasta el quinto punto.

Sin embargo, la interminable serie de vaivenes emocionales del choque los volvió a intercambiar en el protagonismo, pero ahora en momentos decisivos. “Chucho” peleó hasta el hartazgo el cuarto set, pero a la defección de su revés se sumaron su cansancio físico y su contractura abdominal.

Eso le quitó aún más posibilidades, mientras del otro lado de la red se veía a un jugador con los mismos temores y nervios, pero con una condición física formidable, lo cual terminó volcando la contienda definitivamente a su favor.

Ante la mirada azorada de los más de 9.000 argentinos, Verdasco puso quinta en la recta final, se llevó el duelo por 6-3, 6-7 (3), 4-6, 6-3 y 6-1 en casi cuatro horas de partido, y le dio un duro revés a todo el mundillo albiceleste que menospreció a este grupo de tenistas formidables, y que pensaba que la Davis ya estaba ganada por el solo hecho de la ausencia de Nadal.

Mientras tanto, ya lejos de las palabras, los hechos marcan que la Ensaladera de Plata seguirá sin ingresar al país de los asados. Una verdadera pena.

En medio de un ambiente incrédulo, el elenco conducido por Alberto Mancini dejó escapar la oportunidad ideal de ser campeón de la tradicional competencia por naciones, ante un rival de muchísima altura deportiva.

 

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ADEMÁS

El monstruo no alcanzó

Tanto se habló de la bestia negra argentina en Copa Davis, tanto se dijo una y otra vez, tantas páginas y tanto espacio etéreo se llenaron con el tema del público argentino, y sin embargo, el equipo español dejó en claro que el particular es pura excusa a la hora de argumentar derrotas.

Si algún visitante sufrió como nadie las “condiciones adversas” del hecho de ser visitante en nuestras tierras, ése fue España, que recibió la presión insistente de la gente una y otra vez, incluyendo los exabruptos que, por cuestiones idiomáticas, entendía a la perfección.

La delegación ibérica llegó al país sin su máxima figura, el número 1 del mundo, Rafael Nadal, por el cual se movió toda la maquinaria necesaria para que la serie no se jugara en un estadio convencional al aire libre y sobre polvo de ladrillo.

A eso se le debe sumar que, a horas de la decisión del zurdo manacorense, debió sufrir la autoexclusión de Tommy Robredo, otros de los grandes tenistas de la Madre Patria. Retirado de esta competición Carlos Moyá y alejado de su nivel Juan Carlos Ferrero, Emilio Sánchez Vicario debió apelar a la conformación del combo con un ignoto Marcel Granollers, pero claramente quedaba reducido a un trío.

Con todo, la localía parecía el ingrediente clave para cerrar el círculo de requisitos para aspirar seriamente a lograr la primera Copa Davis de la historia. Pero aquella frase tan remanida, que parece surgida del más común casete, tomó cuerpo sólido: “A los partidos hay que jugarlos”, algo que fundamentalmente el público nacional deberá recordar para siempre.

Ese mismo público que no alcanzó para ser el quinto jugador, el elemento clave de la poción que nos llevara a la victoria. La furia española existe, y Sánchez Vicario y compañía la desarrollaron en su máxima expresión.

La Copa Davis sigue siendo un karma argentino

Alegría ibérica. Los españoles, sin su mejor tenista, jugaron una serie impecable en un estadio totalmente adverso. Fueron los legítimos ganadores de la Copa Davis.

Foto: Agencia EFE

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LA CLAVE

La alegría de Nadal.

El tenista español Rafael Nadal, número uno del mundo, aseguró que estaba muy feliz, tras ver por televisión, desde su casa en Manacor, el triunfo de sus compañeros en la final de la Copa Davis, ya que conquistar la Ensaladera como visitante es “inolvidable”. “Estar más feliz es imposible. Han conseguido algo impresionante. Argentina llevaba muchas eliminatorias sin perder en su casa y todo ha salido mucho mejor de lo que esperábamos. Se lo han merecido todos. Lo que han hecho es inolvidable y espectacular”, aseguró Nadal a la Televisión Española.

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EL DATO

Ciudad repleta.

Era tal la expectativa creada en la ciudad por la serie final de la Davis, y tan poca la capacidad con la que contaba el estadio Malvinas Argentinas, que a la organización local se le ocurrió una idea muy interesante e inclusiva: armar una estructura gigante para soportar una pantalla de enormes dimensiones en la playa Las Toscas, desde donde un importante número de personas siguió las acciones entre Argentina y España. Lástima que el domingo se fueron todos con el sabor agrio de quedar otra vez a las puertas de una consagración tan esperada como jerarquizante.